EL BUFON DE LA HISTORIA

 
 Jaime Alonso 
 
 
   La historiografía antifranquista adolece comúnmente de rigor, prima la ideología de adversario sobre la objetividad de los hechos, adolece de imparcialidad en el relato y abunda en adjetivaciones infantiles y ridículas que hacen inverosímil lo elemental: Que Franco, como militar y estadista, se enfrentó a las mayores dificultades de su tiempo y de nuestra historia reciente, venciendo en todos los frentes y legando una nación distinta, un pueblo reconciliado, en paz y progreso, siendo sustituido, gracias a su liderazgo, según las previsiones sucesorias establecidas por su régimen. Negar aquel, equivale a negar la transición y la actual democracia. Sin Franco y el franquismo estaríamos en la reedición de la II República de botarates y concupiscentes, de codicia y algarada, de anarquía y desigualdad, de indigencia y desamparo, una sociedad desvertebrada, sin ningún ideal superior.  
 
   Estos historiadores de carné, militancia y partido, son los arietes que emplea la política para dinamitar la verdad del edificio de nuestra historia, de dónde venimos y que serviría para alumbrar el camino hacia dónde vamos. Juegan en campo propio y con todas las ventajas, pues cuentan con el beneplácito e instigación del poder y con la “acorazada mediática” que difunden, con idéntico rigor, las mismas falsedades en radio, televisión, prensa escrita, cine, seriales etc., así hasta borrar todo vestigio de reacción, ante la impostura y superchería de quienes nos gobiernan. Se trataría de impedir toda comparación relevante que permita abominar del presente con soluciones con probada eficacia.  
 
   Ante la superioridad moral y material del régimen de Franco, con respecto a la II República y a los distintos ensayos constitucionales habidos en España durante el siglo XIX y un tercio del XX, no se dio importancia al relato de los hechos históricos recientes, no enseñando en las escuelas los acontecimientos vividos y que condicionaron la existencia de nuestros antepasados, contraviniendo una regla de oro, como señaló acertadamente el historiador británico Anthony Beevor en declaraciones en ABC “España es el único caso donde, los derrotados de la guerra, escribieron la historia, y no los vencedores”. Ello tiene unas perversas consecuencias que seguimos pagando.  
 
   La medalla a la impostura histórica, a la manipulación interesada, a la novelación del pasado, la viene ostentando, sin decoro pero con rentabilidad, Ángel Viñas. Desacreditado entre el nutrido elenco de historiadores rigurosos por sus supercherías documentales que vende como verdades; incapaz de mantener un debate histórico con Pio Moa, se refugia en el burladero del poder. No vende libros, la mentira ya no vende, pero vende titulares, mueve tertulias, reseñas periodísticas, telediarios. Como el prestidigitador saca conejos de su chistera, Viñas descubre documentos ocultos para todo el mundo durante ochenta años. Su impudicia no tiene límites.  
 
   Su modus operandi siempre es el mismo. Exhibe un documento que no prueba nada, lo saca de contexto, construye su elucubración más o menos elaborada y saca sus conclusiones, ajenas completamente a la realidad pero cumpliendo el propósito de la calumnia contra quien no puede defenderse.  
 
   Este bufón inmoral de una democracia degenerada, pretende dar lecciones de ética a quien nos legó los años de mayor desarrollo que ha conocido la historia de España, sin impuestos, sin partidos, sin separatistas, sin manipuladores (Viñas) y sin paro. Lo que no descubrieron sus poderosos enemigos; el comunismo, la masonería, las potencias del Eje, las democracias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial, lo ha encontrado Ángel Viñas: que Franco era corrupto y que había amasado una fortuna. Esperemos a la publicación del panfleto para colocar desmenuzadamente a su autor, ante la fealdad que toda falsedad debe comportar.  
   
   Todo ello, si puede ser, sin costarnos un euro, dado que esperamos que la editorial tenga la amabilidad de enviarnos un ejemplar a la Fundación, cuya base documental jamás ha sido consultada por tan riguroso y documentado historiador.      
 
 

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