El Caudillo de España Francisco Franco realiza la invocación y ofrenda al Santo Patrón de España, Santiago, con motivo

Por Carlos Fernández Barallobre.

Poco antes de las diez de la mañana del domingo, 25 de julio de 1965,  el Jefe del Estado, Francisco Franco, acompañado de su esposa, Carmen Polo, llegaba a Compostela para cumplir el histórico legado de la Patria, consistente en renovar  la ofrenda Nacional a su egregio Patrón, el santo Adalid, el amigo del Señor, Santiago, instituida por las Cortes de León y Castilla en 1646, reinando Felipe IV.

En aquella solemne ceremonia de la ofrenda Nacional de ese año Santo de 1965,  fue transmitido un mensaje de Su Santidad el Papa Paulo VI, cuya imagen, al mismo tiempo, llegó a toda Europa a través de la red de Eurovisión, que conectó con Televisión Española, para recoger la impresionante función religiosa celebrada en la Catedral compostelana.

Acompañaban al Jefe del Estado español, además de su esposa, Carmen Polo de Franco; el vicepresidente del Gobierno, capitán general Agustín Muñoz Grandes, y varios ministros de su Gobierno. Ofició la ceremonia el cardenal arzobispo de Santiago, doctor Fernando Quiroga Palacios, y asistieron sesenta prelados de distintos países.

La llegada del Caudillo a Santiago con su espectacular escolta motorizada y de vehículos congregó en la plaza del Obradoiro y demás calles por las que  de transitó la comitiva, a miles de personas, entre la que desacataba la presencia de gran número de peregrinos extranjeros. Minutos más tarde, cuando Sus Excelencias llegaban procedentes del Pazo de Meirás, los vítores y aclamaciones al Caudillo se sucedieron sin cesar.

A la puerta del palacio de Rajoy, sede del ayuntamiento compostelano, el Generalísimo, entre vítores y aclamaciones de los miles de personas que llenaban la plaza,  fue recibido por el vicepresidente del Gobierno, capitán general Agustín Muñoz Grandes, y por el ministro del Ejército, teniente general  Camilo Menéndez Tolosa.

El Caudillo vestía uniforme de verano de capitán general de los Ejércitos y lucía en el pecho la Laureada de San Fernando. Su esposa vestía traje negro y se tocaba con la clásica mantilla española.  Tras escuchar el Himno Nacional, el Caudillo de España acompañado por el vicepresidente del gobierno, Capitán General Muñoz Grandes; Ministro del Ejército, Teniente General Menéndez Tolosa y  capitán general de la VIII Región Militar, Teniente general Ramírez de Cartagena y Marcaída,  pasó revista a una compañía del Regimiento de Infantería Zaragoza número 12, con Escuadra, Bandera y unidad de música, que le rindió los honores de ordenanza.

El Caudillo saludó a los miembros del Gobierno al pie del palacio municipal, a la Corporación local de Santiago de Compostela con su alcalde al frente; Diputación provincial de La Coruña, así como al Consejo Provincial del Movimiento, comisiones militares y representaciones diversas llegadas desde toda Galicia, gobernadores civiles de las cuatro provincias gallegas y otras autoridades civiles y militares.

Seguidamente se organizó una comitiva que acompañó al Generalísimo y a su esposa desde el palacio de Rajoy hasta la catedral, escoltada por la guardia municipal de  Santiago en uniforme de gran gala. En el atrio de la puerta principal de la fachada del Obradoiro, el Generalísimo y su esposa fueron saludados por el cardenal arzobispo de Compostela, doctor Quiroga y Palacios, revestido de pontifical, que les dio la bienvenida, acompañándoles hasta el Pórtico de la Gloria.

Después de besar el “Lignum Crucis”, el Jefe del Estado y su esposa Carmen Polo entraron el catedral bajo palio, dirigiéndose a la capilla mayor donde oraron ante la imagen pétrea del Apóstol unos instantes.

Poco después se organizó la procesión mitrada, que se dirigió por la nave de la Azabacheria hacia el altar mayor. En el centro del cortejo y en lugar destacado, figuraba el templete de plata sobre el cual descansa la cabeza de Santiago el Menor, también de plata, que conserva una reliquia del santo. A continuación iba el cardenal arzobispo de Burdeos, monseñor; Richaud, revestido de capa magna; cardenal primado de Irlanda, monseñor Conway; nuncio de Su Santidad, monseñor Antonio Riberi; cardenales arzobispos de Tarragona y Sevilla,  cardenal-obispo de Málaga. Seguía el cardenal Quiroga, acompañado del clero oficiante. A continuación el oferente, el Caudillo de España junto a su esposa miembros del Gobierno y altas personalidades, cerrando la comitiva las autoridades provinciales y locales.

Acto seguido dio comienzo la santa Misa, ocupando el Generalísimo y su esposa un sitial de honor al lado del Evangelio. La capilla de música interpretó la misa del maestro Pedro de Bilbao, dedicada a San Agustín.

En el momento del ofertorio, el Jefe del Estado se dirigió al altar mayor y ante la Imagen del Santo Patrón postrado de rodillas,  presentó la ofrenda Nacional de España a Santiago Apóstol, dando lectura a una invocación, que fue seguida con un impresionante silencio  por la multitud que llenaba el templo y que decía así: “Señor Santiago: Porque reconocemos vuestra primacía en alumbrarnos a la fe de Cristo; porque creemos que en el destino de los pueblos impera la decisión Divina; porque estimamos que la fe católica ha sido el crisol de nuestra nacionalidad, porque valoramos vuestra decisiva intervención en las glorias por España conquistadas, acudimos hoy ante vuestra tumba para proclamar estas verdades.

Con nuestro pueblo vienen también a orar ante Vos gentes de todas las razas, países y lenguas, para, unidos en una sola voz, alabar a Dios y pedir por el creciente acercamiento, mutua comprensión y respeto entre las naciones; porqué desaparezcan los motivos de odio o enemistad que deriven sobre la Tierra; por el afianzamiento de la paz, bien supremo de todos los pueblos y sin el cual no es posible conseguir ninguno de los otros bienes que permiten a los hombres, a las familias y a las naciones desarrollar sus propósitos.

Queremos una paz basada en la justicia y en el cumplimiento de los valores que dignifican al hombre. Justicia que es difícil de conseguir, porque es fruto del esfuerzo de cada día, del sacrificio de todos los egoísmos, de la ordenación de normas cada vez más perfectas, en que los principios de la fe y de la espiritualidad presidan las relaciones entre los pueblos, que no es fácil en medio de la sociedad materialista que nos amenaza. Justicia entre los hombres y justicia entre las naciones os rogamos; que los principios de la caridad y de la fraternidad cristiana presidan la vida de relación entre los pueblos, y que no haya países que padezcan hambre mientras a otros les sobra de todo.

 El Caudillo de España lee la invocación al Apóstol Santiago en la ofrenda Nacional de España con motivo del año Santo Jacobeo.

El egoísmo que se acusa en las relaciones entre los hombres y entre las naciones es hijo del materialismo que invade a la sociedad moderna, que consiente que los progresos científicos que Dios tenía reservados al descubrimiento de los hombres, se utilicen egoístamente en sus particulares beneficios. Por todo esto pedimos vuestra valiosa intercesión ante el Señor para que nos mantenga siempre la voluntad firme de realizarlo y que nos conceda la creación en nuestra patria de un orden de convivencia cada día más justo, en paz y con trabajo, con cultura creciente, con moral limpia y corazón agradecido a Dios Nuestro Señor por sus bienes cotidianos y generosa protección. Porque sólo con la luz Divina, que nos ilumine, podremos caminar el buen camino y llevar a feliz término la misión personal y social que cada uno tenemos encomendada

Haced llegar a Dios Nuestro Señor nuestra gratitud por su viva presencia en la Santa Iglesia Católica, que alumbra con su luz y con su gracia, asentada en la inconmovible piedra del apóstol Pedro, abierta siempre a la caridad, a la comprensión de los nuevos horizontes que el hombre va conquistando.

Haced llegar nuestra especial gratitud por la ayuda y protección que España recibe para ser fiel a su esencial comunión con la fe. Gracias por nuestro catolicismo y por la voluntad que ha dado a nuestro pueblo de entrega y fidelidad a las normas y al espíritu que, atendiendo a las circunstancias de cada tiempo, imparte el sucesor de Pedro. Y haced llegar también nuestro reconocimiento porque ha sido posible que este año jubilar estemos aquí, a vuestros pies, dando testimonio de que España continúa y continuará fiel a sí misma, como consecuencia inseparable de la firmeza de su fe, de que España mantiene su paz, su progreso, su ánimo de resurgimiento y su unidad política como manifestaciones temporales de una profunda salud espiritual. Que así sea”.

Finalizada la invocación del Jefe del Estado, el cardenal arzobispo de Santiago de Compostela doctor  Fernando Quiroga Palacios, contestaría al oferente. Tras ello, la santa Misa continuó. Antes de la bendición apostólica  por los altavoces del templo se oyó la voz del papa, que desde Roma, se adhería con emoción a la magna jornada jacobea, de conmemoración del martirio del Apóstol Santiago y de su festividad patronal en España.  Así dijo el papa Pablo VI: A nuestro querido hijo el cardenal arzobispo de Santiago de Compostela: salud y bendición. A la jerarquía, autoridades y pueblo de Galicia y de España, a los fieles todos congregados en estos momentos ante el sepulcro de Santiago: gracia, paz y alegría en Cristo Jesús. España tiene este año los ojos puestos en Compostela, son ojos de fe y de esperanza. Los días, las semanas, los meses van siendo testigos de un Peregrinar que, como el de otros tiempos, no resiste estrecheces de estirpes, de patrias, de fronteras en amplio sentido de ecumenicidad. Y en este día, fiesta del Apóstol, allí se va también nuestro corazón. El hecho encuentra felizmente su signo y expresión en la imagen proyectada en la pantalla.

Sí. Queremos conversar con España, alegrarnos con ella, con ella y por ella rezar a su Santo Patrón y, en medio de ella, contemplar los triunfos de sus hijos, admirar tantos siglos de belleza, de arte, de cultura como ella misma ha sabido hermanar con la fe cristiana. Queremos, amadísimos españoles, alentaros a llevar a cabo la larga tarea que os impone el momento actual y a todos, a la juventud llena de ansias, al hombre maduro, a los profesionales de la enseñanza y de las ciencias, del periodismo, de las artes, a los funcionarios, a los trabajadores, a las familias sacerdotales y religiosas, al rico, al pobre, a todos, acercarnos con el mensaje apostólico.

Pensamos en aquel que Santiago os hubiera predicado en este nuestro siglo. ¿Cómo nos gustaría tener tiempo para leer y comentar con vosotros crónicas añejas del Camino de Santiago, de anales y tradiciones jacobeas, igual que hace el padre que descubre la historia a los ojos de sus hijos, para evocar aquel caudal de naciones que va en marcha bajo los cielos de Europa, armonioso como una galaxia, camino del Finisterre atlántico, en línea con otro que avanza a ultramar a la roca abierta del Santo Sepulcro de Jerusalén y con aquel otro que a Roma se dirigió en busca de la sede y tumba de Pedro? Más si no nos es posible detenernos, desempolvar y descifrar viejos anales, sí que podemos tener un momento de reflexión y recogimiento interior para escuchar la voz de los siglos y descubrir el significado, la esencia que en nuestros días puede asumir la celebración del Año Jubilar.

Vamos pues, juntos, a hacer síntesis, a tratar de encontrar el hilo conductor en el tejido de los hechos y después de traducir su mensaje, que lo hay, en lenguaje que simbolice el alma del mundo moderno. Santiago fue durante la Edad Media, principalmente, uno de los focos más potentes de irradiación espiritual. A Santiago se iba para confesar la fe recibida de los apóstoles, para ganar la gracia del perdón por la penitencia y el sacrificio. Por eso el católico español en espíritu peregrino, conserva su alma en gracia y no se olvida de movilizar y polarizar en torno al ideal cristiano toda su actividad vital hasta conseguir que su persona y las cosas que la rodean miren a Cristo.

La peregrinación es un himno de fidelidad a la tradición católica. La que nos lleva precisamente al culto de un apóstol. Esto es lo que marca un retomo a las fuentes auténticas y vivas de esta misma tradición. ¿No es tal la dirección que nos señala el Concilio? El peregrino profundiza su fe, la ilustra, la vigoriza para poder dar razón de ella, para prepararse al choque inevitable con extrañas ideologías y creencias. Él sabe bien que la defensa de su fe y la eficacia de su penetración exigen un desarrollo de formas organizativas, hay que concebir la vida católica como apostólica y como militante. El mismo apóstol nos lo enseña.”

“La ruta de Santiago, en segundo lugar, ha tenido como nota característica la de ser vínculo poderoso de unidad. Desde los Pirineos y aún más allá, hasta Compostela, el Camino de Santiago se abría entonces como un lazo que iba atando siglo a siglo a gentes muy diversas dentro de un ideal religioso y al calor de la fe se produjo también un denso trasvase de formas artísticas, de manifestaciones culturales que perduran en los monumentos y que la historia atestigua.

Para poner en marcha a las muchedumbres, Cluny tendió una red de hostales y de puentes. Hoy también el generoso esfuerzo bajo el impulso del celo del reverendísimo cardenal arzobispo de la Sede Compostelana, con magnífica participación de las autoridades, de entidades públicas y privadas, con el cariño de todos, los hitos del peregrinar antiguo han adquirido nuevo realce y funcionalidad modernas parar seguir dando posada al peregrino y dejar así, más libre el espíritu e intención hacia el sepulcro glorioso.”

“El peregrino jacobeo se ve espoleado también en su camino por la aplicación de los principios cristianos a la vida social y así estudia y trabaja en la realización de las aspiraciones proclamadas en las encíclicas pontificias y en la doctrina de la Iglesia. El cristianismo vivo y firme en la fe debe demostrarse vivo y fecundo en la caridad, la cual hoy no puede dejar de adquirir formas de amplitud Social. Las aspiraciones fuertes, a veces impacientes” y desordenadas, deben tener una directiva de pensamiento: la doctrina social de la Iglesia que se ha de aplicar según las circunstancias históricas y ambientales concretas. Y una dirección marcada hacia las categorías más necesitadas de elevación, de seguridad y de dignidad social, ello podrá modificar algunas formas jurídicas y consuetudinarias de la economía para hacer los bienes de este mundo, no ya amparado de egoísmo y desigualdades sociales sino verlas mejor distribuidas y mejor empleadas en servicio del bien común.

El Caudillo de España llega al Burgo de las Naciones en Santiago de Compostela.

“Si por otra parte es esta la hora de tomar conciencia cada uno con sentido de solidaridad y de responsabilidad en la tarea universal de la Iglesia, de ello da buena prueba España cuando, como en otros tiempos, sigue ofreciendo operarios para él campo misional, cuando a sus hijas antiguas de América continúa mandando sacerdotes, religiosos y apóstoles seglares en ayuda de las diócesis necesitadas. “Possumus”. Esta es aún la respuesta, el mensaje del Hijo del Trueno. España aceptó este lema en el correr de su historia y hoy lo repite con un no al desaliento y al cansancio a la engañosa euforia de glorias pasadas. Lo confirma así la atención de vigilia, de espíritu peregrinante. Y lo hace con fe y esperanza en la Providencia divina qué siempre lo asistió con seguridad de sí misma, de sus virtudes y tesoros espirituales de sus hombres y valores humanos.

Santiago Apóstol, astro refulgente de España, protégela, ruega por ella, Españoles amadísimos, devotos de Santiago, recibid en nombre de Cristo y de su Santísima Madre, en prenda de esta protección que sobre vosotros invocamos, nuestra particular bendición apostólica.”

Finalizado el referido mensaje del Papa Pablo VI,  y tras al interpretación del Himno al Apóstol Santiago y el funcionamiento del Botafumeiro, el Caudillo y su esposa, seguidos del Gobierno y personalidades, abandonaron el templo, acompañados hasta el pórtico de la Gloria por el cardenal arzobispo. Al aparecer de nuevo el Jefe del Estado en la plaza de España, la multitud hizo renovación de sus demostraciones de entusiasmo hacia el Caudillo, aplaudiéndole y vitoreándole incesantemente hasta que llegó al palacio municipal. En el salón de sesiones del mismo, el alcalde  hizo entrega al Generalísimo y esposa  de un artístico objeto jacobeo con la siguiente dedicatoria: “La ciudad de Santiago de Compostela a Su Excelencia el Jefe del Estado, Don Francisco Franco Bahamonde, a la Excelentísima señora doña Carmen Polo de Franco, en recuerdo y conmemoración  de la ofrenda Nacional. Año Santo Jacobeo, 196S.”

  1. Burgo de las Naciones.

Tras abandonar el palacio Neoclásico de Rajoy, el Jefe del Estado, su esposa y autoridades se dirigieron al Burgo de las Naciones, complejo turístico diseñado a partir de  1963 por el arquitecto Julio Cano Lasso y construido por los ministerios de la Vivienda y de Información y Turismo, que pasó a formar parte de la  red Nacional de Paradores de Turismo, formado por 48 pabellones de estructura metálica, distribuidos en una superficie de 21.000 metros y con capacidad para acoger a unas 5.000 personas  especialmente peregrinos, con habitaciones individuales, dobles y cuádruples, estas con literas, comedor y una red telefónica de 150 cabinas,  lo  que lo convirtieron en el hotel más grande del mundo.

En ese Año Santo Compostelano de 1965, el Burgo de las Naciones serviría la friolera de 112.000 comidas en su gran comedor de autoservicio, registrando 126.000 pernoctaciones que ocuparon sus 1.473 habitaciones y preparando más de 80.000 desayunos.

Tras la visita al Burgo de las Naciones, el Jefe de Estado, su esposa, vicepresidente de gobierno, ministros y primeras autoridades, participaron en un almuerzo en el palacio arzobispal, ofrecido por el cardenal Quiroga Palacios.

P/D: Escribo este artículo, al amparo de la infecta, criminal, malvada, canallesca, mentirosa, llena de odio, de división entre unos españoles y otros; profanadora de cadáveres de héroes de nuestra historia, manchada con la sangre de las víctimas del terrorismo, a quienes desprecia, un auténtico fraude de ley, que ataca la unidad de España, la verdad, la libertad, la historia de nuestra Patria; que pretende por ley obligar a los españoles a pensar lo que quiere este gobierno corrupto, traidor y estulto y que incluso  ataca de forma ignominiosa al patrimonio cultural, histórico y artístico de España, siendo su único y malévolo fin deslegitimar un régimen, el del Generalísimo Francisco Franco, que llevo a España a convertirse en la novena potencia industrial del mundo y de él que emanó la actual Jefatura del Estado, -no lo olvide Majestad-,  llamada, de forma burda y grosera, ley de “memoria democrática”, de la cual me declaro beligerante y desafiante, recientemente aprobada, que en un párrafo textual de su sectario preámbulo dice: “El conocimiento de nuestro pasado reciente contribuye a asentar nuestra convivencia sobre bases más firmes, protegiéndonos de repetir los errores del pasado. La consolidación de nuestro ordenamiento constitucional nos permite hoy afrontar la verdad y la justicia sobre nuestro pasado. El olvido no es opción para la democracia”.

ESTA ES MI MEMORIA Y A ESO ME ACOJO. EN DEFENSA DE LA VERDAD. SIN MIEDO A NADA NI A NADIE. LA MEMORIA NO PUEDE ESTAR SUJETA A NINGUN TIPO DE LEY. ES ALGO CONSUSTANCIAL CON LA PROPIA PERSONA. NO ME VOY A CALLAR Y ME REBELO ANTE ESTE ATROPELLO DE UNA LEY ANTICONSTITUCIONAL, ABERRANTE, SOVIETICA, QUE ATACA LA LIBERTAD PERSONAL, ÚNICAMENTE PROMULGADA PARA MANTENER LA FALSA VERSION DE LA IZQUIERDA -POR ELLO NECESITAN UNA LEY QUE AMENACE CON MULTAS Y ATOSIGUE CON EL TEMOR- PARA DISTORSIONAR, PUES NO PUEDEN REBATIR, EN ABSOLUTO, LA VERDADERA REALIDAD HISTORICA DE ESPAÑA.

 

 


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