El coronel Alamán responde a la “ley mordaza” del Gobierno contra los militares

“Esta es la prueba de que el PP odia al Ejército más que el PSOE”. Así de contundente e indignado se expresó hoy el coronel Francisco Alamán Castro ante la pretensión del Ministerio de Defensa de que se castigue con una falta leve –hasta 14 días de arresto- a los militares que expresen opiniones que no se ajusten a la disciplina por las redes sociales o correo electrónico. O que den réplicas desatentas o “razones descompuestas” a sus superiores por esas vías. El coronel Alamán dice estar convencido de que esta ley “mordaza” pretende silenciar a los militares que opinan en medios como Alerta Digital sobre la destrucción de España por parte de su casta dirigente.

-¿Le ha sorprendido el anuncio del ministro Pedro Morenés?

En absoluto. Llevo años diciendo que el PP siente más odio hacia los militares que el PSOE. Con el PP en el Gobierno, los militares hemos sufrido los mayores ataques y las peores leyes. No ha habido un ministro peor para el Ejército que Federico Trillo. Sus leyes inmorales han causado un daño casi irreparable a la institución militar. Si repasa usted las hemerotecas encontrará continuos ejemplos que certifican el desprecio que los dirigentes del PP han sentido siempre hacia el estamento militar.

-¿Seguirá usted escribiendo?

Por supuesto. Tendrían que matarme para que no lo hiciera. El señor Morenés no tiene cojones de hacerme callar y evitar que siga dando mis opiniones sobre el estado de nuestra patria. Los militares tenemos algo que la mayoría de los políticos de la casta desconocen: patriotismo y honor. Ese patriotismo y ese honor nos impele a actuar siempre bajo la exigencia del sentido del deber. Y el deber de los militares es alertar de la situación agónica que vive nuestra patria. Si, según la Constitución, somos los garantes de su unidad y de su seguridad, ¿por qué se pretende que callemos cuando se está poniendo en serio peligro tanto la unidad de la patria como la seguridad de los españoles? Eso es tan inverosímil como si se pretendiera que un médico no opinara sobre la salud de su paciente moribundo.

-¿Qué opinión tiene de Pedro Morenés, ministro de Defensa?

Es un vividor. No merece que le dedique más tiempo.

-¿Qué le hace falta a este país para salir del tunel al que ha sido conducido?

De entrada una regeneración moral de la clase política. Cuando se presenta el curriculum de algún nuevo cargo público, se dice que estuvo en tal sitio y que estudió en esa otra universidad. Pero nunca nos dicen si ese cargo público tiene sentido del honor o si se trata de una persona decente. Es por eso que muchos políticos no tragan a los militares: representamos esos valores que ellos no han tenido ni tendrán nunca.

-¿Cuáles son esos valores?

El honor, el sentido recto del deber, la disciplina moral, la austeridad, el amor a España y el valor del sacrificio, aún en las circunstancias más adversas. Salvo deshonrosas excepciones, somos aún la conciencia limpia que no han podido torcer.

-En cualquier caso, no deja de sorprender que en un país donde opina todo el mundo, se quiera impedir a los militares el ejercicio de un derecho que reconoce la propia Constitución.

En efecto. se puede ofender a Dios, se puede insultar a España, quemar su bandera, silbar su himno, denigrar a los héroes. Cualquier imán en cualquier mezquita puede defender las leyes islámicas. Cualquier artista puede denigrar las imágenes sagradas. Cualquier etarra puede dar su opinión en los periódicos… Todos tienen derecho a expresarse… menos los militares. Imagine qué ocurriría si el Gobierno amenazara con sancionar a los representantes del colectivo gay que insultasen a la Iglesia, una institución en la que se ven representados millones de españoles. Se armaría la de San Quintín. En cambio se nos pide a nosotros que nos callemos y nadie sale al paso.

-¿Le sorprende que cada vez más españoles renieguen de la versión oficial sobre el franquismo?

En absoluto. Han tenido engañada a mucha gente durante años, pero no se puede engañar siempre a todo el mundo. Cualquier comparación con el régimen de Franco dejaría muy mal parada a esta casta política. Aquella gente sí que hacía las cosas por el interés y el bien de todos. La altura moral de aquellos ministros convierte a los de ahora en enanos. Gracias a la fortaleza de esa clase media que se creó durante el franquismo, España ha tenido tranquilidad social todos estos años. Eso ya se está acabando, y por desgracia no tenemos a otro estadista como Franco para que nos eche una mano.

Luego está la hipocresía de querer enterrar la memoria de Franco, pero no su gigantesca obra. Se destrozan las estatuas de antes, pero se conservan los paradores de turismo. Se quita el nombre a las calles de los franquistas, pero no sus frutos en forma de industrias, pagas extraordinarias, seguridad social, pantanos, universidades populares, trenes, aeropuertos, autopistas, puertos pesqueros, altos hornos y, sobre todo, una gran clase media que nunca antes había existido. Esta farsa ya se les está acabando. Por eso temen tanto las opiniones de quienes representan aún la conciencia moral y patriótica de aquella maravillosa época que dio paz, desarrollo económico y fortaleza moral a los españoles.

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