El Generalísimo Francisco Franco inaugura la refinería de Petróleos de La Coruña”. Por Carlos Fernández Barallobre.

Por Carlos Fernández Barallobre.

En el año de 1960, unas semanas antes de la Coronación de la Patrona de La Coruña, la Santísima Virgen del Rosario, visitaron la ciudad un grupo de técnicos de la Ohio Oil Company, compañía norteamericana que tenía en proyecto, con ayuda de capital español, construir una refinería de petróleos en el norte de España. Los señores Miller, Rice, Hendrix y Musgrave, giraron visita a diferentes emplazamientos en nuestras costas. Uno de ellos fue el lugar llamado de Bens, muy cerca de la capital coruñesa. Al terminar su visita dejaron  un cuestionario de treinta y cuatro preguntas a las autoridades, las cuales cantaron y contaron  las ventajas que ofrecía  La Coruña para la instalación final de la refinería. Sus informes tardaron casi un año es cristalizar en un extenso memorando, que en la primavera de 1971 presentaron a las autoridades españolas.

 Estas vieron con buenos ojos el proyecto, no en vano España estaba ya plenamente inmersa en la década de su gran despegue económico. En julio de 1961, concretamente un sábado 23 de julio, se constituyó, en el ministerio de Hacienda, la compañía Ibérica refinadora de petróleos. Firmaron la correspondiente escritura el ministro de Hacienda, Mariano Navarro Rubio, en representación del Estado Español y los señores  Alfonso Fierro y Raymond Lutton, en nombre de la nueva compañía. Igualmente estamparon su firma, los delegados de los ocho bancos más importantes  de nuestra nación. El capital inicial se cifró en 750 millones de pesetas, pudiendo ser ampliado a 1125. Igualmente se constituyó el consejo de administración que estaría  presidido por  Juan Sánchez-Cortés y Dávila, figurando como consejeros, entre otros, Alfonso Fierro, Raymomd Lutton y el ministro  de industria, Gregorio López Bravo.

 Siete meses después, el gobierno de la Nación, decidía que el emplazamiento para la nueva refinería del noroeste fuese el lugar de Bens, muy cerca del polígono de la Grela, en una parcela a la derecha de la carretera que une La Coruña con la capital de la comarca de Bergantiños, Carballo. La noticia se acogió  con enorme júbilo en la ciudad. Quien informó, en rueda de prensa, del importante logro fue el gobernador civil y Jefe provincial del Movimiento, Evaristo Martín Freire.

 Para La Coruña se abría así una nueva etapa de prosperidad y relanzamiento económico. Los motivos para otorgarle a La Coruña la refinería fueron abrumadores. Todo concurría a su favor: Proximidad a un gran puerto abrigado donde hubiese la posibilidad de construir unos pantalanes para la descarga del crudo; una subestación de energía eléctrica en la Grela; dos aeropuertos, Lavacolla y Alvedro, cercanos; cabecera de las grande líneas ferroviarias; el puerto más cercano a América y recalada habitual de las grandes rutas oceánicas.

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Varios ministros del Gobierno esperan al Jefe del Estado el día de la inauguración de la refinería de Petróleos de La Coruña. Foto Blanco. Colección particular del autor.

 

Los trabajos de construcción, de la colosal obra comenzaron en julio de 1962 y se prolongaron hasta septiembre de 1964. Se removió tanta tierra como abulta el monasterio del Escorial y  cientos y cientos de camiones se desplazaron una y otra vez para transportar el material de relleno.

 

Por su parte, los trabajos del muelle petrolero dieron comienzo en  noviembre de 1962, iniciándose donde se encontraba el viejo castillo de San Diego, que en su tiempo, cerraba la línea, junto con el de San Antón, de la entrada y defensa del puerto de La Coruña.  Se realizó el dragado, la escollera y el rellenado. Se rellenaron 1.000.000 de metros  cuadrados  y el volumen del dragado de 1.500.000 metros cúbicos a fin de conseguir una profundidad de catorce metros. La piedra de la escollera fue transportada -desde las canteras del monte de San Pedro, a los pies de la batería de costa de Artillería, y Monte Alto, enfrente de la Torre de Hércules, solar que hoy ocupa un moderno instituto de enseñanza-, por unos enormes camiones de la empresa madrileña, Montejano, la misma que se encargaba de transportar la piedra para la realización de otra obra gigantesca, que se acometía también por aquellas fechas en la ciudad: el dique de abrigo del puerto coruñés.  El coste total de la refinería y el muelle petrolero, se elevó a  más de dos mil  millones de pesetas.

 

A las cinco de la tarde del día 11 de septiembre, tras una apretada jornada de mañana en la que el Jefe del Estado había inaugurado el  Centro de Investigación, Experimentación, Formación Profesional y Extensión Agraria en Bergondo y el Internado Benéfico Social “Pilar Bahamonde” en La Coruña,  el Generalísimo Francisco Franco, llegaba al lugar de Bens en La Coruña, a fin de estar presente en  la apertura de la nueva refinería de Petróleos. La nueva refinería que iba a ser inaugurada, se hallaba engalanado con banderas y gallardetes, y formada en un sector de la explanada se encontraba la Banda Municipal de música, y en otro, en el acceso al salón de actos, la Guardia Municipal con uniforme de gala, A lo largo de la carretera que llevaba a la refinería se había agolpado una inmensa muchedumbre que esperaba la presencia del Jefe del Estado.

 

Al descender del vehículo, la esposa del director de la refinería, señora de Querejeta, hizo entrega de un ramo de flores a la esposa del Jefe del Estado, y a continuación el Caudillo fue cumplimentado por las personalidades que le aguardaban, entre ellas, el vicepresidente del Gobierno Capitán General Muñoz Grandes y los miembros del Gabinete, subsecretario de la Presidencia, Vicealmirante Carrero Blanco; ministro del Ejército, teniente general Menéndez Tolosa; ministro de Marina, Almirante Nieto Antúnez; ministro de Justicia, señor Iturmendi; ministro de la Gobernación, teniente general Alonso Vega; ministro de Industria, señor López Bravo; ministro de Obras Públicas, señor Vigón; ministro de Agricultura, señor Cánovas; ministro de Información y Turismo, señor Fraga Iribarne; ministro secretario general del Movimiento, señor Solís Ruiz; cardenal arzobispo de Santiago, doctor Quiroga Palacios; comisario general del Plan de Desarrollo, señor López-Rodó; embajador de los Estados Unidos en España, Mr. Woorward; embajador de Libia en España, señor Abdel- Kafi Ess Samin; capitán general de la Octava Región, teniente General  Manzanera; capitán general del Departamento Marítimo de El Ferrol del Caudillo, almirante Suanzes; jefe de la Región Aérea del Atlántico, general Grima; gobernador civil, señor Martín Freire; gobernador militar, general Permuy López; presidente y fiscal-jefe de la Audiencia Territorial, señores Rodríguez Suárez y Leirado Sacristán, respectivamente; director general de la Vivienda, Enrique Salgado Torres; presidente del consejo de administración de Compañía Ibérica Refinadora de Petróleos, señor Sánchez-Cortés Dávila; presidente de la Marathón Oil Company, Mr. J. C. Donnell; vicepresidente de la Compañía Ibérica de Petróleos y director general del Patrimonio del Estado, señor Martínez Esteruelas; director general de la Guardia Civil, Teniente general Luis Zanón; alcalde de la ciudad, señor Sanjurjo de Caricarte; director de la Refinería señor Querejeta segundo gobernador militar de la plaza, señor Mosquera Palleiro; presidente de la Diputación, señor Puga Ramón; general Lobo Montero, presidente del Centro Gallego de Madrid; conde de Fenosa, Pedro Barrié de la Maza; consejero nacional, señor Salgado Torres; jefe superior de Policía, señor Cabrero Hernández y otras autoridades y representaciones.

El presidente de la compañía Ibérica Refinadora de Petróleos S.A., Juan Sánchez-Cortés y el ministro de industria Gregorio López Bravo dirigieron la visita, en la cual el Generalísimo Franco, tras la bendición de las nuevas instalaciones por el Arzobispo de Santiago, Cardenal Quiroga y Palacios,  pudo comprobar la magnífica dotación con que nacía la planta, tras un largo y detenido recorrido en coche por diferentes puntos de la misma.

Refinería de Petróleos de La Coruña.

Al llegar al pabellón de visitas, el Caudillo y su esposa, pudieron visualizar una gran maqueta de la instalación ante la cual, el presidente de la compañía, Juan Sánchez-Cortés; el de la compañía Marathón Oil, señor Donnell y el vicepresidente de Ibérica de Petróleos, señor Martínez Esteruelas, explicaron al Generalísimo todas las características de la nueva refinería, donde destacaba un laberinto de conducciones con grandes sistemas de seguridad. Treinta y seis tanques de recepción y de  almacenaje de crudo y refinado, tres de ellos con una capacidad de 27.000 metros cúbicos, así como ocho esferas para almacenar gas butano-propano.  Un oleoducto que cruzaría parte de la ciudad desde la refinería a los nuevos pantalanes en el muelle de San Diego, cuyas obras se rematarían en diciembre de ese año. El crudo sería abastecido desde Libia y los dos millones de toneladas de rendimiento anual, suponían  el veinticinco por ciento de la producción nacional. Unos días después, de la apertura de la refinería, llegaba el primer buque petrolero, el Valmaseda, al muelle de San Diego, todavía en obras,  para descargar 18.000 toneladas de crudo. La visita finalizaría con el descubrimiento por parte del Caudillo de España de una placa conmemorativa, sirviéndose  a continuación una  copa de vino español.

 Una vez inaugurada la Refinería de Petróleos,  el Jefe del Estado y su esposa presidian desde el Real club Náutico, la tradicional Regata de Traineras en su honor, disputada en la bahía coruñesa  y cuya copa del Generalísimo seria ganada por la embarcación “Montañesa” de Pedreña, clasificándose en segundo lugar la trainera “Virgen del Carmen” de Moaña (Pontevedra).

 A la noche de ese apretado día, el Caudillo regresaba de nuevo a La Coruña para presidir la cena de gala que en su honor ofrecía el Ayuntamiento de La Coruña, en una plaza de María Pita llena de banderas Nacionales y del Movimiento y miles de personas que tributaron un fervoroso recibimiento al Caudillo y esposa con continuados aplausos y gritos de ¡Franco! ¡Franco! ¡Franco!  

 A las puertas del palacio consistorial, que lucía adornado con reposteros colgados de sus balcones y ventanas, esplendorosamente iluminado y donde resaltaba un gran Víctor del Caudillo con la leyenda “XXV años de Paz”, el Jefe del Estado y su esposa Carmen Polo, eran recibidos y cumplimentados por el alcalde, Eduardo Sanjurjo de Carricarte. El Generalísimo Franco, tras escuchar el Himno Nacional, pasó revista a una compañía de infantería del Regimiento Isabel la Católica nº 29, que le rindió honores de ordenanza. Entre maceros, heraldos, timbaleros y guardia municipal en uniforme de gran gala, desde el vestíbulo, donde resaltaba un artístico repostero de color rojo con el Escudo Nacional, subió por la escalera de honor al salón de sesiones donde el Caudillo saludó a nueve de sus ministros; Capitán General de Galicia, Teniente General Castor Manzanera Holgado; Gobernador Civil, Evaristo Martín Freire; Presidente de la Diputación Provincial Rafael Puga; corporación municipal y otras autoridades civiles, militares y eclesiásticas. La entrada en el comedor la hizo  el Jefe del Estado Francisco Franco dando el brazo a la esposa del alcalde coruñés. Mientras el alcalde Sanjurjo daba el brazo a la señora de Franco.

 Un apunte para curiosos. Durante los años en que el Generalísimo Franco presidió la cena en el palacio municipal coruñés, la austeridad fue siempre la nota predominante en aquellas veladas. En plena época de racionamiento, años cuarenta, a un camarero, -ante el hambre que pasaba-, se le dio por comer a escondidas un filete, en la creencia de que la abundancia imperaba en el banquete que el ayuntamiento ofrecía al Jefe del Estado. Pero resultó que las viandas estaban contadas y un comensal se quedó sin él. Resultó ser el concejal Hervella Torrado, que fue durante muchos años el portador del pendón de la ciudad. El Alcalde Molina, que era un ocurrente y un cachondo de tomo y lomo, lo amenazaba siempre en los plenos con dejarlo sin pendón, diciéndole: “Hervella te voy a relevar de tu función de llevar el pendón de la ciudad. Te haré un favor, ya que así dejarás de ser el pendón municipal”.

Otra anécdota de lo austeras que eran aquellas cenas, es que Franco tenía el hábito de  ingerir sopa y consomé casi hirviendo. Esta costumbre le venía de la guerra de Marruecos, en que  a la hora de tomar un tentempié,-sobre todo sopas y consomés-, situado en vanguardia ante el fuego enemigo, uno no podía entretenerse demasiado. 

Cena de gala en honor al Caudillo de España, celebrada en el palacio Municipal de la Coruña.

 Pues bien la cena, debido al gran número de invitados que asistían, se servía en diferentes salones del ayuntamiento y siempre se abría con un cuenco de un líquido que se asemejaba a una sopa. Franco lo bebía casi de un sorbo y a los últimos comensales de los salones más alejados ya no les llegaba nada, al ordenar el maitre, una vez visto que el Caudillo había terminado, retirar el entrante y pasar al primer y segundo platos, que siempre se conformaban con pescado o carne de ternera o ave, generalmente siempre escasa.

Los invitados pasaban en aquellas cenas más hambre que Carpanta, uno de los más conocidos personajes del tebeo. Eso sí, la decoración de salones y mesas, así como  las invitaciones eran muy vistosas y las actuaciones musicales de excelente calidad.

Por eso no es de extrañar que durante años, la gran mayoría de la corporación municipal, una vez finalizada la cena de gala, se fueran  al restaurante “El Rápido”, de la calle de la Estrella, por derecho propio, uno de los de mayor renombre, categoría  y aceptación de Galicia, donde el bueno e inolvidable Juanito Vázquez Amado, les daba de cenar de verdad (1).

Aquella velada en honor al Caudillo, fue amenizada por la banda municipal que interpretó obras de Bizet, Mozart, Araque y Soutullo y Vert; el violinista José Luis García Asensio que deleitó a los invitados con dos obras de Pablo Sarasate y la soprano María Dolores Martí, acompañada al piano por Jane Meerapfei, que cantó obras de Falla y Rodrigo. Mientras miles de personas esperaban en la plaza de María Pita la salida de Franco al balcón principal de ayuntamiento, cosa que hizo para presenciar una brillante y espectacular sesión de fuegos artificiales, que finalizaría con un gran arco de luz permanente que dibujó en el cielo coruñés el Víctor del Caudillo y la leyenda “25 años de Paz”. Entre aclamaciones regresó a Meirás, arropado por su espectacular escolta motorizada.

1. El restaurante “El Rápido”, que había abierto sus puertas en 1943, fundado por el matrimonio formado por José López Vázquez y Josefa Pérez Amado, tuvo el honor, tras una gran reforma en 1952, de haber instalado en La Coruña el primer escaparate frigorífico,  que llamaba la atención de propios y foráneos, quienes  quedaban impresionados  observando las imponentes centollas, cigalas, nécoras, percebes, merluzas meros y rodaballo, que en aquel singular escaparate se  exponían, rematado con el rótulo de  Restaurante El Rápido y las letras “Marisquería” hechas con hielo. Entre sus ilustres comensales figuraron los marqueses de Villaverde, el almirante Luís Carrero Blanco, numerosos ministros de los sucesivos gobiernos de España, el Conde de FENOSA y su esposa, alcaldes, concejales y conocidos artistas de la canción y cinematográficos, así como renombrados deportistas. Hasta su cierre en 1992, con motivo del fallecimiento de Juan Vázquez Amado, figuraron en su carta 16 entrantes, 30 platos de marisco, 20 de legumbre y huevo, 34 de pescado, 16 de carne y 19 postres. Contaba con una bodega de casi cien marcas de diferentes denominaciones de origen. Se distinguió, además de por sus mariscos, por su salpicón de langosta, filloas rellenas de centollo, Angulas con setas, Lubina a la naranja, Mero al Godello, Rodaballo, Reo, Salmón, Lamprea a la bordelesa, Cochinillo lechal, Perdiz con chocolate, Callos a la gallega o entrecot con champiñones, así como postres, fresas con nata, filloas rellenas flambeadas, suflé, arroz con leche y tartas variadas. Durante 22 años fue un restaurante recomendado por la guía Michelin.

P/D: Aquellas históricas jornadas para La Coruña y Galicia de los días 10,11 y 12 de septiembre de 1964, eran saludadas por La Voz de Galicia con un editorial titulado Gratitud y entusiasmo en torno a  Franco, insertado en la edición del sábado día 12 de septiembre que textualmente decía: “No han sido insólitas en La Coruña, en el trascurso de los últimos veinticinco años, jornadas de trascendental sentido positivo como la de ayer. Sin embargo, quizá ninguna perdurará tanto en el recuerdo de los coruñeses ni tampoco dejará huella tan profunda.

 El Jefe del Estado, imponiéndose las molestias inherentes a un programa tan apretado, inauguró el “Centro de Galicia” en Guisamo; un centro benéfico social que lleva el nombre de su madre, y la Refinería de Petróleos de La Coruña.

Otro establecimiento de excepcional interés, la Universidad Marítimo-Pesquera quedará inaugurado hoy.

Decir pues, que desde ayer La Coruña es distinta; que ha dado un paso gigantesco, definitivo, hacia un porvenir más próximo, abierto a las mejores posibilidades, no constituye hipérbole alguna. Repárese en las repercusiones próximas y futuras que deben derivarse del funcionamiento de la Refinería- a la que dedicamos singular atención en este número extraordinario de LA VOZ DE GALICIA- del centro de Guisamo o de la Universidad Laboral. Durante muchos años han sido aspiraciones fundamentales que, la verdad hace poco tiempo todavía a  muchos se les antojaban remotas.

Hoy son venturosa realidad. Y son realidad gracias a Franco y a su Gobierno. Son también-conviene no olvidarlo- producto de los veinticinco años de paz que hemos disfrutado.

Los coruñeses lo saben. Y ayer han tenido la oportunidad de mostrar con su reconocimiento, la adhesión sin quiebra a Franco. El Caudillo en todos los actos por él presididos y a su paso por nuestras calles, recibió cálido homenaje de afecto popular. El corazón de todos los coruñeses ha sido ayer un solo corazón que vibró a impulsos de los más nobles sentimientos polarizados en el homenaje sincero, espontaneo, cordial al Jefe del Estado.

 La etapa de progreso iniciada en la Coruña tiene ahora ante si nuevas perspectivas. En el Consejo de Ministros celebrado el jueves en el Pazo de Meirás se han adoptado otros acuerdos de suma importancia: la creación del polígono industrial de Sabón; la creación de un museo en el Castillo de San Antón; la construcción de la estación de mercancías de San Diego y, por lo que respeta al ámbito provincial.  La ampliación del Hospital de  Santiago y de Labacolla; las obras de adaptación de la Universidad, la concentración parcelaria, etc, etc.  Todavía nos afecta otra decisión del Gobierno: la relativa a las normas de expropiación en los polígonos industriales.

Todos estos son hechos; no vagas  promesas. Hechos que condicionan una realidad, que acreditan una política, que justifican el clima de entusiasmo popular y de gratitud en torno a Franco.”

 La misma Voz de Galicia, que cincuenta y seis años después, en 2020, bien regada de subvenciones, sirvió como ariete de los propósitos espurios y maliciosos, llenos de odio y rencor de la Xunta de Galicia al mando de Alberto Núñez Feijoo y del Gobierno de la nación del traidor de la Moncloa, para expropiarle de forma indigna y canallesca el Pazo de Meirás, -lugar donde se habían hecho realidad aquellas aspiraciones que agradecía de forma enardecida La Voz de Galicia en 1964-, a la familia Franco. ¡Hemerotecas! ¡Malditas Hemerotecas!, que retratan a traidores, aprovechados, trepadores, olvidadizos y chaqueteros.   

Escribo este artículo, al amparo de la infecta, criminal, malvada, canallesca, mentirosa, llena de odio, de división entre unos españoles y otros; profanadora de cadáveres de héroes de nuestra historia, manchada con la sangre de las víctimas del terrorismo, a quienes desprecia, un auténtico fraude de ley, que ataca la unidad de España, la verdad, la libertad, la historia de nuestra Patria; que pretende por ley obligar a los españoles a pensar lo que quiere este gobierno corrupto, traidor y estulto y que incluso  ataca de forma ignominiosa al patrimonio cultural, histórico y artístico de España, siendo su único y malévolo fin deslegitimar un régimen, el del Generalísimo Francisco Franco, que llevo a España a convertirse en la novena potencia industrial del mundo y de él que emanó la actual Jefatura del Estado, -no lo olvide Majestad-,  llamada, de forma burda y grosera, ley de “memoria democrática”, de la cual me declaro beligerante y desafiante, recientemente aprobada, que en un párrafo textual de su sectario preámbulo dice: “El conocimiento de nuestro pasado reciente contribuye a asentar nuestra convivencia sobre bases más firmes, protegiéndonos de repetir los errores del pasado. La consolidación de nuestro ordenamiento constitucional nos permite hoy afrontar la verdad y la justicia sobre nuestro pasado. El olvido no es opción para la democracia”.

ESTA ES MI MEMORIA Y A ESO ME ACOJO. EN DEFENSA DE LA VERDAD. SIN MIEDO A NADA NI A NADIE. LA MEMORIA NO PUEDE ESTAR SUJETA A NINGUN TIPO DE LEY. ES ALGO CONSUSTANCIAL CON LA PROPIA PERSONA. NO ME VOY A CALLAR Y ME REBELO ANTE ESTE ATROPELLO DE UNA LEY ANTICONSTITUCIONAL, ABERRANTE, SOVIETICA, QUE ATACA LA LIBERTAD PERSONAL, ÚNICAMENTE PROMULGADA PARA MANTENER LA FALSA VERSION DE LA IZQUIERDA -POR ELLO NECESITAN UNA LEY QUE AMENACE CON MULTAS Y ATOSIGUE CON EL TEMOR- PARA DISTORSIONAR, PUES NO PUEDEN REBATIR, EN ABSOLUTO, LA VERDADERA REALIDAD HISTORICA DE ESPAÑA.

 

 

 

 

 


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