El guirigay de la política

 
Honorio Feito
 
 
 
   Dice Luciano de Taxonera, uno de los biógrafos de Antonio Maura, que, con ocasión de aclarar al presidente del gabinete, don Práxedes Mateo Sagasta, su postura ante la cuestión de Cuba, le espetó aquella frase de: “cada coma de mis proyectos es para mí cuestión de gabinete”, lo que no deja lugar a la duda cuando se trata de poner seriedad en lo que requiere seriedad. Siempre me ha parecido curioso que nuestra Historia Contemporánea, condenada por graves desastres, esté por otra parte cuajada de grandes personajes que, sin embargo, no supieron o no pudieron reconducir la caída de nuestra presencia en el mundo.
 
   Me viene este asunto de Maura, político de una honestidad fuera de toda duda, a propósito de la noticia de hace unos días que, envuelta en la maraña electoral andaluza, entremés de la que se avecina a escala nacional en unos meses, y aderezada por la búsqueda de los restos del señor Cervantes, en el convento de las Trinitarias, ha pasado sin más, cual es la excarcelación del etarra (o mejor ex etarra, pero no sinceramente arrepentido), Valentín Lasarte. Empieza a ser lo de menos que nuestro sistema siempre frágil y benévolo con el delincuente, pero severo con el español de a pie, ponga en la calle a un asesino. Lo que me preocupa es que, después de cuatro décadas, los legisladores no contemplen estos “vacíos legales” que permiten a los verdugos y delincuentes salir sin cumplir sus condenas completamente. Y que la clase política se justifique entre sí y ante nosotros.
 
   Los españoles de a pie, la mayoría dividida y maltratada, ya no tiene arrestos ni para protestar por la ligereza con que algunos miembros de la Judicatura, arropados por políticos “estupefactos” (es imprescindible entrecomillar), han mostrado gran celeridad para excarcelar a los autores materiales de delitos contra la vida de las personas. Es lo que hay, como dicen ahora los modernos, que traducido al lenguaje coloquial quiere decir ahí te jodas.
 
   Tengo a don Agustín Argüelles, El Divino, por el primer político profesional que hubo en España. Vivió de, por y para la política, como los de ahora, pero murió pobre. Estos días, los periódicos nos han informado de que el actor Juanjo Puigcorvé irá en las listas de Esquerra Republicana de Cataluña, como número dos en Barcelona, en las próximas municipales; Ángeles Caso, periodista de éxito como escritora, se presentará por Podemos en Oviedo.
 
   Hubo un periodista, don Luis González Bravo, que escribía en El Español (no el de Pedro J. Ramírez, sino el fundado por don Andrés Borrego), y luego fue uno de los fundadores de un diario satírico titulado El Guirigay, donde solía deleitar al lector con sus artículos llamados “cencerradas”, en los que hizo escarnio contra la reina regente doña María Cristina de Borbón. De hecho, se le atribuye haber sido el que dio la noticia de la boda secreta de la reina regente con el espabilado oficial de los Guardias de Corps, don Fernando Muñoz. González Bravo, en aquel tiempo, era un progresista radical. Se presentó a diputado y cambió su suerte, y su ideología. Elegido por Jaén, pasó a engrosar las filas del partido moderado. Narváez lo llevó a la presidencia del Consejo de Ministros, que ocupó desde el 5 de diciembre de 1843 al 3 de mayo de 1844. Algunas biografías de Internet ocultan que su breve periodo presidencial se debe a que, al regreso a España de la reina María Cristina, se descubrió que él era Ibrahim Clarete, el autor de las mordaces críticas, y no le quedó otra al bueno de don Luis que abandonar el cargo, incluso después de haber prestado grandes servicios a la Monarquía, como el de implantar la censura previa para la prensa, para preservar la imagen de doña Isabel II que, con trece años, había alcanzado la mayoría de edad. ¡Cómo estaría el país que en 1868 volvió a ser presidente del equipo ministerial!… y cómo estaría él mismo que, ya en el exilio, abrazó la causa carlista. ¡Ay si se hubiera quedado de periodista…!
 
   Por lo que parece, lo más importante no es ser un buen gestor, de reconocida solvencia, sino un rostro popular. Espero que sus fantasmas personales no confundan a Juanjo Puigcorbé, y sus papeles representando a personajes de la monarquía se rebelen contra el republicano de la ERC, que ahora va a representar… aunque, como es un actor de comedia no creo que muchos lo tomen en serio.
 
 
 
 
 
 

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