El Polígono se hizo solo

Antonio
Burgos

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Lo llamaron
Polígono de San Pablo. Así se escribía su nombre oficial. Pero en sevillano se
pronunciaba Políngano, Polígano, Peníngano, Polígamo o Pelícano, esto quizá por
analogía con la plaza de tal nombre. Va a celebrar por todo lo alto el
Ayuntamiento que el Polígono de San Pablo cumple 50 años. ¡Lo que nos gusta
celebrar un cincuentenario, un centenario, un sesquicentenario y si es un
Quinto Centenario, ni te cuento! Menos procesión extraordinaria que lleve a la
Catedral a los bloques que se alzan junto a donde estaba la derribada fábrica
de la Coca Cola, el cincuentenario del Polígono se va a celebrar con todos los
avíos del puchero hispalense: cartel, ya impreso y presentado; pregón, que no
puede faltar de ninguna de las maneras en estos casos, me imagino que con la
Banda Municipal estrenando la marcha “Polígono Sublime”, naturalmente
que de Marvizón; exposición conmemorativa, que no es en el Círculo Mercantil de
pura chiripa; libro sobre sus iglesias… En fin,
“lo-que-viene-siendo”, como se dice ahora, un cincuentenario en toda
regla. Y leyendo el anuncio de todos estos fastos he llegado a la conclusión de
que El Polígono por antonomasia…

— Eso, eso. Eso
lo dirán en el pregón, y en verso. Porque polígonos habrá: el de la Carretera
Amarilla, el del Manchón, el Polígono Calonge… ¡Pero como tú, ninguno!

Pues he llegado
a la conclusión de que el Polígono de San Pablo fue autoconstruido por sus
vecinos, como quien monta una estantería de Ikea con la llave Allen. O que,
como en una copla rociera de Muñoz y Pabón, el Polígono bajó de los cielos una
mañana. Porque parece que el Polígono se hizo solo. Que nadie tomó la
iniciativa de construirlo, ni la responsabilidad política de terminarlo y
entregar sus pisos. Fue en 1967 cuando se construyó. Con sus bloques y sus
Casitas Bajas, provisionales como una ciudad efímera, fue el gran remedio a la
que hoy se llamaría “catástrofe humanitaria” de la riada del
Tamarguillo de 1961, que hundió medio caserío intramuros y en el arrabal
trianero, y dejó sin hogar exactamente a 125.000 sevillanos, casi un quinto de
la población de entonces, que pasaron por los refugios municipales al
hundírseles la casa o entrar en ruina, con peligro de colapso inminente, el
corral de vecinos donde vivían.

En los cinco
barrios del Polígono se construyeron 8.800 VOP. Sin exagerar, muchas más de las
que ha construido en Sevilla el Régimen Socialista de la Junta en sus 40 años
de existencia. Pero las hizo el Régimen Anterior, lagarto, lagarto (lagarto de
la Catedral, obviamente), y eso hay que silenciarlo. Porque si aplicamos la
Memoria Histórica, hay que derribar el Polígono de San Pablo enterito porque
fue obra del franquismo, entre el Instituto Nacional de la Vivienda y la Obra
Sindical del Hogar. Por iniciativa del gobernador civil don José Utrera Molina.
En las grandes contradicciones de Sevilla, el Polígono celebra sus 50 años y
con tal motivo, a su creador, al honradísimo y grandísimo patriota Utrera
Molina, van y le quitan la calle. Sevilla pura de oliva. Utrera Molina, por
ejemplo, fue quien le dio el piso a Gordillo el del Betis, al Ciclón del
Polígono, el niño de una familia de inmigrantes desahuciada de un corral por la
riada del Tamarguillo y alojada en el refugio municipal de la Cochera de los
Tranvías de la Puerta Osario.

Tocayo del
aeropuerto cuyos terrenos regaló a Sevilla la familia Marañón, el Polígono de
San Pablo se ha hecho ya tan sevillano que tiene hasta su cofradía: “la
del Polígono”. Ya nos suena como “la de San Julián” o “la
del Porvenir”. Suena ya tan clásica como las de los barrios de donde
vinieron muchos de sus vecinos, las collaciones históricas intramuros de Sevilla
que se estaban hundiendo. Pero Utrera Molina no hizo nada. Mejor no recordarlo,
no vayan a querer los de la Memoria Histórica, aparte de quitarle la calle,
demoler enterito este “fagamos una obra tal” del franquismo que
fueron las 8.800 viviendas sociales del Polígono de San Pablo.


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