El Rey es más que Felipe VI, por Eduardo García Serrano

Eduardo García Serrano

 

El hombre es un ser simbólico. Forja símbolos a los que les da el aliento de la esencia de sus anhelos y de su voluntad de ser, de su coraje para permanecer. La transcendente importancia de los símbolos no radica en los materiales con los que los construimos, ni siquiera en las personas que los encarnan. Si así fuera, la Patria moriría en el exilio, la madre en el olvido de su irremediable ausencia biológica, la Bandera no sería más que un trapo mudable, la Cruz dos maderos superpuestos, el retrato del hijo, del padre o del hermano un pedazo de papel fotográfico. De ser así, el hombre no se arrodillaría emocionado en los ritos y las liturgias que ha creado y transmitido para venerar a los símbolos que le hacen grande, que le hacen bueno y que le hacen libre.

Por eso el Rey es más, mucho más, muchísimo más que lo que quiera que sea Felipe de Borbón y Grecia. Es el símbolo de la Patria porque es el Rey de España. Felipe VI no encarna a una dinastía o a un linaje, encarna la Historia. Sus pasos no empiezan ni terminan en la Constitución, comienzan hace más de mil seiscientos años cuando la primera Corona de Hispania ciñó la sienes de Ataúlfo. Ni podemos ni debemos olvidarlo porque España, la Patria, la Nación y el Estado se forjan en el Trono, se hacen con el Trono en un vínculo simbiótoico con el Pueblo que alza y corona reyes para ser libre, para ser fuerte en la permanencia de su Unidad, que es la razón de lo que somos porque es la esencia de lo que fuimos.

Esa es la telúrica y medular importancia de la Monarquía  como símbolo de la realidad histórica y política que llamamos España. Los que la amamos por encima de todas las cosas lo sabemos y lo aceptamos, aunque no seamos monárquicos. Defender hoy al Rey frente a los que, atacándole a él, solo buscan la destrucción de la Patria con la firma del indulto de Barrabás, con mesas de negociación cuya función es la de la tabla del carnicero y con plebiscitos consensuados entre el miedo y la traición, es defender a España como Francisco Franco volvería a hacer hoy.  

 


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