Blas Piñar Pinedo
A raíz de los sucesos que vivimos en la manifestación de las Víctimas del pasado 27 de octubre en la plaza de Colón de Madrid, el Gobierno y su partido están muy nerviosos. Tanto que, si sus votantes se indignan por las traiciones acumuladas en menos de dos años, Cospedal les considera ignorantes preconstitucionales.
¿Cómo no estar verdaderamente indignado contra estos políticos? Porque es en esta democracia pervertida que padecemos donde ETA se está cobrando –caros- los servicios prestados desde su fundación y así, asistimos estupefactos, a otra manifestación más de la inmoralidad de nuestra clase política. Nunca fue tan cierto el plan de pago –urgente- a proveedores…
Han mentido y hasta manipulado la manifestación de las víctimas del terrorismo para tapar la enésima confirmación de que han asumido la Hoja de Ruta pacta por Zapatero con ETA hace ya varios años. En las actas de aquellos tratos figuraba como punto clave la derogación de la Doctrina Parot.
Desde el rápido apuñalamiento de María San Gil durante la segunda mitad de 2008 a la vuelta de Méjico; desde que Jorge Fernández se reunió secretamente, nada más jurar el cargo de Ministro del Interior, con Zapatero; desde que liberaron a Bolinaga; desde que cargos del PP vasco tomaron copas con Bildu; desde que Rajoy rechazó recusar a López Guerra del Tribunal de Derechos Humanos (según Pedro J. Ramírez) y desde la infumable sentencia del Caso Faisán, ¿qué más cabía esperar? Pues lo que hemos visto estos días: la confirmación de que todo lo anterior eran pasos de una misma ruta.
Y no contentos con su grave la traición, han intentado engañar con sus medios y periodistas serviles –sin éxito como se vio en Colón el domingo día 27 de octubre-, a una opinión pública harta de estafas en todos los ámbitos. Aunque hábilmente se adueñaron de la protesta convocada por Francisco José Alcaraz –referente moral de una España en Rebelión Cívica- de VCT anunciada antes, sus artimañas se volvieron contra ellos, dejando evidencia clara de sus tramposos manejos.
Desesperados, han echado la culpa al Código Penal del 73, que UCD dejó sin alternativa para castigar el terrorismo al eliminar del mismo la pena de muerte y la cadena perpetua; irresponsables, han intentado colar que ETA estaba derrotada, cuando jamás gozó de tantos éxitos políticos, económicos y judiciales; falsos, han afirmado que no quedaba más remedio que cumplir una sentencia no vinculante, como han demostrado España y otros países cuando ha interesado; cínicos, han echado la culpa al iniciador del proceso siniestro, pero no hicieron nada contra el representante español en ése tribunal de la vergüenza que contra España ha sostenido una doctrina contraria a sí mismo; cobardes, han dicho que es cosa de los jueces, cuando son sus jueces, nombrados por ellos y siempre obedientes a sus consignas; hipócritas, han mostrado su dolor por la sentencia mientras su justicia la aplicaba a toda prisa, sin antes esperar a la traducción formal de la sentencia, como ha denunciado una importante asociación de víctimas (Daniel Portero).
Todo esto es lo que estamos viviendo. Y todo eso ha sido apoyado en el voto masivo pero confuso de la buena gente de España que veía en Mariano Rajoy no esperanza real sino único remedio a la nefasta gestión de Zapatero. Pero si en economía han aplicado la receta socialista, si en cuestiones morales la perversión de la izquierda, si también sostienen el entramado corrupto autonómico clientelar, si sobre la unidad de España no ofrecen más que los complejos de siempre y respecto a la justicia mantienen la indecente politización antidemocrática, ¿por qué iba a extrañar que sobre el terrorismo hayan asumido los pactos siniestros del socialismo con ETA?
No lo duden, no gobierna el mal menor; porque en el fondo Zapatero sigue en el poder; también su partido, con toda su historia y toda su ideología. Si muchos siguen sin comprenderlo, no habrá remedio para esta España herida de muerte. El sistema contra España es, con todo sentido, la verdadera Hoja de Ruta. Apoyemos, pues, las nuevas alternativas. El bien posible.