En el XXX Aniversario de la muerte del Caudillo: Francisco Franco, signo de contradicción, por Blas Piñar

 

 

Blas Piñar

Revista Fuerza Nueva. 16-XI-2005

 

En el XXX aniversario de la muerte de Francisco Franco me ha parecido oportuno traer a colación textos que ponen de relieve su personalidad auténtica, en desacuerdo total con las frases injuriosas contra él, que leemos y escuchamos a partir de la llamada Transición política.

 

De estas frases gravemente ofensivas me limito a reproducir algunas, a fin de que el lector entienda la necesidad de refutarlas con otras muy diferentes.

 

Una de las más duras lleva la firma de la que fue directora general de Radio y Televisión, Pilar Miró, a la que conocí muy bien, pues me unía con su familia, y especialmente con su padre, una entrañable amistad. Pilar comen­zaba así un artículo que publicó en El País el 23 de noviembre de 1985 y que tituló Franco son los demás: “Le odio. Yo es que le odio. Y cuanto más lo pienso, más le odio. Me temo, además, que empieza a ser un odio exclusiva­mente visceral”. En el artículo alude a “el abominable (que) empezó siendo para mi generación un señor bajito y de aspecto bonachón… con el paso de los años… su imagen podía ser la caricatura de un extraterrestre… Y llega­ron los años de asfixia porque en este país ni siquiera se podía respirar… Su muerte fue indigna de un dictador. Fue una muerte intolerable… ¿Fue posible que ese conjunto de todos los males sin mezcla de bien alguno andará en una sola persona?”

 

Recojo a continuación las frases transidas de “objetividad” y de “caridad” de otros personajes de la época.

 

José Muñoz Clares en el diario La Verdad de Murcia del 3 de diciembre del año 2000, refiriéndose a Franco decía lo siguiente: que era “bajo, ridículo e ignorante hasta los tuétanos… básicamente un ser castrado que rabiaba cas­tración… No hubo época de mayor corrupción… Supersticioso y ladino, astuto en su singular irracionalidad per­versa”.

 

Juan Manuel de Prada en el diario ABC del día 13 de febrero de 1999 se expresaba de este modo: “Cada vez que oigo mencionar a Franco, desenfundo el insecticida… Como ha escrito Rafael Conté en sus memorias el éxito de Franco consistió en personificar España… con la letra del cainismo escrita en el alma… Franco… no es otra (cosa que un) engendro de la Historia”.

 

Rafael Calvo Serer en el mismo diario ABC correspondiente al 3 de diciembre de 1992 (no se olvide que el señor Calvo Serer fue Premio nacional Francisco Franco) decía lo que sigue con respecto al Caudillo: “Es de su personal responsabilidad la corrupción y envilecimiento que produjo su política”.

 

Finalmente, quiero citar el que fue obispo auxiliar de Madrid Alberto Iniesta que afirmó con todo aplomo lo que sigue: “la actuación global de Franco, no solamente no está de acuerdo sino que está en contradicción con la doc­trina de Jesucristo”.

 

Los textos bien diferentes, que reproducimos ahora, corresponden a los obispos españoles, tal y como se mani­festaron a raíz de la muerte del Caudillo. Fueron publicados en gran parte en el número 1.772 de la revista Ecclesia correspondiente al 3 y 10 de enero de 1976.

 

“Creo que nadie dudará en reconocer aquí conmigo la absoluta entrega, la obsesión diría incluso, con la que Francisco Franco se entregó a trabajar por España, por el engrandecimiento espiritual y material de nuestro país, con olvido incluso de su propia vida”. (Cardenal y arzobispo de Madrid Vicente Enrique y Tarancón)

 

“Desaparece el que con tanta abnegación, llevada hasta el heroísmo de una manera casi permanente, se ha sacri­ficado (por España) durante toda su vida. Ante ese cadáver han desfilado tantos, que necesariamente han tenido que ser pocos, en comparación con los muchos más que hubieran querido poder hacerlo, para dar testimonio de su amor al Padre de la Patria, que con tan perseverante desvelo se entregó a su servicio”.”… Brille la luz del agradecimiento por el inmenso legado de realidades positivas que nos deja ese hombre excep­cional. Esa gratitud que está expresando el pueblo y que le debemos todos, la sociedad civil y la Iglesia, la juven­tud y los adultos, la justicia social y la cultura extendida a todos los sectores. Recordar y agradecer no será nunca inmovilismo rechazable, sino fidelidad estimulante, sencillamente, porque las patrias no se hacen en un día, y todo cuanto mañana pueda ser perfeccionado encontrará las raíces de su desarrollo en lo que se ha estado haciendo ayer y hoy, en medio de tantas dificultades”. (Cardenal y arzobispo de Toledo Marcelo González Martín, en la Plaza de Oriente)

 

“Francisco Franco ha marcado con huella profunda una época en la vida nacional. La vida del Jefe del Estado se ha consumido día tras día en el difícil y siempre penoso quehacer del trabajo, sin regateos y entrega a su pueblo”. (Manuel Casares Hervás, obispo de Almería)

 

“La serenidad ante las dificultades, la prudencia en las deliberaciones, la mesura y la fortaleza en las decisiones inevitables reflejaron, sin duda, la psicología de un hombre excepcional; pero se vieron potenciadas, también sin duda, estas cualidades por el trato reflexivo con el mundo trascendental, a que su fe de cristiano le asomaba todos los días”. (Julián Blázquez, Administrador apostólico de Ávila)

 

“¡Francisco Franco ha muerto! No es función de nuestra misión pastoral dibujaros, con los gruesos trazos que merecería, el perfil sobrehumano de su figura: la del soldado invicto, espejo de las mejores virtudes castrenses; la del estadista, timonel taumaturgo de la nave de la Patria, siempre segura en sus manos; la del político, que estruc­tura instituciones de cara a un futuro, hoy ya presente, con el macizo programa que permita a su pueblo el logro de los más nobles ideales”.(Doroteo Fernández y Fernández, obispo de Badajoz)

 

“Los ángeles velan guardia por si el óbito se produce y nuestro Jefe de Estado nos deja… -decía nuestro señor alcalde en un reciente artículo de prensa. Nuestro Jefe de Estado nos ha dejado y ya nadie vela guardia por él; él vela guardia por nosotros”. (Ambrosio Echeverría Arroita, obispo de Barbastro)

 

“Nosotros somos testigos de las múltiples manifestaciones de los sentimientos religiosos del ilustre difunto; hemos constatado su gran espíritu patriótico y hemos admirado su total dedicación al servicio de España. Ahora el alma del egregio difunto ha traspasado ya los umbrales de la eternidad, llevando consigo el gran bagaje de su trabajo, de sus solicitudes, de sus esfuerzos, de sus decisiones, de sus actos: Muchos de ellos de gran trascenden­cia histórica para nuestro país”. (Mariano Jubany Amáu, arzobispo de Barcelona)

 

“Acogemos cristianamente el recuerdo de Francisco Franco, Jefe del Estado español… A lo largo de estos últi­mos cuarenta años su figura se nos ha hecho familiar; su actividad ha influido decisivamente en la esfera de nues­tra vida social, familiar y personal; hemos quedado envueltos todos en una misma historia, de la que él ha sido protagonista excepcional”. (Antonio Añoveros Ataún, obispo de Bilbao)

 

“Lo primero que hay que reconocer y admirar en Francisco Franco es su amor a España. Este amor fue norte y guía, ilusión y aliento ardiente de toda su vida. Él la quiso siempre unida, en paz y en camino de una prosperidad siempre creciente. La Divina Providencia quiso que ya desde su juventud su personalidad tuviera una actuación decidida en los acontecimientos más trascendentales de nuestra Patria. Por eso la figura recia y firme de Francisco Franco llena con su luz y forja con indeleble trazo la historia de los hechos acaecidos en la España de estas seis últimas déca­das. Nunca puso límite a las horas de trabajo ni de día ni de noche. El Sagrario de su capilla sabe de las horas de la noche -mientras los demás dormíamos confiados- pasadas en prolongada vela cuando los problemas de la Patria exigían a su fe la inspiración del cielo. Para Franco la fe es el don más grande que el Señor ha concedido a los pueblos, a las familias y a los individuos. Él siempre creyó que la misión histórica de España era defender esta fe, por eso consideró que todos los materia­lismos ateos eran ya por naturaleza enemigos de la Patria”. (Segundo García de la Sierra y Méndez, arzobispo de Burgos)

 

“Un cristiano que, además, como hombre y como político, sobresale en la historia nacional con una excepcional significación… Dio testimonio de ejemplar vida familiar, de abnegado cumplimiento del deber, de dedicación y laboriosidad infatigables al servicio de la Patria, de arraigada religiosidad, de paciencia en el sufrimiento de sus enfermedades, de aceptación de una larga y terrible agonía. Durante el largo periodo en que ha gobernado al país, la sociedad española ha llevado a cabo una difícil ascen­sión caracterizada por profundas transformaciones técnicas y económicas, por cambios de costumbres y mentali­dades, por d bullir impetuoso del organismo social en todas sus dimensiones. Al contemplar este proceso históri­co, destaca la figura de Franco, que ha influido, sin duda, de una manera decisiva en el curso de ese proceso y en los logros conseguidos por la nación”. (Antonio Dorado-Soto, obispo de Cádiz y de Ceuta)

 

“La figura de Francisco Franco ha entrado ya en la historia encarnando en su persona más de medio siglo de his­toria de España… Roguemos, pues, por quien después de ejercer tan ejemplarmente la máxima autoridad del Estado, asumiendo las más graves responsabilidades históricas, llega al fin de sus días”. (Juan Hervás y Benet, obispo de Ciudad Real)

 

“España entera está de luto porque ha perdido un valeroso soldado que supo no sólo ganar una guerra, sino for­jar la paz y hacer posible la convivencia entre los españoles; ha perdido un ejemplar gobernante y estadista que logró para nuestro pueblo metas de prosperidad y bienestar material nunca alcanzadas y un ferviente cristiano que hizo de su vida un constante servicio de entrega y fidelidad a Dios y a la Patria. Por todo ello merece nuestro entra­ñable afecto, nuestro reconocimiento sincero y, ahora y siempre, nuestra gratitud.Nos congregamos, pues, en torno al altar para orar, para ofrecer el Santo Sacrificio de la Misa por quien ofreció y gastó su vida en el constante servicio a la Patria“. (Demetrio Mansilla-Reoyo, obispo de Ciudad Rodrigo)

 

España ha cambiado su faz en estos últimos cuarenta años: se han universalizado la instrucción y la cultura, se ha elevado el nivel de vida de las gentes, nuestras leyes sociales… La desaparición de quien ha sido durante tanto tiempo Jefe del Estado supone un momento histórico trascendental en la vida de nuestra Patria“. (José María Cirarda Lachiondo, obispo de Córdoba)

 

Creo que sí, amadísimos hijos. Porque auscultando mi propio corazón y recogiendo lo que sus sentidos abarcan en la calle, en la prensa, en la televisión, en las emisoras de radio, estoy seguro de que todos nos movemos ante la tumba de Franco, no sólo con admiración y respeto, sino también por fervores patrióticos exaltados; la Patria llora, no siente el vacío de autoridades, pero sí la orfandad de quien desgastó su vida por ella.Mirad, Señor, cómo llora España porque acaba de perder a quien le dio la paz, la tranquilidad, el progreso, la tecnificación, la elevación del nivel de vida, la industrialización y lo que, para nosotros, es más grato: que imprimió en su vida, y supo trasmitimos un acendrado ejemplo de vivir en el seno de la Iglesia católica y morir con la ben­dición de Dios. Si estuviéramos fuera del templo y en un acto extralitúrgico, podría yo hacerme eco de su talento político y de sus dotes de insigne estadista, pero ante el altar de Dios, y en un acto de sufragio, lo que vale es todo un pueblo que se siente dolorido y apenado y por eso reza implorando, confiadamente, la infinita misericordia de Dios sobre el Caudillo que acaba de perder… Si España, en cuanto es y significa, sintiera el vértigo de la traición a los principios que forjara su grandeza, pidamos a Dios que ponga entonces en la balanza del amor y de premio los sufrimientos, los ardores, toda su vida de gigante del espíritu como ha sido ejemplarmente la vida y obra de Francisco Franco, Generalísimo y Caudillo de España“. (Manuel Llopis Ivorra, obispo de Coria-Cáceres)

 

“Esta mañana he estado cinco horas en pie en un rincón próximo al cuerpo yacente de Francisco Franco viendo pasar a mi lado el desfile prieto, inacabable, de un pueblo que, para verlo un instante, soporta horas de espera; casi he tocado su emoción, sus lágrimas, sus llantos; he admirado, como otros muchos testigos, la impresionante par­ticipación de los jóvenes. Por primera vez en la vida hemos comprobado muchos cómo el homenaje respetuoso de un pueblo a su gobernante tenía la misma vibración conmovedora de un duelo familiar. El mensaje póstumo de Francisco Franco es emocionadamente aleccionador. Espléndida profesión de fe en Cristo y en la Iglesia“. (José Guerra Campos, obispo de Cuenca)

 

“¿Cómo no vamos a mirar con profundo respeto, con reconocimiento sincero y desapasionado, su persona y su obra?“. (Rafael González Moralejo, obispo de Huelva)

 

“Dejemos que el sosegar lento de los años, la perspectiva de la historia, permita ponderar en su más justo valor la acción de quien, con indudable entrega y personal amor, ha dedicado su persona al servicio de la Patria, como lo exigía el juramento a que se había comprometido. Descanse en paz el Jefe del Estado que tanto se esforzó en conseguir un futuro más bello“. (Ramón Malla Cali, obispo de Lérida)

 

El mejor recuerdo y homenaje a Francisco Franco será la oración humilde y confiada, junto al compromiso sin­cero y constante de hacer fructificar las semillas de verdad y de bien sembradas en los surcos de España“. (Ramón Buxarraix Ventura, obispo de Málaga)

 

Un gran hombre, un estadista insigne, un soldado sin tacha, ha muerto. Durante casi cuarenta años ha osten­tado la representación de la nación, la ha regido y ha presidido su evidente crecimiento en tantos aspectos. Francisco Franco ha sido un creyente en Jesucristo y en su Iglesia. Su religiosidad, hasta su devoción diría, son bien conocidas de todos. Francisco Franco ha sido también un apasionado del servicio a su país. Su generosidad, no sólo en el dar de lo suyo, sino también en el dar su vida por España, es proverbial desde sus primeros tiempos de joven soldado en África hasta los últimos días de su cruel enfermedad… Su obra humana y política está ahí. Pero su quehacer de cada día, su empeño de cada momento, su sacrificio continuado, la entrega y la generosidad derrochadas, sus “obras”, estas, no han quedado aquí. Ellas le acompañan… Sí, él puede ya descansar de su fatiga, porque sus obras le han acompañado a la presencia del Señor“. (Teodoro Úbeda Gramaje, obispo de Mallorca)

 

Nuestra nación está triste, está de luto, su horizonte ensombrecido y su Jefe de Estado acaba de morir, ¿volve­rá a explotar el odio reprimido entre las dos Españas?“. (Miguel Moneadas Noguera, obispo de Menorca)

 

Francisco Franco nos ha dado a todos los españoles, y a los cristianos de un modo especial, algunas lecciones sobre las que deberíamos reflexionar y que aparecen sintetizadas en su testamento espiritual. Una lección de amor a nuestra patria, que él supo traducir en un constante servicio, con una entrega, una leal­tad y un tesón que todos debemos agradecer y aprender. Él trabajó por conseguir una patria unida”. (Miguel Ángel Araujo Iglesias, obispo de Mondoñedo-El Ferrol)

 

Sería injusto silenciar sus grandes y excepcionales merecimientos para con la Iglesia y para con el pueblo espa­ñol. Es una grave obligación reconocer la paz, no corriente entre nosotros, el profundo bienestar, el impresionante progreso que nos ha proporcionado durante este prolongado periodo de nuestra historia. El precioso testamento que nos legó revela que pasó las últimas jornadas de su existencia terrena mirando al futuro de nuestra patria. Así quería dar feliz remate a su obra“. (Ángel Temiño Sáiz, obispo de Orense)

 

No seríamos justos si no diéramos testimonio de la profesión de fe y de religiosidad que en el discurrir de toda su vida dio nuestro Jefe de Estado Francisco Franco”. (Teodoro Cardenal Fernández, obispo de Osma-Soria)

 

Nos hemos reunido en este templo catedral en torno a Jesucristo para tributar a Francisco Franco el mejor homenaje de despedida que, como cristianos, podemos realizar: ofrecer por su eterno descanso el Santo Sacrificio de la Misa y escuchar la Palabra de Dios, que ilumina nuestras vidas en este momento histórico. Cabe esperar que nuestro hermano difunto pueda presentar ante el Señor una existencia consagrada al servicio de España. Tan largo periodo de años al frente de la Jefatura del Estado, y circunstancias tan difíciles como las que atravesó España en este último periodo de su historia, han ofrecido a Francisco Franco abundantes ocasiones para ejercitar, con la ayuda de la gracia divina, la generosidad de su entrega personal al servicio de los españoles“. (Gabino Díaz Merchán, arzobispo emérito de Oviedo)

 

La historia siempre mirará lo de fuera. Quisiera subrayar una victoria de Franco que no aparece en la prensa, en los medios de comunicación… La gran victoria de Franco está en su muerte, en esa muerte ofrecida, sin duda, como podemos colegir a través de sus palabras, ofrecida por España. Francisco Franco, grano de trigo que ha caído en la tierra… (que) se convierta en la mejor espiga de España; en la mejor espiga cargada de paz y de justicia, de verdad y de amor“. (José Méndez Asensio, arzobispo de Pamplona)

 

Es del dominio público cómo el Jefe del Estado hacía oración y participaba en los sacramentos de la Iglesia“. (Juan Antonio Del Val Gallo, obispo de Santander)

 

Rendido por el esfuerzo de toda una vida entregada al servicio de España, nuestro Jefe de Estado ha muerto. En los días interminables de su última enfermedad -como hombres y cristianos que somos- le hemos visto sufrir y con él hemos sufrido también nosotros“. (Ángel Suquía Goicoechea, arzobispo de Santiago de Compostela)

 

Francisco Franco ha servido a la Patria con responsabilidad y seriedad“. (José María Cases Deordal, obispo de Segorbe-Castellón)

 

Como cristiano practicante, devoto de la Eucaristía y de la Santísima Virgen, ha muerto en la fe después de una prolongada enfermedad llevada con signo indeclinable de resignación cristiana y está ya en las manos de Dios. Como servidor de la nación, por encima de opciones siempre perfectibles, son dignas del máximo respeto su dedicación plena y su abnegación al servicio de la Patria, no sólo desde el ejercicio de la Jefatura del Estado, sino desde otros cargos de la máxima responsabilidad, actitudes éstas fundamentales que merecen no sólo nuestra admiración, sino también nuestro reconocimiento y gratitud. La Iglesia española, que se ha visto asistida por su ayuda, también lo recuerda con gratitud y respeto“. (Francisco Álvarez Martínez, obispo de Tarazona)

 

Ha muerto el Jefe del Estado español, Francisco Franco. La dedicación del hombre a su misión y su larga y dolorosa lucha con la muerte suscitan en todos un profundo respeto. Nadie puede dejar de reconocer la señalada sig­nificación del fallecido Jefe del Estado para el curso de la historia de nuestra Patria. Durante casi cuarenta años, y en una época que caracterizan transformaciones y cambios de todo orden, algunos de los más profundos y rápidos de la historia humana, el general Franco ha dirigido los destinos de la nación. Nada de lo que ha sucedido en este país durante estos largos años puede entenderse sin alguna referencia a la obra militar y política de Francisco Franco“. (Antonio Palenzuela Velázquez, obispo de Segovia)

 

Todos nosotros, por gracia de Dios, pertenecemos a la misma comunión católica a la que Francisco Franco fue incorporado por su bautismo hace casi ochenta y tres años. Luego fue catequizado en la fe de Jesucristo y ratificó con la profesión de esta fe -pública y firme en circunstancias muy señaladas- su pertenencia a la Iglesia católica, en cuyo seno acaba de morir, con la recepción consciente y piadosa de la Unción de los Enfermos y de la Sagrada Eucaristía“. (José María Bueno Monreal, arzobispo de Sevilla)

 

La vida de Francisco Franco fue como una antorcha que se ha ido quemando lentamente en un servicio cons­tante, abnegado y total para hacer de España una comunidad nacional unida“. (José Cerviño Cerviño, obispo de Tuy-Vigo)

 

Pedimos para el que ha sido nuestro Jefe del Estado el descanso eterno, la luz perpetua, la paz inalterable. El descanso de Dios después de una vida apretada de trabajos, de preocupaciones y responsabilidades tremendas… Se esforzó por encontrar caminos nuevos para un pueblo que le confió su destino“. (Damián Iguacén Borau, obispo de Teruel)

 

Franco era un hombre pendiente siempre de Dios. Pendiente siempre de la fe que anidaba en su alma, en la que nunca jamás hubo crisis. Con referencia a las crisis que tenía que contemplar en este tiempo -y que todos lamen­tamos-, siempre se expresaba con acertado diagnóstico, como de médico espiritual, diciendo: ‘Eso, eso, es crisis de fe’. Franco tenía fe en lo humano. Tenía fe en los valores de España… profundizando digamos que España para él era el contenido de una tradición de fe. Era un hombre de fe. Pero no de fe de relumbrón. Fe que basaba en las obras. Extrañará otra característica del alma de Franco: la virtud de la humildad. Aclamado siempre entre aplausos, guardó la virtud de la humildad. Sin ningún atisbo político y sin entrar a juzgar como lo hará la historia ensegui­da, en torno a este ser privilegiado y único, me voy a limitar a subrayar… sus palabras: ‘Unid a Dios y a España’“. (José María García Lahiguera, arzobispo de Valencia)

 

¡Ha muerto el Caudillo! Estábamos tan acostumbrados a su presencia y a su ‘capitanía’ que este aconteci­miento se ha convertido para todos en una conmoción que se ha ido haciendo patente a lo largo de su prolongada agonía, y, en cierto sentido, en un interrogante y una interpelación para todo el país“. (José Delicado Baeza, arzobispo de Valladolid)

 

Yo fui testigo de la delicadeza con que Franco ha tratado siempre a la Iglesia. La ha ayudado y favorecido. Cuando los obispos teníamos alguna dificultad con la Administración, acudíamos a él, que la resolvía siempre a favor de la Iglesia. La quería por encima de todo partido. Su vida fue siempre honesta y familiar. Nos advirtió de dos peligros fundamentales: la masonería y el comunis­mo. En su testamento nos advierte de estos peligros que nos acechan por todas partes“. (Ramón Masnou Boixeda, obispo de Vich)

 

Franco sacó a España de sus momentos difíciles, de la atonía que se había apoderado de nuestra nación. Franco nos libró de la conflagración universal. Franco encauzó nuestro desarrollo. La figura de Franco en la historia per­manecerá siempre grande. Ha sido un Jefe de Estado cristiano y católico cien por cien. Para encontrar otro de su talla en esos órdenes habría que remontarse a los Reyes Católicos, a Carlos I o Felipe II. Su muerte, con su testamento espiritual, nos ha emo­cionado. Su fe se puso de manifiesto en toda su vida, lo mismo política que particular. La pudimos comprobar muchísimas veces, ya que en sus discursos apelaba siempre a Dios, cimiento de toda su obra. Su legislación en todo momento estuvo orientada dentro de la Ley de Dios“. (Francisco Peralta Ballabriga, obispo de Vitoria)

 

Franco ha muerto bajo el manto de la Virgen del Pilar, con la fe firme y sencilla del centurión del Evangelio, con la entrega total y apasionada de su vida al servicio de España, pidiendo perdón y perdonando a todos sus herma­nos“. (Pedro Cantero Cuadrado, arzobispo de Zaragoza)

 

 

 


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