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Por María del Pilar Amparo Pérez García (Pituca), licenciada en Historia (UCM)
Pregunta: El 26 de enero de cumplen 73 años de la Liberación de Barcelona. ¿Qué supuso para la Ciudad Condal la entrada de las Tropas Nacionales?
Agustín Castejón Roy: Supuso todo un conjunto de cambios profundos y positivos, generadores de múltiples escenarios que estimo deben ser analizados de forma individual.
El primero, fue el de liberar a un pueblo cautivo que después de tres años recuperaba el inigualable tesoro de la libertad. Le llegó la ansiada hora de manifestarse conforme a su manera de ser y pensar. Cantar, rezar, crear, trabajar, bailar… volvió a las calles donde sus gentes exteriorizaban el regocijo de sentirse libres y agradecidos con el Ejército Liberador que les había aportado la felicidad robada.
Se dio fin a la catacumba de férrea clandestinidad que ahogaba la Ciudad; salieron a la luz los escondidos, volvieron a la vida los internados en checas, prisiones, castillos y demás “palacios de tortura”, para volver con los suyos, abrazar a los entrañables y llorar ante la noticia de los familiares, allegados y amigos, inmolados por el terror rojo.
La hambruna, látigo brutal con el que se flagelaba a toda la población, contemplaba su ocaso. Descubiertos los almacenes de alimentos básicos reservados a los parasitarios gerifaltes rojos, a los que se sumó la importante Intendencia Nacional, la apertura y funcionamiento de las panaderías y tiendas de comestibles –ya devueltas a sus legítimos dueños- paliaron en gran parte necesidades básicas olvidadas por los sicarios del soviet.
La Eucaristía volvió a los Sagrarios de las Iglesias salvadas del incendio aniquilador. El centro de la Ciudad –su Plaza de Cataluña- se convirtió en la más abierta Catedral donde acudió en masa el buen vasallo a dar gran al Todopoderoso por el bien otorgado. No cabía un alfiler; rosarios en mano y plegarias en los labios, rodillas en tierra y banderas-guiones rendidas, ofrecieron al mundo entero un ejemplar escenario de sublime dignidad.
Había llegado el fin del terror rojo; la brutalidad con que el ser humano había sido tratado abrió tan macabra página para asombro del mundo. Tullidos, marcados por el horror, ciegos ante la luz y llenos de secuelas producidas por el inhumano trato, la mayoría de ellos no creían que fuera cierta la primavera que aquellos valerosos combatientes les traían.
Cuarenta y seis centros de terror habilitados a la tortura, instalados en la Prisión Celular, Castillo de Montjuich, Cárcel de Mujeres, Seminario Conciliar, Palacio Misiones, Pueblo Español, Palacios de Arte Moderno y Agricultura, Buques Uruguay, Argentina, Buenos Aires y Villa de Madrid; Conventos de San Elías (RR. Clarisas), Religiosas de Magdalenas Agustinas, Teatinas, Religiosas Sanjuanistas, HH. Maristas, Dominicas y de San Vicente Paul; La Tamarita, sede del SIM y su Central de interrogatorios; El Comité Local CNT-FAI, Checa de Aviación “SIM”, Hotel Colón, Escuela Náutica (Sede Comité de Defensa), Círculo Ecuestre, Términus, SIM (Logia del G.O.E) y seis privadas de Partidos Políticos, más once de Patrullas de Control, desaparecidas entre febrero y mayo de 1937. Su clausura fue inmediata, los inmuebles devueltos a sus legítimos propietarios y los martirizados, acreedores del merecido cachito de Cielo, fortalecidos en fervor a Dios y España.
Se restableció el derecho a la propiedad privada: casas, pisos, chalets, fábricas y enseres fueron devueltos a sus legítimos dueños. La Sociedad, en su conjunto, fue recuperando el pulso vital capaz de remontar la tragedia de la guerra e ir ganando la batalla de la Paz.
P: La Liberación de Cataluña fue el comienzo del fin del Frente Popular. ¿Cómo recibió el pueblo catalán a los Nacionales?
A.C.R: La desbandada fue pavorosa rapiñando cuanto estaba a su alcance y protagonizando los últimos saqueos; todo cuanto podía ser transportado o llevado encima era robado sin piedad, el “valeroso” Frente Popular se deshizo como azucarillo en manantial.
La tarde del 26 de enero de 1939 los habitantes de Barcelona se lanzan a la calle enfervorizados para fundirse con las tropas del Ejército Liberador: gritos, risas, lloros, abrazos y cánticos patrióticos acompañan el paseo triunfal de los combatientes encabezados por el General Yagüe quien es “asaltado” por una buena mujer que, rompiendo la protección, se acerca a él, besándole la mano. La foto, que recogió el momento, se hizo famosa en el mundo entero. Nadie se quedó en casa, abarrotadas las calles y avenidas no cesaron los vítores al Ejército Español. Solo la llegada del Semíramis, con 250 combatientes de la División Azul (Abril de 1954), superó en fervor y número al 26 de enero de 1939. Los catalanes dieron, una vez más, la talla de españoles de pro. Prueba de esa bravura se hizo popular la canción:
En los montes de Espinosa
Hay una fuente que mana
Sangre de los Catalanes
Que murieron por España.
Las lágrimas tardaron en desaparecer, se perdonó pero no se olvidó por la tragedia vivida, que arrojaba un balance infernal. De la opinión rigurosa e histórica, paso al dato que me releva del añadido comentario: el hecho para apunte del vociferante grito que enarbola la “Memoria Histórica” (¿?) es como sigue: Con asombro y terror, el 30 de enero de 1939, se descubren las checas que la República había instalado en Barcelona para torturar a los presos. El 2 de febrero diarios de todo el mundo cuentan el escalofriante hallazgo, misiones diplomáticas se apresuran a conocer personalmente las siniestras casas de dolor y su espeluznante balance: en Barcelona fueron asesinados, el Obispo de la Diócesis, Monseñor Irurita; 48 médicos; 51 abogados; 796 religiosos; 29 ingenieros; 17 farmacéuticos; 8 generales; 7 coroneles; 10 tenientes coroneles; 31 comandantes; 56 capitanes; 71 tenientes; 16 alféreces y millares de paisanos en general, estudiantes, funcionarios, trabajadores, sin respeto a la edad ni sexo. Con tan gran expresivo inventario, ¿cómo iba a ser tibio el recibimiento al liberador?
P: Hoy día, hay algunos “historiadores” que cuentan que no hubo ningún entusiasmo en Cataluña con la llegada de los Nacionales, sino todo lo contrario. ¿Es esta otra de las grandes falsedades históricas que se nos están imponiendo?
A.C.R: Falsedad supina en un doble aspecto. Es falso titular historiadores a especuladores de ínfimo nivel y es falso que no hubiera ninguna manifestación de entusiasmo a la entrada de los Nacionales en Barcelona. Bastaría echar un vistazo a los documentales gráficos del acontecimiento para estar en la verdad, bastaría la contemplación de balcones, ventanas, calles y plazas engalanadas por la población civil, en la contemplación de tamaña falsedad histórica ajena por completo a la realidad de los hechos.
La fabulación llega a tal cima de engaño que recientemente uno de los venenos separatistas acunados en Montserrat –Monseñor Ragés- afirmaba haber visto al Obispo Irurita en la Misa celebrada –Plaza de Cataluña- acción de gracias por la Liberación de la Ciudad. La poca memoria de este descerebrado fraile benedictino olvidaba que había sido asesinado-fusilado dos años antes. Estimo que llamar historiadores a personajes de esta calaña es una aberración digna de figurar en el libro de los records. Niegan la evidencia de unos hechos que les denuncian, como personajes a los que su fanatismo les impide ver la verdad. Derrotero y senda que nos azota, cual plaga maligna apoyada por unos medios de idéntico talante. La verdad nunca temió ni ofendió salvo a los profesionales del falso testimonio.
P: Después de la contienda, se crea el Frente de Juventudes, denominado por el Caudillo como la obra predilecta del Régimen. ¿Fue una Organización que superó las dos Españas y en la que se llegaron a integrar los hijos de los combatientes de ambos bandos?
A.C.R: El factor común integrador fue un hecho que cobró realidad y fortaleza desde el primer momento de su creación (6 de diciembre de 1940). Con anterioridad, las OO.JJ. marcaron idéntica pauta. La auténtica reconciliación fue protagonizada por la juventud de camisa azul: en el cuartel-hogar, campamento, albergue o marcha nadie preguntó el origen de nadie, se trataba de algo nuevo, esperanzador: la España UNA y de todos, pues todos éramos llamados a engrandecerla. El punto primero de los Puntos del Flecha decía Nadie es pequeño ante el deber de la Patria, y a ese deber del primer punto se afanó la tarea formativa de la juventud.
Viví y conviví bajo la luna o poncho con hijos de vencedores y vencidos, jamás afloró en nuestros labios una sola palabra, un solo gesto de odio, rencor ni indiferencia al que manifestaba ser hijo de minero, o de oficial del ejército rojo… para nosotros era un camarada, de entre todos el mejor, como tarareaba la hermosa canción.
Nací en un humilde barrio madrileño –La Guindalera- donde la mayoría de mis “camaradillas” eran de igual condición a la mía, procedentes de la “derechona”, constituían minoría. Con esta realidad vivida, testimonio que jamás hubo el más mínimo incidente: el arraigado espíritu de camaradería superó con creces cualquier diferencia en aras de la humanidad.
Pero fue tan profundo y real que lo trasmitimos a nuestras familias. A los mayores de uno y otro lado les asistían razones para el encono, pero allí acudimos como bálsamo reconciliador, que en más de una ocasión operó milagros. En las actividades de Hogar, según correspondiera, acudían los familiares que, mezclados con todos, exhalaban una bulliciosa convivencia sustentada en el buen afán de la hermandad.
Sobre esta dinámica, el latiguillo de las dos Españas se fue desvaneciendo hasta desaparecer. Si alguna herida estaba abierta cicatrizó, se perdonó, se olvidó, pero ¡ay, del Satanás que nunca duerme, retornando para volver a las andadas que ya habían desaparecido! Hicieron crecer la cizaña ante el asombro de muchos compatriotas que no acabamos de entender el retorno a la más pérfida penumbra. Olvidamos la lección tropezando nuevamente en la misma piedra. ¡Qué lamentable!
P: ¿Piensa que el Frente de Juventudes fue beneficioso para aquella juventud que en él militó?
A.C.R: Rotundamente afirmativa la respuesta. He afirmado en foros públicos que fue la mejor escuela de hombres que he conocido. Nada negativo entró en el magisterio recibido:
El estudio y el trabajo son nuestra mejor aportación a la empresa común llamada ESPAÑA.
La fe cristiana es el fundamento de mis actos.
España es la Patria más hermosa que se pueda tener.
En las jambas y dinteles de todas nuestras instalaciones-actividades podía haber figurado una consigna forjada en oro que pregonara este esquema que lo dice todo: En este lugar, se forma y se espera, se trabaja, se juega, se sueña, se reza y se canta. Esta inscripción la coloqué a la entrada de la II Universidad de Verano O.J.E. (Tarragona), con merecida y sincera felicitación del entonces Cardenal-Arzobispo de la Sede Primada, Excmo. Sr. Mon. D. Benjamín de Arriba y Castro, al cual le encantó que pudiera expresarse tanto en tan pocas palabras.
Se nos enseño a amar, jamás el odio –salvo a Inglaterra por Gibraltar- presidió lo cotidiano de una Organización que, tanto en el campo como en el taller, escuela o universidad, se afanaba en lograr ser mejor en todas las parcelas que conforman la vida. Ser mejor como hijo, como hermano, como vecino, en la escuela, en el taller, universidad, calle… ganar con nobleza y perder con elegancia, manifestación externa de un modo de ser que denominamos estilo, hermanado con un fluir interno en el bien hacer: la moral. Con estos dos ingredientes – Moral y Estilo- se forjó una generación –la mía- que se enorgullece de pertenecer a ella. Esta fue el gran beneficio que se nos dio, perdurable en la actualidad y con lo erecto como apoyatura, capaz de mantenernos con la mirada clara y frente levantada. A pesar de todos los pesares, inasequibles al desaliento.
P: ¿Qué diría a los jóvenes de nuestros días sobre José Antonio Primo de Rivera?
A.C.R: Lo primero que les diría es que se acerquen a él. José Antonio es el gran desconocido de la juventud actual. La mayoría de la clase docente se ha encargado de ocultarle, cuando no de tergiversarle maliciosamente. Ignoran, lamentablemente, que es el primer político del universo que introduce la elegancia poética en el quehacer del ser humano que se dedica a la cosa pública. De técnica y ciencia, incorpora al quehacer político el arte, la sublimación de lo político como un sacerdocio al servicio del hombre y la Patria.
Si rompieran el hábito anestésico del “móvil” y la “maquinita”, auténtico camino de perdición, enajenador de voluntades libres, descubrirían cómo un jovencito de treinta años alumbra, con novedosa regeneración, un nuevo concepto de profundo enfoque que es el de centrar al hombre y su sagrada dignidad como eje de todo sistema. Todo debe girar alrededor de ese punto diamantino y someterse a su servidumbre.
Un jovencito de treinta años que articula el discurso fundacional de Falange Española, orillando después de concienzudo análisis el liberalismo como origen del mal que afecta a España, original en la calificación de lo nacido no como partido, sino como movimiento regenerador del pestilente mundo político que le envuelve, incorporando la poesía que promete al quehacer político, frente a la que destruye. Reivindicando que solo por la senda de una férrea Justicia Social se dignifica al hombre para afanarse en un oficio que le sitúa como pieza esencial del desarrollo. Ese hombre portador de valores eternos alrededor del cual gravita o debe gravitar el digno quehacer político.
Un jovencito que renuncia a la vida cómoda que le viene de cuna, por una existencia tensa y sacrificada al servicio de los demás.
Les digo a los jóvenes que se miren en un hijo ejemplar en la defensa de su padre, de su memoria, vilipendiada por los deleznables de siempre.
Un joven que, sin jactancia, se enfrenta a la muerte con una serenidad de magisterio, que perdona a todos cuentos pudieron ofenderle deseando que su sangre sea la última que se vierta en discordias civiles. Cuando los jóvenes y sus docentes se afanen en buscar y abanderar la ejemplaridad de españoles ilustres, se encontrarán, felizmente, con José Antonio. Será su triunfo, el de todos los comprometidos en una España mejor.
P: ¿Y sobre el Caudillo Francisco Franco?
A.C.R: Que como Caudillo no solamente fue victorioso en su faceta bélica, su mayor victoria la logró en la gran batalla de la Paz. Aquí es donde radica la más excelsa página de sus innumerables triunfos, a ella me voy a referir huyendo de la palabra elogiosa –merecida sin duda- por lo hecho, siempre más expresivo que la opinión. Y aquí empieza el elenco de sus victorias.
La victoria de Franco está en la ONCE, para que los invidentes pudieran vivir sin mendigar. En la Seguridad Social, la entonces más avanzada del mundo (seguros familiares, de maternidad, de vejez e invalidez, de enfermedad, de escolaridad, de desempleo, de empleadas del hogar, de autónomos, etc.) En los cientos de ciudades sanitarias, residencias, ambulatorios, consultorios, etc. En los millones de viviendas para trabajadores que, como hongos, empezaron a florecer en España. En el humo de las chimeneas de esas fábricas y polígonos que se extendieron por toda España (ahora se apagan y cierran). En las Universidades e Institutos de Enseñanza Media. En los Colegios Mayores y Menores. En las Universidades Laborales, a donde iban gratuitamente los hijos de los obreros para estudiar carreras superiores.
La victoria está en aquel “600” y en los demás modelos de cuatro-ruedas que vinieron después. En las Ciudades Residenciales de Educación y Descanso, donde podían pasar sus vacaciones, a bajo coste, los obreros con sus familias. En la resurrección del folklore protagonizado por la Sección Femenina. En los festivos y las vacaciones retribuidas para los obreros. En las pagas extraordinarias del 18 de Julio y Navidad. En los cientos de embalses, canalizaciones, saltos de agua, trasvases y puestos de regadío que se propagaron por toda España. En las autopistas, autovías y red de carreteras en general. En los miles de kilómetros de líneas férreas. En la electrificación a miles de pueblos donde se hizo el milagro de la luz. En los Palacios, Estadios y campos de deportes. En el descenso de la mortalidad infantil.
La victoria está en que no existía el paro. En el respeto que nos tenían las demás naciones del mundo. En la llegada del Presidente de los Estados Unidos y de otras muchas naciones. En la Justicia Social. En la creación del Frente de Juventudes, donde sus hogares, albergues y ciudades de lona, los hijos de vencedores y vencidos llevaron a cabo la más fraterna reconciliación. En la creación de la Sección Femenina, donde la mujer española alcanzó el nivel de dignidad y respeto que, como persona, trabajadora y madre, merecía. En esas Escuelas de Aprendices, de donde salían maestros y oficiales que eran queridos, enviados y deseados por toda Europa. En el uso del zapato en lugar de la albarca o la alpargata. En la no entrada de España en la Segunda Guerra Mundial; cuantas madres hubieran llorado la pérdida de sus hijos. En la retirada de Embajadores y su posterior regreso sin que nadie les llamara. En los millones de turistas que disfrutaron de la Paz reinante en España.
La victoria está en esa clase media que Franco creó y que, gracias a ella, se posibilitó una transición sin derramamiento de sangre. En la primera vivienda en propiedad y la segunda residencia junto al mar o en la montaña. La victoria está en que todos los españoles unidos, los de una y otra trinchera, bajo la batuta de un gran señor, del que fuimos vasallos, todos unidos, con la mirada puesta en el futuro, construimos una España mejor, con una paz y bienestar, envidia de todo el mundo, llegando a ser la novena potencia industrial del mundo.
Creo que la exposición que precede, sin ánimo de ser exhaustiva, ofrece al joven de hoy el relato histórico, traducido en ello, del mejor estadista que ha tenido España en sus últimos cinco siglos. Habría que remontarse a los Reyes Católicos y los dos primeros Austrias para poder parangonar magisterios de buen gobierno.
Si estratega genial fue en la guerra, centauro batallador y Caudillo lo fue, venciendo, en la tesonera batalla de la paz.
¿Qué más puedo decir a los jóvenes? Que profundicen en su conocimiento, huyendo de estereotipos malintencionados propios de enanos fabuladores, y busquen a historiadores y biógrafos de solvencia. Este es el camino que conduce a la verdad en el aprendizaje de lo que ha sido nuestra más reciente historia.
Un hombre, una obra y un sistema –Franco y su Era- hicieron posible el progreso, la grandeza y el bienestar que hoy tanto añoramos.
P: ¿Quieres añadir alguna cosa más?
A.C.R: Unas sentidas palabras de profunda gratitud a la FNFF. Gratitud por los veintidós años de tensa preocupación por su futuro, en el agitado mundo de incomprensiones y penurias a las que siempre acudí. Me dieron vida y pálpito, a un corazón sensibilizado por el credo leal de entrega al Don Pelayo del Siglo XX, a Francisco Franco y su obra.
¡Gracias! Porque nací, me desarrollé y formé bajo su mandato, sintiéndome, entonces y ahora, por este solo hecho como un privilegiado.
Acabado el párrafo de gratitud al que falta la debida por nombrarme Caballero de Honor, rogar que en la próxima tanda de distinciones –si es que la hay- recordar a título póstumo al Excmo. Sr. D. Félix Morales Pérez, la última etapa de su vida la agotó llevando el timón de la Fundación. Descanse en Paz.