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Por María del Pilar Amparo Pérez García (Pituca)
Pregunta: Estamos en los albores del año 2011, Fuerza Nueva sigue su devenir como Editorial, ¿cómo se presenta el futuro de FN?
Blas Piñar: Yo no puedo predecirlo. El futuro es una incógnita. No lo podemos adivinar. Solamente lo suponemos en función del pasado y del hoy que conocemos así como de la fortaleza (que es una virtud cardinal) que tengamos para mantener el combate , que se inició al fundar “Fuerza Nueva Editorial” el 2 de mayo de 1966. Si el capítulo final de la Transición avanza ese futuro no será agradable.
P: ¿A qué cree usted que se debe que las familias que más se beneficiaron de los gobiernos del Caudillo, no muevan ni un dedo en su defensa cuando, hoy en día, se le ataca y calumnia de manera tan injusta?
B.P.L: Creo que a causas muy diversas. No estoy lo suficientemente preparado para mencionarlas con carácter exhaustivo. Cito algunas: el miedo, el interés, la adaptación al Sistema, el deseo de instalarse en el mismo, el no ser llamado “fascista”….
P: El Valle de los Caídos sigue cerrado parcialmente, ¿Qué opinión le merece lo que está ocurriendo en Cuelgamuros y el intento de exhumar los restos de José Antonio y de Francisco Franco?
P: En cuanto a la triste Ley de Memoria Histórica, ¿cómo valora su aplicación? ¿Conoce algún caso dónde se haya aplicado para destapar los horrores de la represión republicana?
P: ¿Qué opinión le merece que hayan quitado estatuas, nombres de calles y monumentos, que recordaban el Estado del 18 de Julio?
B.P.L: Estimo que es una muestra clarísima de la antimemoria histórica. Franco no se opuso a que en el Palacio del Congreso se colocara un cuadro de Julián Bexteiro, destacadísimo socialista, y que durante la República fue presidente del mismo. ¿Por qué tratan de ocultarse hechos históricos fehacientes?
P: La situación de nuestra Nación es catastrófica, ¿un nuevo gobierno previsiblemente de centro-derecha solucionaría la situación?
B.P.L: No lo creo, porque no se trata de un problema de gobierno, sino de un fracaso total del Sistema, que es fruto lógico de su filosofía política.
P: ¿Por qué piensa que se tergiversa y manipula, en nuestros días, a los jóvenes, las conquistas sociales y de todo tipo del Estado del 18 de julio?
P: ¿Qué le diría usted a la juventud sobre Francisco Franco?
B.P.L: Que fue un cristiano modélico, un soldado eminente y un estadista ejemplar. Lo mucho que le odian sus enemigos, es una prueba de lo que fue Franco y de lo que hoy representa y simboliza para muchos españoles.
P: Estamos ante un nuevo 20-N, ¿podemos todavía rescatar a la juventud del olvido impuesto desde todas las esferas del Estado?
B.P.L: Todo es posible, es una frase que hemos aprendido en una época en la que los valores cristianos eran los que configuraban a la sociedad. Claro, que esta posibilidad de lo que parece imposible conseguir solo se refiere a Dios y no a los hombres. Pero si lo que los hombres pedimos a Dios en nombre de Cristo se consigue, como lo prometen los textos sagrados, creo que, a pesar de que hoy lo consideremos imposible, se puede llevar a cabo. Quiero decir con esto, además, que esta batalla -vamos a llamarla política- se integra en el combate apocalíptico entre el Bien y el Mal. No se trata de un enfrentamiento temporal y simplemente humano, como nos subraya el apóstol de los gentiles (Ef 6,12). Se trata de una perspectiva que no puede marginarse si queremos rescatar a la juventud de hoy, que ya alguien – excediéndose- ha calificado de generación perdida.
P: ¿Qué relación tuvo usted con el almirante Luis Carrero Blanco? ¿Qué opina de su oscuro asesinato?
P: ¿Es cierto que usted fue propuesto para ministro? ¿Por qué no llegó nunca a serlo? ¿Borró alguien su nombre de una lista de ministrables? ¿Por qué cree que sucedió?
B.P.L: En dos ocasiones fui propuesto, sin que a mi se me ocurriera pedirlo. Tengo constancia fidedigna de que así fue. Esas dos propuestas no prosperaron, lo que se explica, porque algunos de los que rodeaban a Franco y que ocupaban puestos muy importantes ya estaban impacientes para desatar todo “lo que estaba atado y bien atado”. El Caudillo, sin embargo, volvió a nombrarme consejero nacional del Movimiento, no obstante haberle yo escrito pidiéndole que no me lo renovase, porque la campaña contra mi, que fue durísima y a muchos niveles, sin faltar los mediáticos, podía alcanzarle a él mismo. Le aseguré en dicha carta, que mi fidelidad a su persona y a cuanto significaba seguiría intacta; como creo que he demostrado. A personas muy allegadas al Generalísimo rogué que apoyaran mi petición. Lo curioso fue que Franco me renovó su confianza nombrándome de nuevo consejero nacional, mientras que a alguien que había ocupado los más altos cargos en el Régimen y seguía aún desempeñando otro, (y que más tarde jugó un papel decisivo en la Transición), no volvió a nombrarle.
P: ¿Cree que en nuestros días existe libertad de expresión plena? ¿Existe censura de algún tipo?
B.P.L: Que hay censura es evidente, aunque legalmente no se hable de ella. La censura no existe solo a nivel oficial sino que a ella se añade la que por distintas razones practican los medios privados de comunicación por su propia cuenta. Una cosa es la libertad de expresión y otra, que aquello que se dice o se escribe, aunque sea cierto y pueda influir en la opinión pública, se oiga o se publique. Censurar no es solo tachar o corregir algo sino, también insonorizar o no publicar, creando así barreras infranqueables. Estas barreras, alguna vez, y creo que providencialmente, han tenido una grieta, que lógicamente he agradecido. Me parece que un ejemplo hará más comprensible el binomio libertad de expresión-ineficacia de la misma. Basta el recuerdo del derecho de preferente adquisición del inquilino con respecto al piso que ocupa y que se vende. Si para ejercitar ese derecho el inquilino no puede pagar el precio y no se presta el dinero que precisa, tal derecho sirve de poco. Pues bien; en la época del Generalísimo un Banco del Estado se lo prestaba en condiciones muy ventajosas. Es entonces cuando el derecho del inquilino era eficaz. ¿De qué me sirve la libertad de expresión si lo que expreso no se puede dar a conocer?
P: ¿Qué opinión le merecen la Iglesia española y el Ejército, en la actualidad?
B.P.L: El “aggiornamento” de la Iglesia postconciliar, que supuso también una transición dolorosa para la misma, con dificultades muy visibles, está en trance de superación. Los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI nos piden una afirmación de la fe, la puesta en marcha de una tarea reevangelizadora mediante la cual Europa, y por consiguiente España, reencuentre sus raíces. Este reencuentro requiere, esencialmente, el de la Jerarquía de la propia Iglesia y, también, por tanto, el de la española; una renovación que se está haciendo desde el Vaticano con prudencia, pero sin pausa, y que ya se ha hecho visible en algunas diócesis. Esperemos que cierta ambigüedad de la Jerarquía, que se advierte sobre todo en documentos colectivos, precisados de consenso, y que dan pie a interpretaciones discutidas, confundiendo a los católicos, no se reiteren, porque las consecuencias, como estamos viendo, son muy graves.
En el Ejército ha habido también una Transición que ha hecho que este no pueda identificarse con el de la Victoria Nacional. Prescindiendo del tema ideológico y de su calificación como columna vertebral o como brazo armado de la Patria, y de lo que la Constitución dice del mismo, lo que no puede ocultarse es que la Transición ha conseguido lo siguiente: suprimir el servicio militar obligatorio (que se hizo por el gobierno del Partido Popular); crear un Ejército mercenario, muy costoso, a pesar de reducir sus efectivos; integrar en el mismo y en proporción muy llamativa a emigrantes y mujeres; burlar la Constitución al traspasar la Jefatura Superior de las Fuerzas Armadas, que conforme a ella corresponde al Jefe del Estado al Jefe del Gobierno; ponerlo al servicio de intereses foráneos, que codician el petróleo ajeno, en Irak, Afganistán y Libia; privar a las nuevas generaciones pasar por la segunda escuela del servicio militar, ya que el soldado aprende en los cuarteles no solo el uso de las armas sino a conocer mejor y amar a España.
P: ¿Cree que la unidad de España está en serio peligro? ¿A qué causas cree que se debe?
B.P.L: Está en gravísimo peligro,, porque el ataque a la unidad católica, histórica, económica y política se está haciendo por un Estado antinacional que la facilita y la acelera al definirse como Estado de las Autonomías Políticas. Estas, destrozan el alma de la Nación española, la trocean geográficamente, y se propone, con la cultura de la muerte, que no haya una generación al menos tan numerosa como la presente, para que de este modo, al que, se añade una inmigración convertida en invasión, (que proviene en gran parte de otras etnias, culturas y religiones, en nombre del pluralismo) España pierda su identidad.
El Estado de las Autonomías Políticas permite que en las llamadas “nacionalidades” haya gobiernos y partidos separatistas que se denominan independentistas públicamente, como lo han hecho en muchas ocasiones quienes se han pronunciado tanto desde dichos gobiernos como en nombre de los mencionados partidos. El día 6 de diciembre de este año, el presidente del Partido Nacionalista Vasco, Iñigo Urkullu dijo, y se lo oí a través de la pantalla televisiva, que “Euskadi será en el año 2.015 una nación europea porque así Euskadi lo quiere y puede”.
El régimen nacido de la Transición ha creado fronteras políticas, económicas, lingüisticas y culturales dentro de España y las ha fomentado mediante las competencias soberanas que les ha trasferido, tanto en la época en que ha gobernado el Partido Popular como en la época del Partido Socialista.
P: ¿Qué aconsejaría a la juventud española en estos momentos?
B.P.L: Que no se deje seducir por las palabras envueltas en vaselina para facilitar su escucha y aceptación. Mi consejo no puede ser otro que el de la búsqueda de la Verdad que nos hace libres (Jn. 8,32) y por ello de la verdad política que no es otra que la que fluye y alimentan los valores innegociables de la ley natural y de la moral objetiva. No solo la juventud, sino la sociedad a la que esa juventud pertenece, ignora en su mayor parte esa verdad política (como desconoce la histórica). Si ésta verdad no vitaliza a la juventud acabará ésta en el pasotismo y en la tibieza, buscando un consuelo ficticio, y además suicida, en el botellón, en el sexo y en la droga.