Entrevista a Pedro Pérez-Solero, publicista y nieto del creador del anuncio de Tío Pepe

 
 
 
Entrevista a Pedro Pérez-Solero, publicista y nieto del creador del anuncio de Tío Pepe, Luis Pérez Solero.
 
 
Carmen Pérez-Lanzac
El País 
 
 
 
Perfil
Pedro Pérez-Solero (52 años, Madrid) es nieto de Luis Pérez Solero, responsable en 1935 de la humanización de la botella de vino de jerez Tío Pepe. La semana pasada el cartel volvió a la madrileña Puerta del Sol y el jueves será iluminado de nuevo. Pedro es el décimo de 13 hijos de uno de los dos descendientes del creativo. Todos sus hermanos, excepto dos, se dedican al mundo de la publicidad. Él es cazatalentos especializado en el sector.  
 
Pregunta. El cartel de Tío Pepe ha vuelto a la madrileña Puerta del Sol. ¿Puede explicar la importancia del anuncio que creó su abuelo?  
Respuesta. Se ha convertido en un icono español. Lo han reproducido artistas, es súper conocido internacionalmente, los turistas quieren verlo… Sin ser nada especial, porque es un anuncio, forma parte de nuestra cultura.  
 
P. Su abuelo, ¿nació en Jerez?    
R. No, en Burgos en 1892. Se marchó a Jerez ya muy mayor, con 40 años, en el año 1934, cuando los González Byass le nombraron jefe de Propaganda, que se decía entonces. Era el año del centenario de la bodega.  
 
P. ¿Cómo cree que se le ocurrió humanizar la botella?  
R. Estoy seguro que fue por la identificación que siempre hacía de Jerez y sus vinos con el arte, con la alegría, con el flamenco y con el sol.  
 
P. ¿Su abuelo fue siempre publicista?  
R. Él era muy polifacético: fue dibujante, pintor, poeta, músico, bohemio, vividor, bebedor y un tío adelantado en las relaciones públicas y en la comunicación. Le encantaba escribir versos y tocar el violín.  
 
P. Antes de mudarse a Jerez, ¿dónde vivió?  
R. Él hizo la mili en Éibar y allí conoció a mi abuela, que era vasca. Se casaron y empezó a trabajar en San Sebastián. Fundó la editorial Graphos y el semanario deportivo Gente Nueva. Y en 1929 creó una de las agencias más antiguas de España, Impera.  
 
P. Y después llegó el contrato en Jerez. ¿Le gustó la ciudad?  
R. Le enamoró. Sus vinos, sus gentes, la cultura, el ambiente… Encajó fenomenalmente. Y en todo lo que tenía conexión artística en la ciudad, él estaba en medio.  
 
P. Siempre con una copita en la mano.  
R. Era un gran bebedor. En casa siempre decía una frase: “El vino es para beberlo y el brandy… ¡para venderlo!”.  
 
P. ¿Algún eslogan suyo que destaque?  
R. “Sol de Andalucía embotellado”. Es inherente al Tío Pepe. No ha habido eslogan mejor.  
 
P. A Lola Flores le escribió “¡Ese estilo tuyo que es incopiable; que es amor y es vida, que es paz y es guerra!”.  
R. La siguió desde que era muy pequeñita, le encantaba. El flamenco en general le llegaba muchísimo. En un periódico alguien escribió que, tras escuchar una saeta en el silencio de la bodega, arrojó su copa al suelo de tanto que le gustó.  
 
P. En su primer diseño la botella tenía un brazo alzado.  
R. Sí, pero otra bodega, la Sánchez Romate, tenía registradas unas mascotas con el brazo en alto y le dijeron que no podía usar ese diseño aunque en jarras sí. Mi abuelo hizo unos versitos al dueño de la bodega, que también era político: “Consejero Nacional, que mandas bajar mi brazo…”.  
 
P. Al estallar la guerra escribió otro poema: “Guitarra tiene el Tío Pepe / para dar caza a los rojos / pues, cuando canta al Pilar, / todos se postran con hinojos…”. Evidentemente no era de izquierdas.  
R. No, pero era súper abierto para la época. Desde luego era amigo de alcaldes, militares y obispos. Era hijo de militar, quizá por ahí le venía la afinidad. Excepto al estallar la guerra nunca se pronunció. En esa faceta la verdad es que no lo conocí pero ahí está lo que dejó escrito.  
 
P. El próximo jueves se ilumina de nuevo el cartel tras volver a la Puerta del Sol. ¿Sabía que hay una plataforma de ciudadanos enfadados por su cambio de ubicación?  
R. Es que no lo tenían que haber cambiado de lugar. Tras declararlo patrimonio de la ciudad el ayuntamiento debía haberlo protegido.  
 
P. ¿Seguís teniendo relación con la familia González?  
R. Al principio, sí. Mi padre y mi tío, también publicistas, trabajaron para ellos. Suyo es el anuncio de televisión en el que unas botellas bailan y que ganó un premio de oro en el festival de publicidad de Cannes. Pero luego ya no.  
 
P. ¿Cobráis derechos de autor por cada llavero que se vende de la botellita de Tío Pepe?  
R. No. Mi abuelo nunca nos habló de ese tema.  
 
P. ¿Cuándo fue la primera vez que probó el jerez?  
R. Quizá a los 14 años. Mi padre siempre fue fiel a las marcas y a Tío Pepe especialmente. Le encantaba el mar y a sus barcos siempre les puso Tío Pepe.  
 
P. Y usted, ¿es así de fiel?  
R. Me gusta pero no me enloquece. Aunque si compro jerez es imposible que sea de otra marca.
 
 
 
 
 

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