Entrevistas, tertulianos y cultura general, por Juan Chicharro Ortega

Juan Chicharro Ortega

General de División de Infantería de
Marina (R) 
 
 
Magnifica
la intervención de Jaime Alonso como portavoz de la FNFF en la reciente
entrevista hostil recientemente habida en un programa de “la Sexta”. Firmo y
coincido con todo cuanto expresó en la misma.
 
Me
quedo, no obstante, con sus palabras iniciales refiriéndose a uno de los
tertulianos tildándola de “indocumentada y torpe intelectual”. Y lo hago por la
sencilla razón de que este aserto podría ser el común denominador de cuanto
argumento observamos en las ya numerosas entrevistas habidas durante los dos
últimos meses.
 
Los
ataques a la figura del Generalísimo, al sistema político que rigió España
durante 39 años y por ende a esta FNFF adolecen de una seriedad histórica y
argumental ciertamente preocupante.
 
Las
continuas mentiras respecto a lo que llaman “represión franquista”, a lo que
llaman “dictadura” o a los logros sociales que transformaron España entran de
lleno en la frase de George Orwell – recordada oportunamente por Jaime Alonso –
cuando dijo que “ para hacer valer las mentiras del presente hay que borrar las
verdades del pasado”; o dicho de otra forma más sencilla en plan castizo: “ las
cosas no son como son sino como yo las digo”. Y en esas estamos.
 
Sería
prolijo el entrar ahora a rebatir la denominada “represión” algo tan falaz como
bien demostrada su falsedad por
numerosos historiadores con datos en la mano. Tiempo habrá para ello si
insisten.
 
E
igualmente respecto a la inmensa obra social del régimen algo tan obvio que ni
siquiera se atreven a debatir y que un brillante libro de un miembro de la
Fundación, Francisco Torres, ha demostrado : “Franco Socialista”.
 
No,
hoy voy a escribir, más que para los indocumentados y torpes tertulianos intelectuales, para aquella o
aquellas generaciones que fruto de la más tergiversadora tarea de
adoctrinamiento desconocen lo que significó la obra política de Francisco
Franco.
 
De
tanto repetir mentiras y mentiras, una y otra vez, nuestros jóvenes, y no tan
jóvenes, dan por sentado que en aquellos tiempos España era una dictadura feroz
en la que no reinaba la justicia ni existía asomo de legalidad alguna. Y nada
más falso.
 

Mas
antes de profundizar no puedo por menos, que, hoy, cuando vemos nada menos que
a un elegido Presidente de la Generalidad de Cataluña amenazar con la
instauración de una República independiente en aquella región, e incluso
proponer otra en España, en un discurso rompedor por completo del orden
constitucional, recordar con añoranza cuando la legislación “franquista” decía
que “ la unidad entre los hombres y las tierras de
España es intangible, que la integridad de la Patria y su independencia son
exigencias supremas de la comunidad nacional”
o “ que la comunidad nacional se funda en el hombre como portador
de valores eternos, y en la familia, como base de la vida social pero que los
intereses individuales y colectivos han de estar subordinados siempre al bien
común de la nación, constituida por las generaciones pasadas, presentes y
futuras.”

 

¡
Cuán lejos quedan estas palabras ante lo que vemos hoy!

 

Por
supuesto que el antiguo régimen no fue un sistema político liberal y en nada
similar al que impera hoy en España y en lo que denominan democracias
occidentales. Pero en ningún caso fue una “dictadura” tal y como se entiende
esto y tal como preconizó la Real Academia de la Historia en su momento, si
bien con posterioridad se plegó a la
mentira histórica en un ejercicio de debilidad de principios académicos
lamentables de forma vergonzosa haciendo un flaco favor a la ecuanimidad y a la
historia.

 

El
sistema político surgido el 18 de julio se institucionalizó, SÍ, como un
“Estado autoritario y corporativo” no basado como tal en una Constitución al
uso actual sino en unas Leyes Fundamentales que se fueron promulgando a lo
largo del tiempo. Se institucionalizó en el ámbito jurídico-político con las
Cortes españolas y el Consejo del Reino
y en el ámbito jurídico-social con un sindicalismo vertical, con el Consejo
Económico y Social de España y con las Corporaciones profesionales. En
definitiva un Estado con una estructura política en nada igual a la del
presente pero en nada similar a una dictadura para nada.

 

La
historia reconoce que los buenos gobernantes se califican como tales cuando se
observa como recogieron el país y como lo entregaron al cesar en su cargo. Así
pasan a la historia. Y con los sistemas políticos sucede exactamente lo mismo.
Y tal y como vemos hoy las cosas en España no parece que salga muy bien parado
el sistema actual derivado de la Constitución del 78 por muchas razones pero
sobre todo porque no hay nada más cierto que los pueblos necesitan ser
gobernados con justicia y con firmeza; no basta que unos inteligentes
legisladores ( que no es el caso ) promulguen unas leyes perfectas ( tampoco es
el caso ) sino que es preciso un gobierno fuerte que las haga cumplir. Si falla
uno de estos pilares básicos el edificio del Estado se derrumba. Esta es la
situación en la España de hoy. Lo estamos viendo en Cataluña.

 

Una
característica principal de la denominada “democracia orgánica” fue que la
representación popular no se ejerció a través de los partidos políticos sino de
las relaciones sociales como la familia, el municipio o el lugar de trabajo.
Que la forma de elección de aquellos representantes podría haber sido mejorable
es algo que yo no discuto – y seguramente lo era – pero en cualquier caso era
un tipo de representación sin lugar a dudas. Claro que había representación
popular, una lejana de aquella como la de hoy donde vemos que los partidos
políticos son construcciones artificiales que sólo sirven para dividir y
enfrentar a la sociedad. Y esto es tan así que incluso hoy en día lo estamos
viendo hasta el punto de incumplir de lleno hasta el propio articulo 6 de la
Constitución del 78 pues en este se declara que los partidos políticos deben
representar la voluntad popular al tiempo que vemos que sucede todo lo
contrario: son los partidos políticos en defensa de sus intereses de partido
los que modulan aquella a su antojo. Hoy no nos encontramos en una democracia
representativa sino en una partidocracia pura y dura.

 

Los
tertulianos actuales tan en boga desconocen por completo que aquella
representación popular era el fruto de cinco tipo de elecciones : municipales,
a Cortes, al Sindicato, universitarias y plebiscitos legislativos en forma de referéndum. Que el sistema de
elección podría haber sido mejorable es algo que ya dije antes, y que puedo
reconocer, pero visto lo visto en la actualidad no alcanzo a ver la bondad del
presente en nada o casi nada. La cantinela continua de nuestra homologación con
las denominadas democracias occidentales no es justificación de nada pues cada
vez es más evidente el fracaso en occidente de un sistema de partidos caduco y
en declive.

 

España
había encontrado un sistema representativo – mejorable si se quiere -, bien
diferente al actual, que hoy es desconocido por la gran mayoría del pueblo,
cuando no despreciado, pero el resultado de la gobernación materializado en el
progreso que experimentó España en aquellos tiempos no deja lugar a dudas de la
bonanza o no de cada uno de los sistemas.

 

Franco
estructuró un sistema político que tuvo como norte ante todo la justicia social
y el bienestar del pueblo español mediante las denominadas Leyes Fundamentales
del Reino. La primera de ellas, el Fuero del Trabajo, articuló las relaciones
del mundo del trabajo, de la jornada laboral y creó la Magistratura del
Trabajo. Esta Ley reguló las relaciones laborales en España hasta la creación
del Estatuto de los trabajadores. Ya quisieran los trabajadores de hoy tener la
protección de sus derechos tal como los tenían entonces. El resto de estas
citadas Leyes Fundamentales ( hasta ocho ) ocuparon la parte orgánica del
Estado pero es bien desconocido que Franco no derogó en ningún caso aquellas
leyes de la Segunda República que no aplicadas por esta por su estado de
descomposición eran beneficiosas para el conjunto del pueblo.

 

Se
escapa a la intención de este artículo el profundizar en el resto de las Leyes
Fundamentales pero quede claro para tertulianos y seguidores que el régimen de
Franco sí que fue representativo y que desde luego dispuso de un cuerpo
legislativo de notable importancia. Un régimen que tomó forma política en la
Monarquía tradicional, católica, social y representativa ( ley de Principios
del Movimiento Nacional ). Hoy cuando esta se encuentra en el punto de mira de
un amplio espectro del campo político no está de más el recordar su origen
actual.

 

Cuando
vemos hoy como los partidos mayoritarios anteponen sus intereses partidistas al
interés nacional – la actitud del PP y PSOE en el “conflicto” catalán nos lo
demuestran claramente – se contempla con añoranza aquel Estado centralista si
bien respetuoso con las tradiciones y diversidad cultural de los diferentes
pueblos de España.

Y
termino recordando que sin duda la inquina de entrevistadores y tertulianos
contra la FNFF tiene su razón de ser en que es esta quien defiende el espíritu
de quienes se opusieron a la inminente revolución comunista y al rechazo al
fraccionamiento político que provocó el sistema partidocrático del pasado y del
presente. Nada extraño es lo que vemos
en la hostilidad que los medios al servicio de intereses bien claros nos
demuestran.

 
 
 

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