Francisco Franco en un desfile de la Victoria

Francisco Franco en un desfile de la Victoria
Francisco Franco en un desfile de la Victoria
Francisco Franco en un desfile de la Victoria

Fábula del león y la rata. Por Eduardo García Serrano.

Francisco Franco murió y el socialcomunismo y el separatismo siguen vivos, lo cual evidencia la autenticidad del aforismo acuñado por Sun Tzu: “El animal más difícil de matar no es el león, sino la rata”. Es un aforismo empírico el del gran general y estratega chino formulado seiscientos años a.C. pues, más de dos mil años después sigue mostrando su inapelable validez y su lozanía, tanto para la grandeza del león como para ponzoñosa capacidad de supervivencia de la rata, que es infiníta, como la estupidez y la crueldad humanas.

En España ya no hay leones, salvo los que ornamentan la entrada del Congreso de los Diputados, a los que los castizos madrileños bautizaron con dos nombres que les sientan como un guante: Daoiz y Velarde. No hay leones, no, pero sí epidemia de socialistas, comunistas y separatistas, además de la cuerda de tontos útiles que les hacen de coro y de palmeros. Todos ellos vegetan y engordan en los escaños que custodian Daoiz y Velarde, con el objetivo, activo o pasivo, qué más da, de roer hasta los tuétanos la memoria del último león español: Francisco Franco, cuyo nombre pretenden convertir en el paradigma del mal, tal y como la Leyenda Negra convirtió al Duque de Alba en los Países Bajos en el Coco con el que los papás asustan a los niños impertinentes y molestos para que se vayan a la cama sin rechistar.

Las ratas son sucias y tóxicas, pero no tontas, por eso saben que toda nación en declive tiene una relación malsana con la propia memoria y siente el deseo de ocultarla hasta anularla porque cuando la muerte del león al que temían ha recogido ya su cosecha, sólo su memoria puede franquear el tiempo a lomos de la verdad, cancelando la traición y la mentira.

No olvidemos que la verdad deja de respirar sin valentía, pues la valentía puede salvar las peores situaciones de hostilidad, y en esas ocasiones es más eficaz que el derecho y que la razón misma. El apocamiento de ánimo nunca resuelve nada, ni aún cuando le asiste la razón. Defendamos la memoria del último león español, cuyo recuerdo hace temblar a las ratas.


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