Felipe VI

 
Enrique de Aguinaga 
 
 
 
   Hasta el momento, nadie ha rebatido la idea de que, sin la intervención de Franco, hoy no habría monarquía en España, cualquiera que hubiera sido la derivación hipotética de la República en 1936, de no haber sucedido la guerra civil.            
 
   Don Juan Carlos I es heredero de Franco pero no continuador del franquismo, entre otras razones, porque este no era propósito de Franco , a pesar de lo que aventuren, entre otros, don Fernando Almansa.            
 
   Como es bien sabido, en el testamento de Franco, oral o escrito, no hay indicación alguna sobre el modo de reinar de su sucesor en la Jefatura del Estado a título de Rey.  Anécdotas comprobadas apoyan aquella actitud respetuosa con la monarquía. Una sola cosa (es decir, ninguna otra) le pide Franco, moribundo, al Príncipe declarado y aceptado  su heredero, seis años antes: Que mantenga la unidad de España.             
 
   Hay, sí (lo señala Ruiz Quintano), el pronóstico de Franco: tendremos democracia. Pero, mire usted por dónde, no hay manera de encontrar el informe en que el general Walters se lo comunica al Presidente Nixon, documento que le entrega en la audiencia celebrada en la Casa Blanca, el 2 de marzo de 1971, entre  3:59 y 4:15 pm.               
 
   El general Walters relata que Franco le dijo (26 de febrero de 1971, a las 17 h) que la sucesión se haría de forma ordenada; que el Príncipe sería rey porque no había alternativa; que España emprenderá un largo camino hacia la democracia; y, con  absoluta confianza,  que, tras su muerte, el Príncipe será capaz de manejar la transición (The mighty and the meek)               
   
   Si, como es deseable, la abdicación de Juan Carlos I se consolida naturalmente en el reinado de Felipe VI, se podrá dar por conclusa la Transición, al mismo tiempo que dar por cumplida plenamente la previsión de Franco , al comienzo de la guerra:  Si alguna vez en la cumbre del Estado vuelve a haber un Rey, tendría que venir con el carácter de pacificador y no debe contarse en  el numero de los vencedores  (ABC, 18 de julio de 1937)   También se habrá cumplido el atado y bien atado, referido inequívocamente a la institución de la monarquía, aunque  se haya tergiversado hasta lo grotesco (Aquí hubo una guerra, paginas 257-273)                                                                   
 
   Franco usa en tres ocasiones la expresión atado y bien atado. La primera, en las Cortes, con motivo de la designación de heredero (22 de julio de 1969); la segunda en el mensaje de fin de aquel año; y la tercera, en la apertura de la X legislatura de las Cortes (18 de noviembre de 1971). En las dos ultimas, como en la primera, con expresa referencia al futuro rey. Sabino Fernández Campos , con perspectiva y autoridad, lo corrobora en 1998: Su sucesión en la persona de don Juan Carlos fue lo único que Franco dejó atado y bien atado.
 
 
 
 

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