Matías Vallés
La Nueva España. Diario Independiente de Asturias
Sábado, 21 de junio de 2014
Ninguna actividad compite en competitividad con la fama, por lo que urgía un escalafón de celebridades. El prestigioso MIT norteamericano ha acometido el proyecto “Pantheon”, que calibra a los personajes históricos de acuerdo con exigentes parámetros. Por no alargar el suspense, el método científico proclama a Aristóteles como la persona más famosa de los últimos seis mil años. Ninguna mujer alcanza una de las diez primeras plazas.
En la clasificación por países, Ibsen es la persona más famosa en la historia de la exótica Noruega. Mandela encabeza la lista sudafricana, por encima de Tolkien. Aunque nadie lo diría al contemplar las regias portadas, la mayor celebridad española es Pablo Picasso. La colegiata monárquica salivará satisfecha al descubrir que la segunda plaza está ocupada por una testa coronada, la de un tal trajano. En la quinta posición, Dalí precede a Goya. Se guarda un hueco para Cervantes. Con perdón, el primer jefe de Estado de los últimos mil años es Francisco Franco, en la undécima plaza. Ni Juan Carlos de Borbón ni su hijo acceden a la lista, mucho menos Adolfo Suárez o Felipe González pese a los entusiastas de la mayor transición que vieron los siglos. En cambio, Julio Iglesias y Almodóvar adquieren consideración planetaria.
¿Quién lo dice?, se preguntará el lector suspicaz. El criterio dominante en el trabajo del MIT son las menciones en la Wikipedia, un rasgo que debería primar a los personajes contemporáneos. Frente a las vetustas monarquías europeas, el cuarteto olímpico de Estado Unidos viene compuesto por Martin Luther King, Elvis, Marilyn y Disney. El listado define a un país sin historia, creador de la mitomanía pop del consumo.
La fascinación del proyecto “Pantheon” reside en la propagación de la fama a través de los tiempos. Platón y Jesucristo han nombrado dos variaciones del amor, platónico y cristiano, respectivamente. Pues bien, la rigurosa clasificación de la fama coloca al filósofo por encima del profeta, en las posiciones que siguen al gigante aristotélico. El fundador del cristianismo está seguido por el corrosivo Sócrates. Solo hay dos conquistadores en las diez primeras posiciones, Alejandro y César. Aunque John Lennon proclamó que los Beatles eran más famosos que Jesucristo, hoy no le corresponde ni el liderazgo de los juanes. Queda por detrás del insufrible Johnny Depp. El MIT demuestra que la fama es traicionera. Así, Steve Jobs destaca entre las personas con su nombre, pero por detrás de Steven Seagal.