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Salvador Fontenla Ballesta
Fracasados los intentos de algunos historiadores de presentar a Franco como un militar mediocre, cuando no incompetente, porque se ha impuesto la evidencia de los hechos, que demuestran todo lo contrario.
Desenmascarados, pero no resignados, tratan de enmascarar su beligerante parcialidad, de una forma más sibilina, por el método de restarles méritos y por desconcertantes comparaciones. Pongamos dos ejemplos
El Generalísimo Franco y el general Rojo.
La comparación entre Franco y Rojo es difícil, porque el primero asumió la responsabilidad plena del mando (planeamiento y decisión) y el segundo solo la del planeamiento. Los hagiógrafos de Rojo ensalzan que hacía maravillosos planes, pero, por los resultados, no contó con los factores enemigo ni fuerzas propias. El papel todo lo aguanta y las responsabilidades siempre para los ejecutantes.
Ante la evidencia de que el general Rojo nunca humilló a Franco en el campo de batalla, como ha pretendido algún incompetente pseudohistoriador, ahora se trata de compararlos solo desde en el campo intelectual.
La solución es afirmar que Rojo tenía una mejor formación, intelectual y profesional, que Franco. Rojo era un comandante “recién” salido de la escuela de estado mayor, y había fundado y dirigido la “colección bibliográfica militar”, que editaba las últimas novedades sobre táctica, generalmente basadas en las experiencias de la Primera Guerra Mundial. Mientras que Franco era un simple africanista, experto solo en la lucha de guerrillas, pero no en guerra convencional, en el que Rojo era un experto (sería por lo que había leído y nunca practicado). Aunque se puede suponer que Franco hubiera leído, incluso estudiado, esa colección bibliográfica.
Es una falacia afirmar que las campañas de Marruecos fueron solo de guerra irregular. Lo desmienten la retirada de Xauen (1924), donde las fuerzas de Abdelkrim eran, a esas alturas, un ejército temible, por su organización, procedimientos y armamento (ametralladoras y cañones). El desembarco anfibio de Alhucemas (1925) fue contra una costa fortificada y artillada, y el primero de la historia con colaboración aérea y de carros de combate. La línea defensiva de Iberkolen fue rota por un ataque convencional, a pesar de estar fuertemente organizada y enconadamente defendida. Además, era habitual operar en Marruecos con columnas interarmas, y con apoyo naval y aéreo.
Posteriormente Franco dirigió la campaña de Asturias de 1934, de carácter revolucionario, pero no de guerrillas, con fuertes combates en campo abierto y áreas urbanizadas. Supuso el rápido transporte de un contingente considerable de tropas, por vía marítima y ferrocarril.
Después, siendo comandante general de las islas Baleares (1933), realizó el planeamiento de la defensa de la isla de Mallorca, contra una invasión convencional en fuerza. Plan que se aplicó con éxito cuando la invadió Bayo, en 1936, en nombre de la República de Cataluña.
Franco, por si fuera poco, dirigió y venció, de forma absoluta, la Guerra de Liberación (1936 – 1939) de carácter convencional. Sus reflexiones tácticas quedaron reflejadas en su obra Comentarios al Reglamento de grandes unidades, escrito de 1938, en plena guerra. Este reglamento estaba vigente desde el año 1925, y se había quedado anticuado al principio de la guerra. Contrasta estas concepciones tácticas tan avanzadas para la época, con las del ejército alemán, mucho más atrasadas, a pesar de ser considerado el mejor del mundo de entonces.
Finalizada la guerra civil, y en plana Segunda Guerra Mundial, escribió el ABC de la batalla defensiva, que supera los conceptos de la Primera Gran Guerra Europea, recoge las experiencias e instrucciones dadas durante nuestra contienda y las conocidas de la Segunda Guerra Mundial (promulgaba el orden escaqueado y en profundidad, frente a grandes trincherones lineales). El texto demuestra una mente didáctica, que sabe diferenciar lo accesorio de lo fundamental, y exponer de forma asequible conceptos complejos del arte de la guerra defensiva. Es destacable que, de forma autocrítica, resalta más los errores propios que los del enemigo.
El Generalísimo Franco y el general Miaja.
Seguramente ante el escaso resultado de la comparación con Rojo, ahora se trata de ensalzar al general Miaja, como el general imbatido del Ejército Popular de la República (EPR). Aunque, como en el caso de Rojo, las responsabilidades de planeamiento y decisión no son tampoco equiparables.
El general Miaja, en primer, lugar fue batido en Córdoba, porque fracasó en su intento de conquistarla por la fuerza en agosto de 1936, cuando contaba con una manifiesta superioridad de fuerzas.
Miaja llegó a Montoro el 28 de julio, pero perdió tres semanas, prácticamente de inacción, sin atreverse a atacar la capital cordobesa, aislada y débilmente defendida. Cuando trató de hacerlo (20 de agosto) era ya demasiado tarde, porque había sido reforzada.
Tampoco tuvo la iniciativa de atacar de flanco, o al menos, hostigar, a las columnas que marchaban sobre Madrid. La primera había salido de Sevilla el dos de agosto, y el 20 ya habían rebasado Mérida y unido los valles del Guadiana y del Tajo (recordemos la arriesgada y eficaz iniciativa de Franco de ordenar, bajo su responsabilidad, el desembarco en Alhucemas).
Sin restar méritos, al general Miaja, por la defensa de Madrid. Tampoco es cierto que tuviera a Franco parado tres años ante las puertas de la capital, porque parado no estuvo. Sencillamente se había ido dar la batalla a otro frente (Norte), lo que no es síntoma de debilidad o torpeza, sino de la sabia aplicación del principio de “flexibilidad” en el arte de la guerra: “Aptitud para modificar la intensidad y punto de aplicación de su acción, adaptándose a la nueva situación”. Madrid pasó a ser un frente secundario.
¿El general Miaja imbatido en Valencia? Este argumento no es original, porque está tomado del general Rojo que consideró que esta batalla terminó con la victoria del EPR. Esto ha dado pie para que algunos historiadores y tertulianos aseguren, en su ansia por restar méritos a Franco, que esta batalla fue un fracaso suyo El que no se consuela es porque no quiere. Haremos un resumen de los hechos.
La línea XYZ era un complejo fortificado para defender Valencia. Estaba muy reforzada y excelentemente apoyada en terreno. El verdadero patrocinador y artífice de esta línea fue el general Matallanes.
El 25 de julio el Ejército Nacional tenía Valencia al alcance de la mano, y había emprendido los primeros ataques a la línea XYZ. El cruce del Ebro por el EPR, Ese mismo día, cambió el centro de gravedad de la guerra al Ebro. Franco recurrió otra vez al principio de flexibilidad, y otra vez con éxito.
El Ejército Nacional había forzado el Cinturón de Hierro en Bilbao, y después destruido a lo mejor del EPR en su campo atrincherado de la batalla del Ebro. Nada hace presumir que no hubiera hecho lo mismo con la línea XYZ. Barcelona, Madrid y Valencia cayeron como fruta madura.
En resumen.
La figura militar de Franco ha sido, sin lugar a dudas, la más cuestionada y debatida en la historia de España. La conclusión es que, cuánto más se debate y analiza, su figura sale más reforzada, porque obliga a analizar y profundizar más en su trayectoria militar, acrecentando su genio militar.