¿Franco, para la historia?, por Pío Moa

Pío Moa
 
 
   Ante la constante campaña con que la izquierda y los separatismos quieren encubrir sus desmanes mediante la acusación obsesiva a Franco y al franquismo, muchos ingenuos dicen que eso hay que dejarlo para la historia. Alguno añaden: “y mirar al futuro” (con la esperanza pueril de que se desvanezcan los problemas del presente). Pero si el pasado siempre permanece de un modo u otro, el franquismo no solo es actualidad, sino el fondo mismo de la actualidad, de los problemas de ahora mismo. El pecado mayor de la transición, como he indicado en La transición de cristal, fue el intento de olvidar el pasado inmediato y la fuente real de la democracia en ciernes. Esto dio una hiperlegitimidad a las izquierdas, los comunistas, los separatistas y los terroristas, siempre más o menos amalgamados. Es decir, permitió recuperar, poco a poco al principio y más aceleradamente luego, las plagas que habían vuelto inviable a la república. Y que con creciente peligro nos acechan nuevamente.
 
   Pero cualquier observador cuya vista no esté demasiado enturbiada por prejuicios –y los prejuicios creados en estos años son realmente toscos– percibe enseguida cómo los políticos y políticas que han llevado al país a la ruina tienen todos el mismo tinte: De Juana Chaos, Arzallus, Mas, Josu Ternera, Zapatero, Carrillo, Pujol, Urkullu, Rajoy, Rubalcaba, etc., etc., toda esa gente rebosante de corrupción, ineptitud y cosas peores, tan bien descritas en su día por Azaña como “política tabernaria, incompetente, de amigachos, de codicia y y botín sin ninguna idea alta”, coinciden orgullosamente en declararse “antifranquistas”, en nombre de una democracia que no entienden y que degradan.
 
   Así, la revisión y reivindicación de Franco y su época se convierte en una necesidad absoluta a fin de afrontar una regeneración democrática y afirmar la unidad de España. Si hay una tarea actual es esa. La izquierda y los separatistas lo comprendieron bien pronto, a su destructiva manera. Y es preciso derrotarlos en este terreno, pues un régimen democrático que reniegue de quienes lo hicieron posible, se condena a la esterilidad y a la podredumbre.
 
 
Fuente: http://www.intereconomia.com/blog/presente-y-pasado 

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