¡FRANCO: PRESENTE!. Por Jaime Alonso

No estoy hablando de un deseo traslativo y temporal de una época, tampoco del grito evocador de un fallecido que significó mucho para su pueblo, ni tan siquiera del fervor de un irredento afán de que las políticas aplicadas a España, bajo su mandato, pudieran evocarse en libertad y pleno respeto. Simplemente es la constatación de un hecho incontrovertible: el de seguir siendo el referente en la lucha contra los hechos históricos, de quienes han presidido los gobiernos de España en los cuarenta y cinco años desde su fallecimiento. A mayor estupidez y suprema ofensa, sirve de comparación en la contienda política descalificadora.

Nada de esto perturba la eternidad de quien ha ganado, con sobrados méritos, el descanso eterno, dejando un legado de bienestar, progreso, concordia y estructura social que aún perdura. Sólo puede inquietar a los paladines de las variadas demagogias que vienen gravitando aún, sobre las almas cándidas de los españoles. Todavía no se han enterado los historicistas de pesebre y plagio interesado que Francisco Franco cambió ejemplificando, para siempre, la historia decadente y cipaya del partidismo existente durante dos siglos, con distintas monarquías y dos repúblicas.

Por ello Franco existirá siempre, desde la afirmación, desde la negación o desde la duda de su obra. Así de ejemplar y sobresaliente fue su mandato comisorio, para nada comparable con las distintas dictaduras y regímenes totalitarios que le circundaron y a los que se enfrentó. De ahí el pertinaz interés, a izquierda y derecha, de evitar comparaciones entre ambas formas de gobernar o logros obtenidos, sin ayuda exterior alguna. Comparar el pasado con el presente, distinto en todos los órdenes, debido a la evolución económica y de costumbres del devenir humano, es hacerse trampas al solitario y aparentar que no nos enteramos.

El pasado sábado en el suplemento del Mundo (LOC) es entrevistado nuestro Presidente de Honor Luis Alfonso de Borbón, Duque de Anjou, por María Eugenia Yagüe, y su respuesta a la pregunta sobre la vigencia de su bisabuelo fue precisa, acertada y sin ambigüedad: “se le reconocerá por la vigencia de su obra…”. No se equivoca. El hombre con el mejor pedigrí de España, bisnieto de Alfonso XIII y Francisco Franco, incide sobre la verdad de una obra, el examen de una vida y el significado, en cualquier época, del balance histórico, confluyendo el tiempo y lugar como factores coadyuvantes. Así será reconocido Francisco Franco como el mejor gobernante de la historia de España desde los Reyes Católicos. El que transformó una nación y vertebró el desarrollo de su pueblo.

No resulta exagerado decir que hasta el aire que respiramos se los debemos a Franco, pues la mitad de los españoles no existiríamos de haber triunfado el frente popular del demócrata Stalin, a tenor del comportamiento que tuvieron sus dirigentes antes y durante la guerra civil, matando discriminadamente a cuanto derechista, católico, propietario o insuficientemente afecto al orden republicano/comunista que se pretendía implantar. Paracuellos o la voladura del Alcázar de Toledo sirven de elocuente ejemplo de como trataron al rival/enemigo, los defensores de los derechos humanos, Largo Caballero, Carrillo, Companys y un largo etc. El que ahora escribe no habría tenido la más mínima posibilidad de haber llegado a este mundo al tener un padre católico, maestro de escuela y voluntario al alzamiento como Alférez Provisional.

De esa premisa en adelante todo serán conclusiones. El agua que bebemos, la seguridad social de la que disfrutamos, los hospitales públicos que nos atienden, las más de cinco millones de viviendas sociales que aún subsisten; la red de carreteras; la repoblación forestal; la industrialización de nuestro país; expectativas de vida; la enseñanza publica universal y de calidad; las becas y Universidades Laborales para los hijos con familia sin recursos. Los planes de colonización desde 1940, Instituto Nacional de Colonización, transformando tierras baldías en regadíos donde asentar una agricultura industrializada. La red eléctrica nacional y de comunicación (Endesa y Telefónica) barata y al servicio del interés general. La energía atómica paralizada por los gobernantes desde 1982, lo que nos ha situado en un país deficitario, en una materia prima esencial el desarrollo económico. La industria Naval y agropecuaria; el turismo de paradores nacionales e industria hotelera, cuyas bases asentó en toda la costa hispana. Su eficiencia y probidad gubernativa, hizo que los ciudadanos no tuvieran que soportar impuestos directos. En el derecho aún existen las Magistraturas de Trabajo; en lo contencioso administrativo sigue la ley de régimen local y toda la jurisdicción contenciosa (ley de expropiación forzosa, ley de régimen jurídico de las administraciones públicas etc.) frente a los abusos de las administraciones publicas también corresponde a su régimen.

Esta resumidísima evidencia puede soportar cualquier viento de falsificación, cualquier persecución, mientras los españoles no pierdan los referentes de su mejor historia, en cualquiera de sus siglos. Y Franco es el mejor referente y el de mayor valía desde la revolución francesa e invasión napoleónica, hasta nuestros días. Él nos señala el camino del buen gobierno, de la convivencia pacifica, de los cauces naturales de representación política, frente a la aporía extranjerizante de la partidocracia. De ahí el odio visceral y universal que concita su figura, mucho más allá de su existencia terrenal. Hoy resulta más fácil ocultar o tergiversar su incontrovertible legado, debido a una enseñanza sesgada y manipulada, con el borrado del mandato de su obra, que mejorarla. Ahí esta nuestra razón de ser y de existir, no renunciaremos a ella, porque pertenece a la herencia malgastada de nuestros abuelos y padres.

No viviremos en paz, ni España será una democracia reconocible, mientras persistamos en el trágico error de alancear muertos. Haber permitido la profanación de la tumba del mayor héroe contemporáneo reconocible por la historia, incide directamente sobre el devenir colectivo de nuestro pueblo e instituciones que lo han permitido. El, todos hemos mirado para otro lado, nos enfrenta al espejo de la indignidad colectiva en que hemos incurrido, siendo necesaria su reparación para la salud convivencial e histórica de los españoles.

 

 


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