Franquismo contra Franco, por Pío Moa

Pío Moa

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Franco no era, desde luego un intelectual, pero tenía clara conciencia del alcance histórico de su obra, que quiso simbolizar en el Valle de los Caídos, un logrado monumento de máximo valor artístico, que armoniza la grandiosidad, la solemnidad y una armonía de conjunto única, superior a la de cualquier monumento del siglo XX en cualquier parte del mundo. Por eso, precisamente, desata los odios de la hez de la política española, la misma que en la república y la guerra se dedicó a quemar y saquear obras de arte de todo género, junto con bibliotecas y edificios históricos.

Ante la infame oleada de calumnias alzada en España por quienes se consideran herederos del Frente Popular, es decir, los separatistas, terroristas y totalitarios, muchos han querido salvaguardar la memoria de aquel régimen, pero a menudo lo han hecho de tal modo que trivializan su razón histórica y abren un amplio flanco al ataque contrario. Un argumento muy empleado es el de “los pantanos”, es decir, el argumento económico, que señala una verdad, pero no va al fondo de la cuestión. Otros plantean el franquismo como una marcha sui generis a la democracia liberal, cuando el régimen se desarrolló largo tiempo en pugna con ella, desde que las democracias, los soviéticos y diversas dictaduras decidieron aislar y hambrear a España, para hacerlo caer. Hay quienes expresan una gratitud servil e inmotivada a Usa o Inglaterra. En fin, la guerra se habría librado,  y el régimen justificado como el modo de dar a la “problemática” España la solución “europea”, al modo orteguiano. Cabe preguntarse si para eso habría hecho falta la guerra y el franquismo.

El sentido real de la guerra y el franquismo fue la continuidad histórica de España frente a la disgregación o la sovietización que amenazaban en la república y se hicieron inminentes con el Frente Popular.  Esa continuidad hacía posibles diversas alternativas políticas, pero su pérdida solo podía generar la pérdida de la independencia  y el enfrentamiento civil permanente. El mayor éxito del franquismo, después de haber ganado la guerra, fue haber mantenido a España al margen de la guerra mundial, pues, optara por el bando que optara, la intervención habría redundado en la satelización y sumisión del país a unos o a otros, como ocurrió con el resto de Europa, y la vuelta al caos republicano. Este éxito, que diferenciaba a España de casi todo el resto de Europa, parece que no podía ser perdonado, y de ahí un aislamiento criminal, que también terminó siendo derrotado, otro éxito crucial de Franco. El país se reconstruyó con grandes dificultades impuestas desde el exterior, pero lo hizo con sus propias fuerzas, al revés que los demás países europeos, otro hecho “imperdonable” para estos.

El franquismo fue un intento logrado de romper con las derivas surgidas de la  invasión napoleónicas, y de enlazar con la gran época de España. ¿Fue al final un intento fallido? En gran medida sí. En mi opinión una causa fue la excesiva identificación ideológica entre Dios y el César, hasta que los representantes de Dios, es decir, Roma, decidieron acabar con el equívoco, dejando al régimen sin su principal sostén intelectual e ideológico. ¿Podría haber sido de otro modo? Muy difícilmente. Digamos que ese fue el fallo estructural que terminó privando de futuro al franquismo, a pesar de sus grandes éxitos. Los cuales conviene recordar y valorar, de todos modos, porque fueron únicos desde la invasión napoleónica e incluso desde  antes. Y que conviene analizar, porque seguramente hay algo aprovechable en  ellos.


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