Enrique Alonso Marcili
Coronel de Infantería (R)
En el LXXV aniversario del fin de la guerra que enfrentó a los españoles durante tres años con la victoria de los nacionales, leo en un periódico digital cuyo nombre prefiero no mencionar lo siguiente: “La última guerra fratricida de España había comenzado tres años antes, cuando un grupo de mandos militares se sublevó contra el gobierno del Frente Popular republicano. Poco a poco, el general Franco se erigió líder de los rebeldes, y fue incorporando territorios al bando nacional. En 1939, el bando republicano estaba prácticamente desintegrado y sus distintas facciones, enfrentadas de un modo terrible.”
Siempre he pensado que sobre la falsedad no puede florecer nada y menos con dignidad. Hoy se miente mucho. Mentir también es contar los hechos parcialmente y poner etiquetas inexactas.
Por desgracia, cuando una sociedad se rompe, también se rompe su ejército. Ocurrió ayer y ocurrirá siempre, pues no en vano es reflejo de la sociedad a quien sirve. ¿Se olvida interesadamente a los falangistas, requetés o a aquellos españoles que por sus convicciones morales, muchos de ellos republicanos, se alinearon en el bando Nacional? En mi opinión, ese pudiera ser un olvido interesado, como tantos otros, para presentar el inicio de la guerra como un bastonazo castrense, una asonada militar que no fue tal. En el Alcázar de Toledo, sus héroes, enarbolaban la Bandera tricolor de la Republica que no fue cambiada hasta que desde el aire les lanzaron paquetes con la Bandera roja y gualda. No voy a relatar nominalmente los militares que se alinearon con el Frente Popular, ni las banderas que enarbolaban, ni los vivas que gritaban, de sobra son conocidos y cierto el fracaso inicial del bando que luego fue victorioso. La Historia no deja de ser historia por mucho que se la oculte, por mucho que se la falsee. Hoy se ha falseado la Historia consciente y premeditadamente.
Las generaciones nuevas no vivieron esos hechos, yo tampoco. Pero he tenido ocasión, en mi servicio a los intereses de la Patria fuera de sus fronteras, de ver y sufrir personalmente lo terrible de las guerras civiles, ninguna exenta de fanatismo. Esa exacerbación del sentimiento, la ceguera que produce el apasionamiento desmedido, lleva a que el fanático se comporte de manera violenta e irracional. Y la falsedad fanatiza porque no tiene sustento moral. Esa fue la verdadera diferencia entre los dos bandos en lucha, esa es la mala hierba que crece hoy anulando las virtudes que alimentan el patriotismo. Rectitud, Benevolencia, Respeto, Honestidad, Honor y Lealtad se venden caras en los tiempos que corren.
Las palabras del cardenal Rouco Varela en el funeral del expresidente Suarez han escandalizado a no pocos y esa es la prueba.
Honda preocupación en esta efemérides, no se ve en el horizonte el menor intento de rectificación. Las lágrimas de cocodrilo de los fariseos contemporáneos que se exhibieron hace días ante el fallecimiento del Sr. Suárez no han servido para regar tierra alguna. ¡No podían servir! ¡Eran falsas!