In Memorian a Julián Santa Coloma Echagüe, por Agustín Castejón Roy

Agustín Castejón

Barcelona – Marzo 2019

 

Hace unas horas que Julián nos ha dejado. ¡Firmes!, en primera posición de saludo llegó a la casa del Padre. La infinita misericordia del Todopoderoso le recibió en su seno y acomodó en el Lucero, reflectante de Luz Eterna, lugar donde reposan los elegidos. Allí se habrá encontrado con los más recientes camaradas que le precedieron: Alonso, “Peret” Aparicio, Carlos Albiol… todo un coro entonando la vieja canción de “yo tenía un camarada, de entre todos el mejor…”. Que hermosura en el armonioso descanso eterno.

 

La última vez que le abracé fue en la veterana estación de Atocha, llegábamos un grupo de la Hermandad de Antiguos Miembros del Frente de Juventudes de Barcelona para hacerle entrega del título de Presidente de Honor al Excmo. Sr. y camarada José Utrera Molina, allí estaba lleno de alegría para recibirnos y vivir junto a nosotros la jornada en la capital de España. Nada comentó de su dolencia, era inmensamente feliz con su ayuda cotidiana en el quehacer de la Fundación Nacional Francisco Franco. Se granjeó el afecto de Emilio de Miguel y de su Presidente Juan Chicharro Ortega. Siempre que me llamaba era el obligado comentario de la telefonada que de forma habitual intercambiábamos.

 

Cadete ejemplar, estricto cumplidor de sus obligaciones allí donde estuviera. Nunca pasó de largo, dejó huella de su bien hacer con ejemplar estilo falangista, con mirada clara y brazo en alto.

 

Retrocedo al día de nuestro encuentro: estuvimos en casa de Pepe Utrera, le hicimos entrega del título, hicimos fotos, charlamos y salimos especialmente reconfortados del encuentro. Nos hizo un poco de cicerón por la capital, almorzamos juntos y cumplido todo, regresamos a casa.

 

A Julián le voy a echar de menos, mitigada la ausencia con su hijo Eduardo que, al vivir aquí en Barcelona, nos conectamos con relativa frecuencia. Ahora con su ausencia, refrescaremos hechos, canciones y marchas donde el ánimo de Julián les daba un sabor especial de sana convivencia.

 

Desde aquí, “paseando” por este valle de lágrimas, te recordaremos tal y como eras, entero, de una pieza -como Antonio Tejero- en la perfecta formación que junto a los luceros rogáis por esta España de tus amores y los nuestros.

 

Hasta siempre, esperando supliques al Señor que nos reserve un hueco en el Lucero elegido, desde allí y juntos seguiremos amando a Dios y pensando en esta hermosa Patria que es ESPAÑA. Adiós al gran Jefe de Centuria.

 

¡Hasta siempre, Julián!


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