Javier Navascués
El catalanismo se ha convertido en una pseudo religión en Cataluña, un ídolo pagano que ha desplazado a la verdadera Fe en amplias zonas de esta región, especialmente en el ámbito rural, antaño conocidas por su religiosidad y tradicionalismo carlista. La cruz de Cristo ha sido suplantada por una bandera masónica “estelada” que suele ondear en estas poblaciones. Cataluña era en el siglo XIX una región muy católica y muy española. Recordemos la heroica lucha de los catalanes por España contra Napoleón, el heroísmo de los Voluntarios Catalanes en la Guerra de Marruecos de 1860 y en la de Cuba defendiendo la bandera española durante décadas. Sin olvidar, desde luego, la intensa fe y patriotismo de los catalanes tradicionalistas que lucharon en las 3 Guerras Carlistas.
Hoy en día Cataluña es con diferencia la región más secularizada de España, con menor índice de asistencia a Misa y sin apenas presencia de la religión en la esfera pública. Y lo más grave que es que con frecuencia el culto a éste Baal es fomentado por una parte del clero catalán. D. Javier Barraycoa, escritor, Doctor en Filosofía y vicerrector de la Universitat Abat Oliba analiza las causas y las consecuencias de este cáncer que gangrena la religión y la unidad de España.
¿Cómo ha podido la ingeniería social lavar el cerebro a muchos catalanes, cuyos ancestros se sentían profundamente católicos y españoles, y ahora han perdido la Fe y odian a España?
Si hemos de hablar de ingeniería social, tendríamos que centrarnos en los últimos decenios, donde los medios de comunicación, la inmersión lingüística, los cambios en la lengua de prestigio en Cataluña y otras políticas activas nos podrían dar explicación de ello.
Sin embargo, lo que hemos vivido estos años es el resultado de lentas transformaciones que se han sucedido durante varias generaciones. El fenómeno es complejo y explicarlo en toda su profundidad exigiría un libro. Pero podemos decir que básicamente el primer catalanismo, en cuanto tal, se fermentó en ambientes católicos, próximos al tradicionalismo. El regionalismo pregonado por el Obispo Torras i Bages, debía ser el instrumento para convertir Cataluña en una pequeña Cristiandad, siempre dentro de España. Sin embargo este movimiento, cultural y religioso, fue asumido por la burguesía catalana que mantuvo la letra, pero no el espíritu del catalanismo. Así el catalanismo se convirtió en un instrumento del liberalismo de la restauración para reconducir el tradicionalismo político a la política moderna y liberal. Inevitablemente, el catolicismo que sustentaba el catalanismo se fue disolviendo a causa de los constantes intentos liberales de que la política dominara la religión.
El catalanismo, al perder su anclaje con la religión católica se convirtió en un “discurso místico” (y mítico) que recogió la izquierda. Los republicanos federalistas, siempre habían querido que se les reconociera la paternidad del catalanismo (desde época de Valentí Almirall y la I República). De golpe se encontraron una ideología elaborada por la Lliga que durante la dictadura de Primo de Rivera había dejado a su albur. Es así como apareció ERC que mantuvo la hegemonía del catalanismo, durante la II República y la Guerra Civil, pero a costa de mantener un claro anticlericalismo.
Tras la Guerra Civil el catalanismo estaba tocado de muerte. La Lliga se había pasado a Franco y ERC se había humillado ante anarquistas y comunistas que odiaban el nacionalismo. Sin una serie de clérigos catalanistas, resentidos con el franquismo, que realizaron pactos contra-natura con marxistas y socialistas, hoy el catalanismo tampoco existiría. No es de extrañar que durante el franquismo tardío y durante la transición el catalanismo recorriera el mismo camino: primero se recluyó en el conservadurismo y las sacristías, para acabar siendo lamentablemente una de las banderas de la CUP.
¿Cuáles son los falsos mitos del nacionalismo catalanista?
El nacionalismo catalán, como todo nacionalismo, necesita crear y retroalimentar victimismo y mitología. La mitología va desde la afirmación anacrónica de la existencia de una nación milenaria, a la creencia de una unidad cultural Occitana, pasando por el mito de de una “corona catalano-aragonesa” o de opresiones constantes de “Castilla” o “España” contra la nación catalana. Se ha hecho pasar una Guerra de sucesión por una de secesión. Frente a la Corona de Aragón, se reduce Cataluña a una comunidad lingüística; las quejas de ser una nación oprimida se combinan con deseos de expansión pancatalanista. Ahora se quiere presentar Cataluña como una “nación” que destacó por sus libertades y sentido de modernidad, cuando en realidad Cataluña fue una de las regiones de España más medievalizadas.
En Cataluña se ha hecho pasar el engendro de Pompeu Fabra como si fuera la lengua que siempre habían hablado los catalanes, cuando no es más que un artificio. Se nos ha hecho creer que la renaixença la inició Aribau, sólo por el mero hecho de que era masón (cuando nunca en su vida había escrito en catalán). Se nos ha cambiado la letra del himno de los Segadores, como si no pasara nada. Con toda impunidad se inventa el origen de las cuatro barras. En fin, la mitología ya es parte de los estereotipos del nacionalismo y son muy difíciles de desenquistar. Personalmente he dedicado un libro entero a este proceso de desmitificación: “Historias ocultadas del nacionalismo catalán” (LibrosLibres).
¿Cuáles son los medios de propaganda de este separatismo?
Hoy en día principalmente dos: los medios públicos controlados por una verdadera secta nacionalista (TV3 y la Radio pública catalana) y el diseño perfectamente engrasado de la educación. No estamos ante un mero problema de inmersión lingüística, sino de los contenidos educativos; y del sistema de control de comisarios políticos del Departament d´Ensenyament. Hay estudios que demuestran que un 25% de los profesores de centros públicos de Cataluña votan a la CUP. ¿Qué se puede esperar de ello? Para colmo, en Cataluña existe una profunda tradición de colegios religiosos. Pero estos se entregaron apasionadamente a las tesis pujolistas a través de la asociación “Escuelas cristianas”. Si quiere que su hijo pierda la fe, lo mejor en estos momentos es llevarlo a una escuela cristiana. De hecho ya prácticamente no quedan ni curas y monjas en estos colegios. La única religión que se enseña es el nacionalismo y el buenismo.
¿Qué parte de culpa ha tenido el clero catalán?
Salvo muy santos y venerables sacerdotes, muchos de ellos ya fallecidos o mayores, hoy Cataluña es un desierto de vocaciones y práctica religiosa. Todavía hay muchos curas catalanistas que creen y afirman públicamente que: “Cuando Cataluña sea independiente, habrá más vocaciones”. Semejante estulticia ya lo dice todo. Durante el franquismo este sector de la Iglesia connivió con los enemigos de la Iglesia. La revista de Montserrat, Serra d´Or, aprovechando el Concordato y que no podía ser censurada por el Régimen, acogía a las plumas de los marxistas más afamados, en pleno franquismo. Comisiones Obreras se fundaba en una parroquia. De los “esplais” (grupos de jóvenes) de las parroquias, salían los jóvenes militantes catalanistas. Asociaciones de sacerdotes, vinculados a catalanistas democratacristianos, organizaban las campañas “Queremos Obispos catalanes”; la capuchinada; o, también, ver cómo la teología de la liberación se gestaba en el centro Borja de los Jesuitas (Sant Cugat) y se instalaba durante décadas en el Seminario… etc.
Son tantos los ejemplos que no pararíamos. Lo más sangrante fue que muchos curas catalanistas se negaron a oficiar Misas en castellano para los inmigrantes del sur de España y estos dejaron de ir a Misa. Otro ejemplo gráfico es el del sobrino del Superior de los Escolapios en Cataluña, resulta que es un imán converso al Islam. Para más señas “predica” en Mataró.
¿Por lo tanto se puede afirmar con propiedad que han hecho un ídolo del catalanismo?
El catalanismo, en cuanto que nacionalismo, es en sí mismo una idolatría. El magisterio de la Iglesia -contra lo que pueda parecer- ha condenado repetidas veces el nacionalismo en cuanto que “la “exaltación del propio pueblo”. El nacionalismo es un amor desordenado a lo propio que se sublima para convertirse en una causa, que está incluso por encima de la religión. Por eso el nacionalismo es lo opuesto al patriotismo, que queda comprendido en la sana virtud de la “piedad” que depende de la virtud cardinal de la Justicia.
¿Es motivo de escándalo la simpatía, cuando no militancia, con el catalanismo de ciertos sectores de la Iglesia en Cataluña, incluida la Curia?
Si existe un gran pecado es el de escándalo. Y sí, en Cataluña los católicos hemos tenido que vivir muchos escándalos escuchando homilías, declaraciones de clérigos, escuchando Radi Estel (la radio de la diócesis de Barcelona) o leyendo “Cataluña Cristiana” (el semanario de la Iglesia de Cataluña o, cómo no, ciertas Hojas dominicales. Quizá lo más terrible ha sido, durante décadas, el lenguaje ambiguo de las autoridades, las dobleces en el lenguaje, la necesidad de constantemente estar reinterpretando lo que muchos obispos catalanes decían o escribían, para justificar y evitar que se escandalizaran otros fieles. Otra realidad que no se suele ver desde fuera es cómo se han gobernado las diócesis catalanas. Con amarga sorpresa durante mucho tiempo las mejores parroquias iban para los sacerdotes más catalanistas y/o progresistas… hasta que las convertían en un erial.
Los mejores sacerdotes, por otro lado eran relegados y arrinconados, por no decir ocultados. Hoy, como ya casi no queda nada, incluso tienen que dar buenas parroquias a sacerdotes buenos. El clero catalanista progresista ha sido incapaz de reproducirse. Y las pocas vocaciones que hay, podemos decir que creen en Dios, aunque su formación -por desgracia- es muy deficiente. Es duro hablar así. Pero los fieles tenemos nuestros derechos. Y el derecho más fundamental es que la Iglesia vele por la salvación de nuestra alma. Por tanto, aunque sea duro realizar estas críticas, es necesario para que despertemos de una vez. Nos jugamos muchísimo.
¿Quiere añadir algo más para concluir?
Varias cosas si se me permite. En primer lugar el nacionalismo es un sustituto de la religión, pero es un fenómeno muy complejo y no se puede banalizar con estereotipos. En segundo lugar al nacionalismo no se le combate con otras formas de nacionalismo. En tercer lugar, la esencia del nacionalismo es el liberalismo, pues afirma que lo religioso -como mucho- se puede permitir si está al servicio de lo político. Cuarto, el nacionalismo es un instrumento de la revolución y siempre dará lugar a procesos revolucionarios anticlericales. Y quinto, como ninguna sociedad puede sobrevivir sin una religión, el espíritu revolucionario y anticlerical, con el tiempo dejará paso a otra religión. Esta religión, en Cataluña, será el islam. El nacionalismo tanto conservador como revolucionario ve en él un aliado natural, contra todo lo que pueda representar una tradición hispana y católica de Cataluña. Por último, parafraseando a Torras y Bages: “Cataluña será cristiana o musulmana”.