Reproducimos una gráfica publicada en el diario Expansión (8-2-2013), hecha con datos obtenidos del Instituto Nacional de Estadística, que muestra el peso del sector secundario, la industria, en el PIB español entre 1970 y 2011.
Entre 1973 y 2009, ese peso se redujo en más de la mitad, del 29,09% al 14,20%. La política económica del régimen de Franco consistió en industrializar el país, mientras que los gobiernos de la democracia, en especial los socialistas, se han empeñado en desmantelarla y sustituirla con el sector servicios (turismo y comercio) y la construcción (ladrillo). Las consecuencias las ve todo el mundo.
Un país industrializado, como Alemania, Suiza o Corea del Sur, tiene más soberanía nacional, menos dependencia del crédito y la tecnología extranjeros y mejores salarios para sus trabajadores, mientras que un país de servicios, como es España, carece de tecnología y de crédito propios, a la vez que sus trabajadores, por muchos títulos universitarios que tengan, están condenados al subempleo y a competir por puestos de camareros o dependientes con los inmigrantes del Tercer Mundo.
La desindustrialización de España, que afecta a todo tipo de regiones, desde Asturias, gobernada por los socialistas y comunistas, a Cataluña, gobernada por los nacionalistas, es uno de los mayores desastres cometido por la clase política y supone para el pueblo español una condena a una vida mediocre.