La falta de transparencia del Gobierno de Melilla en la retirada de la estatua del comandante Franco

PUBLICADO EN EL FARO DE MELILLA

Jamás una Administración autonómica había recibido tres resoluciones del Consejo estatal de la Transparencia y del Buen Gobierno que evidenciara la más absoluta opacidad en relación a un mismo asunto administrativo.

La palma de semejante “demérito” corresponde al actual equipo de gobierno de la Ciudad Autónoma de Melilla y con respecto a los procedimientos administrativos vinculados a la retirada de la Estatua del Comandante Franco de la ciudad.

En concreto hay tres resoluciones de dicho Consejo, todas del año 2021, en las que se resuelve estimar las reclamaciones interpuestas contra el Gobierno de Melilla por constituir sus objetos información pública en virtud de la Ley 19/2013, de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno.

Son la resolución RT 0145/2021 de 17 de junio de 2921, en donde se obliga a las autoridades melillenses a la remisión de la copia del expediente administrativo completo relativo a la retirada de la estatua del Comandante Franco de la Ciudad de Melilla, la resolución RT 0385/2021 de 8 de septiembre de 2021, relacionada en parte con las copias de la licencia de obra concedida para la retirada del monumento del Comandante Franco, los permisos de la Consejería de Cultura para su retirada, y otras autorizaciones necesarias, y finalmente la resolución RT 0419/2021 de 24 de septiembre de 2021, relacionada con el expediente completo de declaración como bien BIC (Bien de Interés Cultural) del conjunto histórico de Melilla y de todas las actuaciones que se han llevado en sus inmuebles y equivalentes en los siete últimos años, así como la especificación de la protección de que disfrutan los inmuebles sitos en el conjunto histórico de Melilla como bien BIC y su normativa aplicable para cualquier actuación que se realice en ellos.

 

En estos tres procedimientos de reclamación precitados, el Gobierno de Melilla ha seguido el mismo patrón de comportamiento: ni aportaron dicha documentación en una primera fase ante una petición directa de información ni tampoco efectuaron alegaciones ante el Consejo de la Transparencia una vez efectuada la reclamación ante este organismo. Es decir, aplicaron una opacidad reincidente y en distintas fases de los procedimientos.

Ahora cabría preguntarse por qué ha actuado de esta manera el Gobierno de Melilla. La respuesta a esta cuestión es evidente bajo mi punto de vista; a saber, para hurtar a la opinión pública melillense y española la cantidad de irregularidades que encubre su actuar en relación a dicha Estatua.

Primero, que la Estatua fue encargada por el primer Gobierno municipal de la Ciudad en Democracia el año 1977 para reconocer el papel de Franco en la defensa de Melilla en 1921, y que, por lo tanto, no se le puede aplicar la Ley de Memoria Histórica; segundo, que no se han seguido durante la retirada las pautas y garantías de protección de un bien inmueble contenido en una zona declarada BIC; y tercero, que la descoordinación y la chapuza administrativa que llevó a cabo dicho Gobierno de la Ciudad sólo obedece al oportunismo ideológico y sectario de sus postulados electoralistas.

Es evidente que las autoridades de la Ciudad no se conocen la Ley de Transparencia y al menos todo lo descrito debe de servir para que sus máximos responsables entonen un “mea culpa” sobre su ignorancia, pero es que ni siquiera se va a llegar a ese punto porque están enrocados en su soberbia, desconocimiento e ilegalidad, pero no debe de olvidarse que España es un Estado de Derecho donde al final todos los ciudadanos, incluidos los políticos, están sometidos al Imperio de La Ley, y al igual que hemos conseguido que la calle General Millán Astray haya sido repuesta en la Capital de España con todos sus honores, tras un largo procedimiento judicial que ha durado cinco años, también estamos convencidos de que conseguiremos lo mismo con la Estatua del Comandante Franco en Melilla.

 

Y lo haremos desde la Transparencia y la Verdad, superando todos los obstáculos y arbitrariedades del poder, para que alcance su plenitud aquellos que cantábamos en el Tercio Gran Capitán y que aprendimos miles y miles de jóvenes españoles venidos de la península en tierra africana: ‘Como somos Caballeros Legionarios, hay mucha gente que no nos camela, como si fuera un delito, ser de la Legión Extranjera…’

O también como cantan nuestros hermanos de la Legión Francesa, ‘Je Ne Regrette Rien’ (No me arrepiento de nada).


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