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Francisco Lanzas
Veníamos observando los repetidos avisos de la repugnante TVE de Rosa Mª Mateo, anunciando la proyección – el domingo 8, en hora punta – de un trabajo de Martín Patino sobre Francisco Franco bajo el sugestivo título de “Caudillo”. No sabíamos, pero ya nos temíamos – que el reportaje del autor sería complementado por una breve tertulia “digestiva” y una película del mismo sobre la ciudad de Madrid. A sabiendas de que TVE no pasaría este material a tan poca distancia de las Elecciones Generales si no viniera lastrado con una oportuna carga de propaganda en favor de la izquierda a la que sirve, decidimos tragarnos el doble programa con una pinza en la nariz, como habrán hecho muchos de los españoles que por edad vivieron la época descrita y no admiten que los indoctrinen de una forma tan descarada.
En efecto, Martín Patino – de quien TVE decía una y otra vez que filmó en clandestinidad, pese a la obvia abundancia de material de archivos oficiales – mostró una vez más el estilo que siempre le caracteriza: Un relato deshilachado, a guisa de caleidoscopio, alternado con retazos literarios de poetas comprometidos y amenizado por música popular de la época, couplés, revista, zarzuela y similares. Con Martín Patino uno nunca acaba de hacerse una idea clara de lo que intenta decir; sólo le llueven cortos planos de hechos remotamente relacionados entre sí. Pero, eso sí, todos ellos compartiendo la misma querencia política civilguerrista, el mismo romanticismo del vencido, los mismos trasnochados tópicos de otros tiempos, en un mosaico deforme que intenta decir mucho y no dice nada.
El relato biográfico de Francisco Franco fue como era de esperar, así como su paso por la Academia Militar y sus méritos de guerra, pero casi ofuscado por el constante regreso a los horrores de la Guerra Civil y los numerosos planos de cadáveres amontonados en las calles – cadáveres que podrían haber sido de cualquiera de los dos bandos. Porque Martín Patino sistemáticamente oculta que se cometieron barbaridades por ambas partes – ni una sola palabra sobre este tema – y prefiere sembrar la impresión de que los malos sólo están en el bando nacional. En la descripción de actos oficiales nunca falta la presencia de embajadores o militares alemanes e italianos de la época – pero ni una palabra sobre la asistencia soviética – como no faltan los obispos saludando “a la romana”, los palios y el recordatorio de la aquiescencia eclesiástica a la marcha del conflicto. El barniz cultural fue esta vez el de algunos poetas rojelios, con Pablo Neruda en primera fila. En resumen: Un ladrillazo con música, con una parcialidad evidente basada en la selección partidaria de las tomas y sus entornos. ¿Y qué decir de la película “Madrid” que siguió al reportaje “histórico”? Muy poco. Una historia sumamente aburrida, confusa, filmada al mismo estilo de otras de sus obras, que empieza y acaba sin que el espectador medio acabe de entender de qué se trata.
Pero cuando hemos decidido comentar esta última marranada de la muy marrana TVE de Rosa Mª Mateo no ha sido porque nos interesara enjuiciar la obra de Martin Patino – que ya sabemos cómo las gasta y aburre que es un dolor – sino porque el hecho de programar un supuesto reportaje biográfico de Francisco Franco a tan corta distancia de las EE.GG., ya nos indicaba que en la decisión de TVE necesariamente había gato encerrado. TVE ha querido influir subrepticiamente en los jóvenes que día a día son empujados a identificar la derecha como franquista, y de paso añadir algo de sal al insípido fracaso de la izquierda en su enfermiza manía por exhumar a Franco, por expulsar del Valle a los valientes benedictinos que no se dejan y acabar dinamitando esa gran cruz que tanta migraña les produce. Y es que TVE, desde la “okupación” de Moncloa por el “doctor cum fraude” y el subsiguiente acceso de Rosa Mª Mateo como comisaria censora de la entidad, no hace más que batir récords de deshonestidad informativa, de tergiversación y de sectarismo selectivo. TVE es la maquinaria propagandística del PSOE de Pedro Sánchez y de sus socios podemitas, y no hace falta ser jurista para dictaminar que, como entidad pública que pagamos todos los españoles, al irrespetar su compromiso de imparcialidad informativa y neutralidad política está cometiendo una violación de contrato equivalente a una malversación de fondos como el culo de Hillary Clinton. Una malversación por la que un día habrá que pedir responsabilidades a todos los que han intervenido e intervienen en la trama. Ese día le pediremos a Martin Patino que, desde el cielo, le ponga música al proceso.