La voluntad del combatiente

 
 
Honorio Feito
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   Uno de los mayores problemas de la sociedad española es la diversidad de opiniones respecto a los temas más importantes de la agenda. Esa pluralidad de pensamiento se aprecia en la disparidad de opiniones en asuntos menores o aparentemente claros.
 
   Y es más acusada en los más trascendentales, como tras los atentados ocurridos en la capital francesa hace unos días. Afecta, cómo no, a la conducta de los grandes partidos de la horquilla parlamentaria en aspectos tan fundamentales para la vida nacional como el pacto PP-PSOE contra el yihadismo, con opiniones enfrentadas no sólo entre los dos protagonistas, sino también por parte del resto de los partidos políticos que deberían haber sido llamados a ese consenso.
 
   Que una sociedad que valora el llamado Estado de Derecho y que tiene presente el disfrute de las cotas de libertad alcanzadas se cuestione, a estas alturas, si los países que forman la Unión Europea deben o no controlar los pasos fronterizos, si ello supone una merma de esa cota de libertad de la que gozan, se podría pensar que está dentro de lo normal; más cuando se trata de países que han resuelto por la vía rápida los acechos terroristas que un día hirieron a sus sociedades. Pero que la que la sociedad española, golpeada una y otra vez por el terrorismo, se cuestione cuál de los platos de la balanza debe quedar encima, es, cuando menos, un ejemplo de que no tenemos las cosas claras.
 
   Los atentados de Paris, como antes los de Madrid o los de Londres, suponen nada más y nada menos, que el terrorismo yihadista ha entrado en tu casa, ha cruzado el salón y ha llegado al corazón mismo de tu hogar, a tu propio dormitorio, para acribillarte a tiros en tu propia cama.
 
   De las muchas crónicas escritas y de las declaraciones de los líderes, sobresalen aquellas que hablan de guerra. Europa está en guerra. La pregunta es ¿Está preparada Europa para librar esta guerra?, y a renglón seguido, ¿También tendrá lugar su desarrollo en suelo europeo, como las dos anteriores? ¿Será una guerra convencional en la que dos ejércitos, frente a frente, se tomen el pulso para decidir un ganador? o ¿el yihadismo utilizará el terrorismo como estrategia, para golpearnos en nuestra propia casa? 
 
   Personalmente, creo que la Unión Europea no tiene voluntad de ser lo que representan sus siglas. Delimitar y proteger el territorio es un ejercicio tan básico que hasta los macho-alfa de la fauna salvaje entienden como tal. El coladero que suponen Ceuta, Melilla y Lampedusa requiere algo más que alguna que otra subvención o ayuda económica, cuando se aprueba, y el nivel de implicación en este tema de los responsables de la UE queda de manifiesto (y en evidencia), cuando analizamos, por ejemplo, las declaraciones de la comisaria europea de Interior, la sueca Cecilia Malmström. Su conducta es el exponente de lo que preocupa, por el momento, a los europeos del Norte, estos asuntos que soportamos los europeos del Sur.
 
   En nuestra sociedad discutimos hasta el sexo de los ángeles. Esa es, de momento, la ventaja que nos llevan.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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