Las autopistas se caen a cachos mientras las carreteras secundarias agonizan sin mantenimiento desde la época de Franco

El Debate

El brutal accidente del pasado fin de semana pone de manifiesto el lamentable estado de conservación de la red nacional, una situación que no parece que vaya a cambiar a medio plazo.

Hace ya años que Europa dio la voz de alarma respecto al estado de las carreteras españolas, abandonadas y con un mantenimiento mínimo, agonizan dejadas de la mano de Dios sin apenas inversiones de conservación.

Europa ha denunciado en varias ocasiones que el déficit de mantenimiento de las carreteras españolas crece cada año, superando ya los 10.000 millones de euros, y niega la posibilidad de que se ponga al día utilizando transferencias europeas, pues sería un agravio comparativo frente a otros países que sí han cuidado de sus carreteras.

Olvidadas y abandonadas

Para solucionar este problema, Bruselas propuso la puesta en marcha de los sistemas de peaje de pago por uso, habituales ya en numerosos países en Europa, pero el Gobierno de Pedro Sánchez sigue negando esta posibilidad pese a que estuviera ya firmado. Obviamente, nadie apoya la puesta en marcha de peajes masivos, pero el estado de las carreteras españolas es sencillamente inaceptable.

Pero para entender el estado de deterioro actual de las carreteras habría que viajar hasta los años 2007 y 2008, cuando la brutal crisis económica que azotó a nuestro país obligó al Gobierno de Zapatero primero y al de Rajoy después a reducir la partida de mantenimiento de carreteras a su mínima expresión, una situación que no se ha revertido con el paso de los años.

Sin presupuesto

Tal y como denuncia la Plataforma de Trabajadores de Conservación y Explotación de Carreteras, España destina tan sólo 22.500 euros al mantenimiento de cada kilómetro de carretera, frente a los 41.500 euros que destina Italia, que sería el país que tenemos por delante en este aspecto.

Con estos datos, España es el país que menos dinero destina a esta partida de toda la UE seguida por Italia, frente a los 110.000 euros del Reino Unido o los 50.000 de Alemania.

Una dejadez que tiene unas consecuencias muy claras, y es que de acuerdo con la patronal del sector ACEX (Asociación de Empresas de Conservación y Explotación de Infraestructuras) el 94 % de los accidentes de carretera en los que interviene el abandono de la misma están relacionados con el deterioro del asfalto.

Asfalto de posguerra

Actualmente, la Red Nacional de Carretera está compuesta por 165.000 kilómetros, de los cuales algo más de 26.000 pertenecen a la Red de Carreteras del Estado, frente a 71.000 kilómetros que están gestionados por las comunidades autónomas y 67.000 por las diputaciones.

Un diferencial de kilómetros que no evita que las carreteras de la red nacional soportan el 55 % del tráfico en España y casi el 70 % del tráfico pesado, lo que quiere decir la gran mayoría.

El mantenimiento de la Red Nacional de Carreteras, de titularidad estatal, depende del Ministerio de Transporte a través de la Dirección General de Carreteras, mientras que la conservación del resto de carreteras depende de las comunidades autónomas y de las diputaciones.

El problema es que la falta de recursos obliga a estas entidades a subcontratar el mantenimiento con empresas subsidiarias, lo que repercute en que haya carreteras en las que no se ha movido una piedra desde el gran desarrollo de las vías públicas que comenzó con Franco en los años 60 y terminó por cuajar tras la entrada en la Unión Europea en 1986, cuando Bruselas ‘regó’ España con miles de millones de pesetas para la construcción de autopistas y autovías.

La tragedia cántabra

Tal y como hemos podido ver tras el fatal accidente de Cantabria, el estado de deterioro de cientos de carreteras españolas es tan importante que convendría directamente cerrarlas para uso exclusivo de vecinos y residentes en la zona, pues es un verdadero peligro mantenerlas abiertas cuando en muchos casos transitan por zonas montañosas tan extremas como la del Puerto de la Lunada.

En este caso la carretera cántabra donde tuvo lugar el accidente, la CA-643, lleva décadas sin el menor mantenimiento salvo un pequeño arreglo de dos kilómetros en la parte baja, mientras que en la zona del siniestro no existe ningún proyecto de mejora prevista, al tratarse de una carretera con una densidad de tráfico de sólo 240 vehículos diarios.


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