Laura de la Calle Vian es licenciada en Derecho y doctora en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en tapices, ha publicado varios artículos sobre el tema y un libro titulado
Cien años del tapiz español. La real Fábrica de Tapices 1900-2000 (Ed. Fundación Universitaria Española). Recientemente, acaba de publicar otra fantástica obra
La Edad de Plata de la Tapicería Española (Ed. Fundación Universitaria Española), que presenta en Madrid el 14 de febrero de este año.
Además practica el arte de la tapicería desde 1982 en su taller de Madrid. Ha participado en numerosas exposiciones individuales y colectivas y recibido premios, entre los que destacan la Medaille de la Ville de Orleans (Francia) y el segundo premio del Concurso de Pieza Única de la Comunidad de Madrid.
Pregunta: ¿Cómo llegó usted a tener una vocación tan definida por el arte de la tapicería? ¿Es algo que le viene de familia?
Laura de la Calle: El primer recuerdo de mi vida, a los dos años, es el de un textil; un recuerdo muy intenso, visual, olfativo y táctil. A los tres, mis juegos favoritos eran dibujar, coser y hacer punto. A los seis descubrí el tesoro de los libros y una cosa misteriosa que se llamaba arte que me fascinó. A los veinte años me topé con un telar; fue un flechazo fulminante. Desde entonces no he hecho sino transitar por esa senda con pasión creciente. El secreto de esta ilusión que no se apaga, no está en mí sino en la belleza que resplandece en el verdadero arte y que no es más que prenda de la Verdad y ¿quién no se apasionaría por algo así? Vocación significa llamada. Yo sólo respondí.
P: ¿Cómo conoció la obra de la Fundación Generalísimo Franco? ¿Qué destacaría de ella?
LdlC: Desde que conocí el arte del tapiz me interesé por todo lo que estaba relacionado con él. Dediqué muchos años a estudiar su historia. Al llegar al siglo XX me encontré con un vacío en la bibliografía española que no tenía explicación, así que decidí investigar por mi cuenta. Salieron a la luz verdaderos tesoros, uno de ellos la Fundación Generalísimo Franco. Esta empresa singular rescató con un tesón y una competencia admirables los oficios artísticos que estaban casi extinguidos, como la porcelana, la metalistería, la ebanistería, los tejidos manuales de seda y muchos más. En el tapiz dio grandes maestros y algunas obras que serán consideras como hitos históricos. Además su gran originalidad fue unir esta labor artística con una finalidad social muy importante, promoviendo la creación de pequeñas empresas artesanas a las que ofrecía formación gratuita, apoyo financiero y asesoramiento de todo tipo. Además La Fundación nunca patentó sus modelos, se los proporcionaba a los empleados que se independizaban para fomentar su propia competencia.
En “La Edad de Plata de la Tapicería Española” se hace por primera vez la historia completa de esta gran institución pero se merecería un libro independiente, donde se pudiera conocer con detalle la gran obra que realizó, hoy injustamente olvidada.
P: ¿Por qué motivo eligió este tema para su trabajo de investigación? ¿Cuánto tiempo le ha llevado realizarlo? ¿Qué finalidad tiene al publicar su investigación?
LdlC: Un gran amor no se elige. Algo nos deslumbra y ¿qué se puede hacer sino ir detrás como un perrillo? El tiempo que le he dedicado es difícil de medir. Podría decir que media vida. Todo ha ido madurando en un magma de lecturas, viajes, archivos y muchas horas de conversación con artistas y artesanos. La composición material del libro ha sido desde luego mucho más corta. El libro que se acaba de publicar recoge, además de la historia de la Fundación, las historias de las otras fábricas de tapices que trabajaron durante el siglo XX. Entre los años 40 y 80 se produjo un renacimiento espectacular de este arte que dice mucho de una época. Renacieron fábricas que llevaban una vida mortecina y se crearon muchas otras que renovaron la faz de este arte. Mi intención al publicarlo ha sido hacer justicia y rendir homenaje a los empresarios, artistas y algún que otro político, que levantaron casi de la nada un arte hoy desconocido.
P: Usted ha creado un taller de tapicería, a raíz de su apasionada vocación: Háblenos sobre su forma de trabajo, su equipo, sus obras, su variedad temática, etc…
LdlC: Mi taller nació en 1982. Es decir, cuando el arte del tapiz se nos estaba muriendo otra vez. No sé si llegué demasiado tarde o demasiado pronto pero la verdad es que nunca me paré a pensarlo. Era tal la emoción que me producía aprender el nuevo vocabulario que no reparé en otra cosa sino en trabajar sin descanso. Al principio dominar el oficio era la tarea principal. Las herramientas tienen que llegar a ser prolongación no de las manos sino del corazón. Después de balbucear ya se puede decir algo así que, pasados treinta y dos años, creo que puedo empezar a hablar un poquito de la gran esperanza que siento. El tapiz que lo expresa mejor es uno muy grande titulado “El Hombre”, que se ha expuesto entre otros sitios en la Catedral de Orleans (Francia) y en la Catedral de Alcalá de Henares.
P: Por último, ¿seguirá investigando sobre la producción artística española, en las mal llamadas artes menores?
LdlC: En primer lugar, llamar arte menor a los tapices es como decir que un elefante es un animalito pequeño. Los tapices son un arte grande, grandísimo, no sólo por su tamaño sino por su objetivo, su composición, su fabricación, su historia. Arte mayor hicieron nuestros artistas del tapiz a mediados del siglo XX y se merecen un reconocimiento, así que, sí, seguramente seguiré investigando para sacar a la luz todos sus méritos.
Muchísimas gracias por atendernos, Laura.-