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Alfonso Chicharro Aznar
De nuevo amigos, familiares y gente de bien os hago una nueva llamada, una llamada para valientes, una llamada cargada de responsabilidad, una llamada acompañada con clarines y trompetas, la llamada a una gran batalla. Esta batalla es furiosa, esta hiriendo a nuestro hijos y familiares, esta distorsionando la dignidad del hombre y la mujer. Una batalla aparentemente oculta pero realmente verdadera. Esta avanzando a pasos agigantados y acabando con nuestra cultura y con nuestra sociedad. A la vista están nuestros líderes políticos, económicos y sociales. Hasta la misma Iglesia podría estar sucumbiendo en tan espeluznante batalla.
El mundo esta siendo atacado, pero no atacado por algo o alguien obvio y fácil de reconocer, está siendo atacado por las fuerzas del mal, los católicos lo llamamos Satanás. La devastación moral y espiritual que queda reflejada en la sociedad, en las canciones, en los gobiernos, en los programas de televisión, en los libros y en nuestras propias familias es demasiado evidente.
La principal razón de todo esto es que nosotros, y yo el primero, no estamos dando un paso al frente y no nos metemos de lleno en la brecha, esto nos hace vulnerables contra todas estas fuerzas. Cuantas familias rotas, cuanto mal llamado progresismo esta destruyendo a la persona, cuanto sufrimiento están trayendo a nuestro alrededor; fijaros como la gente y las modas lo que hacen es haceros huir; en vez de hacer todo lo contrario. Enfrentaros, nuestro creador ya nos lo dijo:
“Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé”
En esta situación de mugre moral y espiritual en la que nos encontramos, muchos estamos buscando a alguien, si es que lo hay, que interceda por este mundo, por esta tierra para que no se autodestruya o para que convenza al mismísimo Padre nuestro de no mandar un juicio inminente, pero no hay nadie, todos parecemos estar corrompidos, desde la mas alta dignidad de poder hasta lo mas bajo en su condición social. Quien se puede fiar de nada o de nadie en una situación tan corrupta. Sacerdotes, padres, esposos, hijos, abuelos, viudos, gente joven, ¿dónde os encontráis en estos momentos?, ¿Dónde están todos esos avances que hubo en nuestra cultura de justicia, igualdad, virtud, dignidad humana, compasión, gobiernos representativos, hospitales, universidad?, ¿dónde están todos esos desarrollos tan positivos que llegaron en nuestra historia de civilización? ¿Es que acaso nos encontramos en continua auto destrucción, ¿es que no nos damos cuenta? Todo este patrimonio recogido de nuestros antepasados, ¿os dais cuenta de que estamos encima de una cimentación fuerte y fértil construidas no por nosotros, sino por nuestras generaciones pasadas?, ¿que nos está ocurriendo? Ante tal declinación de nuestra cultura y valores no nos queda más remedio que volver a lo que siglos tras siglos ha devuelto al mundo la alegría y esperanza que debiera caracterizarla, a la palabra de Dios, y aquí no todo el mundo lo tiene que entender, puede que no tenga la gracia suficiente, pero sí que informo y alerto de que el que tenga oídos que oiga.
No os olvidéis que todas las cosas viejas y agotadas, rotas y llenas de maldad son renovadas en la encarnación, muerte y resurrección. El hombre a través de los siglos respondió a esta llamada, a la llamada de entrar en esta batalla, ten confianza, se fuerte, da un paso al frente no tengas miedo ya que juntos venceremos. España, y todos los españoles, una vez más podemos convertirnos en el gran imperio civilizador del mundo que tantas naciones reconocen y agradecen y tú eres el que lo puedes hacer posible, tú, aunque parezca mentira puedes cambiar el mundo, tú solito.
No me cabe más remedio que citar un claro ejemplo del ataque tan temible que está sufriendo la figura de un padre de familia. ¿Desde cuándo en la historia el hombre y la mujer han sido competidores?, ¿desde cuándo?, que necesidad esta de hacernos competir cuando somos totalmente complementarios, cuando la masculinidad y la feminidad es la clave de entendimiento donde para resolver cualquier problema o donde verdaderamente hay que trabajar es en que tanto hombre y mujer dialoguen, se escuchen, se conozcan mejor se amen el uno al otro cada día más, tratándose el uno al otro con respeto y amistad. ¿Qué manera de enfrentarnos es esta? ¿Qué interés hay detrás de todo esto?, pero ellos no saben que nuestra fe y nuestra grandeza esta muy por encima de estas modas, nuestra gloria solo es una y es la gloria eterna, el que no la quiera que se quede con sus poderes terrenales que nosotros rezaremos por ellos.
Ciertamente estamos en una época para grandes héroes, pero héroes que llenen a las personas y que no creen más vacíos, estoy convencido que un nuevo héroe esta a punto de surgir, y por qué no si vuelve a ser un héroe español como muchos de los héroes de la historia de nuestra civilización.
Quiero acabar esta carta dirigiendo unas palabras conocidas para todos, no tengáis miedo al mundo, ni al futuro, ni a nuestra debilidad, el Señor nos ha otorgado vivir en este momento de la historia para que gracias a nuestra fe siga resonando su nombre en toda la Tierra. Nadie lo va a poder parar. Responde a la llamada de esta batalla que te ha tocado vivir.
Hoy, de nuevo, escribo esto en honor a todos los hombres de principios e ideales que lucharon generación tras generación por la Verdad, hoy escribo en la Fundación Nacional Francisco Franco, en honor a los ideales y principios que gente de bien tuvo que defender ante la decadencia imperante de una época difícil para nuestros antepasados y para nuestra querida España, hoy escribo esto ante la decadencia que vivimos actualmente en nuestra sociedad y la batalla que juntos estamos viviendo, hoy escribo esto en honor a mis dos abuelos que lucharon por la verdad; hoy escribo esto por el orgullo que tengo de que el Presidente Ejecutivo de la FNFF luche por la verdad, hoy escribo esto por mi padre hombre con grandes principios e ideales que con su ejemplo me ha ensenado a no abandonar nunca la batalla.