Lo que la izquierda radical debe a Franco

 

Tomás Salas

Alerta
Digital

   La
izquierda radical en España tiene su justificación última en una falacia que,
dicha en forma silogística, es la siguiente:

         a)
en franquismo era una dictadura

         b)
la dictadura no es democrática

         c)
nosotros somos antifranquista, ergo

         d)
nosotros somos demócratas

   Nada
puede objetarse a las premisas a), b) y c); pero el corolario d) es falaz.

   Cualquier
alumno de Filosofía en bachillerato comprende que este argumento rompe un
sencillo principio: una desigualdad (A no es B) no conlleva una
complementariedad (A es lo contrario de B). Si el franquismo no es democrático,
esto no significa que todo el antifranquismo se transustancie en demócrata.
Esto convertiría en demócratas a Carrillo, a la Pasionaria, a Enrique Líster o a
Josu Ternera, todos ellos (y ella) amigos del pluralismo y la tolerancia, como
bien indican sus biografías.

   La
izquierda radical ha vivido del antifranquismo como legitimación democrática
desde 1975. Éste ha sido su máximo sustento ideológico su arma arrojadiza
favorita: basta con acusar a alguien de franquista, para enviarlo a las
tinieblas exteriores e inhabilitarlo para el debate.

   Si
el franquismo murió (ideológicamente) en 1975, el antifranquismo sigue vivo,
ajeno al desaliento, luchando contra ese enemigo virtual.Si alguna vez logran
sacar los restos de Franco del Valle de los Caídos (propuesta a la que
cualquier día se unen el PP y Ciudadanos), deberían aprovecharlos para hacer un
túmulo, como es de Felipe II del que habla Cervantes, para así pagar la deuda
contraída durante más de 4 décadas.Porque, desde 1975 hasta hoy, han sacado al
franquismo 42 años de provecho. Más que los que sacó Franco al contubernio
judeo-masónico.

 

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