Los cuatro grandes hechos de armas de la legión

Entre los cientos de hechos de armas en que se sustentan la justa fama de aguerridos de los legionarios españoles cuatro hechos merecen ser destacados y recordados por los españoles por su fundamental importancia para la conformación actual, hasta ahora, de España

Hace 104 años que fue fundada La Legión Española. Su protagonismo en el último siglo de historia de España es indudable. Los hechos heroicos protagonizados por los legionarios salpican tres continentes. En África, Europa y Asia soldados profesionales que sirven bajo la roja y gualda han demostrado las pasta especial que tienen los que forman bajo el emblema de la pica, el arcabuz y la ballesta.

Entre los cientos de hechos de armas en que se sustentan la justa fama de aguerridos de los legionarios españoles cuatro hechos merecen ser destacados y recordados por los españoles por su fundamental importancia para la conformación actual, hasta ahora, de España.

Al socorro de Melilla

En el verano de 1921, recién nacida La Legión, las tropas de la comandancia militar de Melilla sufren una inesperada y sangrienta derrota a manos de las harcas liderada por el jefe rifeño Beni Urriaguel Abd el-Krim. La situación de la parte oriental del Protectorado es tan comprometida que desde la zona occidental se sacan todos los recursos militares posibles camino de Melilla.

La Legión es llamada para salvar Melilla. Bajo el mando directo de su jefe el teniente coronel Millán Astray, la I Bandera del comandante Franco va a hacer una marcha forzada de 101 kilómetros con todo el equipo a cuestas. El 22 de julio de 1921 los legionarios partirán andando desde el campamento de Robba-Gozal a Ceuta. En el cuartel ceutí de El Rey, Millán Astray arenga a sus legionarios:

«¡Legionarios! De Melilla nos llaman en su socorro. Ha llegado la hora de los legionarios. La situación allá es grave; quizá en esta empresa tengamos todos que morir. ¡Legionarios!, si hay alguno que no quiere venir con nosotros, que salga de la fila, que se marche; queda licenciado ahora mismo… Legionarios. Ahora jurad: ¿Juráis todos morir, si es preciso, en socorro de Melilla?»

Pelotón Español en Melilla

Pelotón Español en Melilla

 

La tropa embarca en el vapor Ciudad de Cádiz. Con ellos suben los generales Álvarez del Manzano y Sanjurjo. En el barco van los legionarios apiñados en la bodega y en cubierta. A las 8 de la tarde del 23 de julio salían de Ceuta rumbo a Melilla. Llegan el 24. Melilla está a salvo y La Legión salta a la historia con letras de oro. Legionarios y regulares son la esencia de los valores castrenses que encarnan los militares africanistas, cuya herencia perdura en nuestro Ejército hasta la actualidad.

El desembarco de Alhucemas

En 8 de septiembre de 1925 las tropas españolas desembarcan en las playas de de Ixdain y la Cebadilla. La extrema vanguardia en el desembarco corresponderá a los de las harcas de Muños Grandes y a los legionarios del coronel Franco, jefe del Tercio de Extranjeros. Las operaciones continuaran hasta mediados de octubre de 1925.

El desembarco de Alhucemas es el principio del fin de la Guerra de Marruecos. Un conflicto que se había prolongado 16 años. En la victoria alcanzada por el Ejército español en Marruecos tuvo un papel incuestionable La Legión, junto a los regulares y unidades de moros amigos.

Desembarco de Alhucemas en la parte del Guerra del Rif

Desembarco de Alhucemas en la parte del Guerra del Rif

 

Los legionarios sirvieron de voluntaria carne de cañón en una guerra sangrienta e impopular. Su sacrificio sirvió para que miles de soldaditos españoles se librasen de combatir y morir en el terrible campo de batalla marroquí. Cómo señalo Millán Astray, un legionario valía por dos hombres, por el mismo y por el soldado de cuota que se libraba de combatir y morir en el Rif.

Orden tras el golpe de octubre de 1934

El tercer hecho de armas en que participa los legionarios, y que es fundamental en la historia contemporánea de España, es su intervención en el restablecimiento del orden constitucional en octubre de 1934 tras el golpe de Estado de los separatistas catalanes en Barcelona y la insurrección obrera encabeza por el PSOE en Asturias al frente de la Alianza Obrera.

En la cuenca minera asturiana se produjo la revuelta más importante de todas las que asolaron España en octubre de 1934 para intentar terminar con la II República española, para implantar un revolución calcada de la que se había producido en Rusia en 1917. Estuvo lidera por Largo Caballero, Belarmino Tomas e Indalecio Prieto.

En Cataluña se produjo otra sublevación encabezada por Luis Companys, presidente de la Generalidad de Cataluña, miembro de Esquerra Republicana de Cataluña (la historia se repite).

El entonces presidente del Gobierno Alejandro Lerroux, dada la importancia de lo que estaba ocurriendo, al comprobar que las fuerzas de la Guardia Civil y de los guardia de asalto eran incapaces de restablecer el orden constitucional, decidió recurrir –con apoyo del presidente de la republica Alcalá Zamora– al Ejército. Se entrega el mando de las operaciones el general Franco que decide movilizar, entre otras unidades, a La Legión y a los regulares.

Legión. Asturias 1934

Legión. Asturias 1934

 

A Cataluña es enviada la III Bandera de La Legión al mando del comandante Maximino Bartoméu. Los legionarios llegan a Barcelona a bordo de J.J.Sister el 8 de octubre. La situación ha sido ya prácticamente controlada por las tropas de la guarnición que manda el general Batet. Los legionarios participaran en la pacificación de Vic, Granollers y Ripollés. El 13 son enviados a Asturias donde los combates tienen una enorme dureza.

A Asturias fueron enviadas inicialmente la V y VI Banderas, 1.600 legionarios, bajo el mando de teniente coronel Yagüe. El Ejército español tendrá más de mil bajas de los cuales 59 son legionarios (13 muertos y 46 heridos). El 19 de octubre la región ha sido pacificada aunque los legionarios permanecerán en Asturias más tiempo para garantizar la paz y el orden. Su papel ha sido determinante para salvar la República.

Los sucesos del 17 y 18 de julio de 1936

El cuarto y fundamental papel de La Legión se produce el 17 y 18 de julio de 1936 en los sucesos de Melilla. La Legión aportará al bando Nacional 18 banderas más la bandera de carros de combate de La Legión. Los legionarios van a sufrir 37.393 baja (7.645 muertos, 28.972 heridos y 776 desaparecidos). Han participado en 3.042 acciones de guerra y han sido merecedores 27 Medallas Militares Colectivas y 7 Laureadas de San Fernando Colectivas. Las banderas legionarias van a tener un papel crucial en la victoria del Bando Nacional.

La victoria del bando rebelde supuso la ruptura de un ciclo histórico marcado por interminables guerra civiles que se prolongaban de forma intermitente a lo largo de más de cien años. Desde el final de la Guerra Civil han pasado 85 años sin que los españoles hallamos recurrido hasta ahora al uso de las armas para solventar nuestra diferencias.

La Legión no es uno de los protagonista fundamentales de la Historia de España, pero no se puede comprender nuestro últimos cien años de historia sin tener en cuenta el papel desempeñados por esta unidad militar española, un actor secundario de incuestionable importancia.


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