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Ángel Liberal Fernández
Capitán de Navío (R)
Desde que ocuparon Gibraltar en 1704, los británicos han sido conscientes de lo precario de su situación tanto desde el punto de vista físico (por falta de terreno) como económico (por carencia de recursos naturales) y jurídico (por las limitaciones del tratado de Utrecht). En los últimos 300 años han ido sorteando estas limitaciones para mejorar su situación y hacer que no resulte gravosa para el contribuyente británico.
En estas fechas en las que se negocia el Brexit, con importantes consecuencias para Gibraltar, conviene recordar, aunque sea someramente, lo que hicieron los gobiernos del General Franco entre 1954 y 1969 para frenar la que, hasta entonces, parecía imparable expansión inglesa.
Esa expansión estuvo contenida, con altibajos, a lo largo del siglo XVIII por la presencia militar española en La Línea y, por los Sitios y guerras entre España y el Reino Unido. También influyó la unidad de mando por parte española que existía en la zona (perduró hasta la segunda mitad del siglo XX) para hacer frente a la unidad de mando por parte inglesa (que sigue existiendo hoy día).
La situación empezó a empeorar en 1810 cuando los británicos, aprovechando la debilidad de España invadida por Napoleón, destruyeron los fuertes de La Línea de Contravalación (situados a lo largo del istmo) y con ello, el freno que impedía su expansión.
En 1826 se atribuyeron unilateralmente como propias del puerto de Gibraltar las aguas que bañan las playas de La Línea en el interior de la bahía de Algeciras.
Levantado el freno y con libertad para moverse por la Comarca del Campo de Gibraltar y en la mar, la economía de Gibraltar pudo mejorar gracias al contrabando (sobre todo de textiles y tabaco) amparado por el Reino Unido y, por la imposibilidad de crecimiento económico de la Comarca debido a la presencia de este foco.
Desde 1810 y hasta mediados del siglo XX, su expansión por el istmo y la mar junto con el contrabando y el sometimiento de la Comarca pudieron servir para convencer a los ingleses de nuestra incapacidad para defendernos, más allá del intercambio de declaraciones.
En 1908/1909 los británicos levantaron la verja que parte en dos el istmo –que es español- pretendiendo afirmar su posición en el territorio pero también, auto-limitándose en su expansión por tierra pues podrían haber llegado más al norte. En 1938 construyeron el aeródromo militar aprovechando otro momento de debilidad de España.
La población local importada había ido creciendo como apoyo a la Fortaleza militar. Durante la Segunda Guerra Mundial decidieron evacuar a los civiles –considerados «bocas inútiles»- ante la amenaza de una invasión alemana. Los británicos vieron con sorpresa que la población evacuada estaba, a su juicio, demasiado «españolizada» así que empezaron un fortísimo programa de «britanización» y crearon –con España como imprescindible enemigo exterior- un anti-españolismo que se les ha ido de las manos; al mismo tiempo han provocado a esa población problemas psicológicos por forzarles a suprimir su parte genética española.
En 1946 el Reino Unido comunicó a la ONU (de donde no estaba España) que inscribía a Gibraltar en la Lista de Territorios No-autónomos. Era una maniobra de largo alcance. Los pasos siguientes consistieron en ir dotando a Gibraltar de órganos de auto-gobierno; enésima violación del tratado de Utrecht. Para ratificarla, la reina Isabel II visitó el Peñón en 1954 e inauguró el Consejo Ejecutivo y el Consejo Legislativo local.
Nuestro Gobierno reaccionó suprimiendo el consulado en Gibraltar, limitando la entrada de trabajadores y visitantes al Peñón y, también muy importante, construyendo una puerta en la verja superpuesta a la de los británicos, con lo que estos perdieron para siempre el control exclusivo del tránsito por ella.
En 1955 España ingresó en la ONU. Allí se desarrolló entre 1963 y 1969 la batalla diplomática sobre la descolonización de Gibraltar, con Fernando María Castiella al frente del Ministerio de Asuntos Exteriores. Fue una victoria del Gobierno español que consiguió el apoyo de la mayoría de los países en diversas resoluciones de la Asamblea General. Entre los que votaron a favor de España estaba la Unión Soviética y los países de su órbita. En la de 1968 (la nº 2429) votaron a nuestro favor –entre otros muchos- cuatro países de la Commonwealth: Pakistán, Zambia, Tanzania y Chipre, lo que les supuso una bronca pública por parte del Secretario de Foreign Office. En esas Resoluciones se insta a los gobiernos de España y Reino Unido a negociar la descolonización de Gibraltar devolviéndoselo a España.
El Reino Unido hizo caso omiso de todas ellas y organizó en 1967 un referéndum que fue declarado ilegal por la ONU. Su resultado superó al que se obtiene en las dictaduras y repúblicas «bananeras». Con un 95,8% de participación, el 99,19 % votó a favor de seguir bajo soberanía británica con instituciones de autogobierno.
El Gobierno español había frustrado el objetivo británico de crear un mini-Estado con el aval de la ONU que España no habría tenido más remedio que aceptar y que habría supuesto la anulación del tratado de Utrecht. El nuevo Estado habría heredado los espacios ocupados ilegalmente por los británicos a los que arrendaría la base. Así pues, seguiríamos teniendo que sufrir la presencia de una base militar extranjera, asumiendo unos riesgos que no nos corresponden y soportando la colonización económica de la Comarca, todo ello avalado por la ONU y como consecuencia, por el resto de las organizaciones internacionales.
Entre las medidas tomadas por el Gobierno español en esos años se incluyó la recuperación del uso soberano de nuestro espacio aéreo. Se terminaron las invitaciones que hacían los británicos a la fuerza aérea de otros países para hacer ejercicios sobre nuestro territorio y sin nuestro conocimiento.
El 12.07.1966, el Reino Unido se autoproclamó soberano sobre la mitad sur del istmo que nunca ha sido cedida y sobre la que jamás han sido capaces de presentar un documento válido internacionalmente que justifique su ocupación. El Gobierno español rechazó la usurpación y prohibió el sobrevuelo de España a los aviones de la RAF que se dirijan o procedan del aeródromo del istmo, lo que sigue en vigor. Una prohibición similar se estableció en el ámbito marítimo vetando la entrada en puertos españoles a los buques de Estado que se dirijan o procedan de Gibraltar, lo que también sigue en vigor.
El 05.01.1967, los británicos informaron al Gobierno español que habían adquirido el derecho al uso exclusivo del espacio aéreo adyacente al istmo; una gran antena de Radio Exterior de España –hoy de Radio Nacional de España- situada a unos metros de la verja se ocupa de recordar a los pilotos de quién es ese espacio aéreo. El 09.12.1967 afirmaron su soberanía sobre unas aguas de la bahía de Algeciras que nunca se les cedieron; al mismo tiempo renunciaron a las que bañaban las playas de La Línea, de las que se habían apropiado en 1826. Este ha sido, por ahora, el único espacio usurpado del que se han retirado.
El 30.05.1969, el Reino Unido aprobó un Real Decreto al que denominan Constitución de Gibraltar. Ante este último golpe británico, España no tuvo más remedio que volver las cosas al estado previsto en el tratado de Utrecht y, en consecuencia, el 06.06.1969 el Gobierno español decidió cerrar la verja, lo que se hizo efectivo dos días después.