Los Goya como paradigma.

Por Miquel Giménez.

La Gaceta de la Iberosfera.

La entrega de estos premios suele estar monopolizada por la izquierda caviar, como la calificó en su día Revel. La ceremonia es un plúmbeo repertorio de consignas socialcomunistas. En la última se ha sumado además la vindicación etarra. Al ver ese lamentable espectáculo cabe una profunda reflexión acerca de lo que estamos pagando con nuestros impuestos. Porque esos revolucionarios exquisitos que después de su mitin se hinchan de canapés están subvencionados con dinero público. Y si lo que hacen tuviera un mínimo interés artístico, una cierta calidad, todavía tendría un pase. Pero estamos ante una corte de mediocridades y de vulgaridad sin parangón. Es una enorme y costosísima broma privada de los izquierdosos que se dan premios entre ellos, se ríen las gracias mutuamente y se permiten desde su atalaya darnos lecciones morales y políticas a todos los que les pagamos el gasto. Qué cosas.

La cultura y los medios de comunicación están en manos de gentes que no admiten nada que no sea lo suyo y no les tiembla la mano a la hora de acusar de fascistas, asesinos y locos a quienes no comulguen con sus perturbadas mentes. Saben muy bien de qué mano comen y a la vez que Irene Montero es aclamada sin que ninguno de los premiados o asistentes diga ni una palabra sobre los violadores que su ley del «sólo sí es sí» ha puesto en la calle se permiten criticar la sanidad de Ayuso mientras una niña muere en Valencia, feudo izquierdoso, por no haber sido diagnosticada correctamente de peritonitis.

Vuelven con lo del PP corrupto, con la Gürtel, con Rita Barberá –qepd–, pero no hablan de la corrupción valenciana, del caso de Mónica Oltra, de los ERES socialistas en Andalucía, de los negocios de la mujer del presidente Sánchez o de la fortuna amasada de Bono, por ejemplo. Amancio Ortega, su diana preferida, es objeto de cruel y sañuda persecución mientras que Jaume Roures es un empresario que no merece siquiera una simple broma. Porque el doble rasero es la norma y no importa lo qué se hace sino quién lo hace. A Camilo José Cela hoy se le tendría arrinconado en el cajón de la derechona y al Maestro Rodrigo no se le permitiría actuar en ningún sitio. La cofradía de la siniestra sólo admite en su harka de subvencionados a quien anteponga dinero a principios, popularidad a dignidad y perversiones de todo tipo a decencia. Digámoslo de una vez, no se premia nada en esta España socialcomunista que tenga el mérito de ser independiente del pensamiento «woke», por mucha calidad que tenga. Los catalanes ya lo hemos vivido. Lo no separatista no existe, de ahí que a Pla, Sagarra, Sert, Dalí, o Eugeni D’Ors ni se les nombre.

Lo que tenemos en España no es cultura. Es «la» cultura de la izquierda sectaria. Claro que en Europa nadie habla tampoco de Ezra Pound, Marinetti, Cocteau o Mario Sironi, de quien el mismo Picasso dijo que era el artista más grande de su tiempo. No hay artistas de derechas. Todo buen artista, o es de izquierdas o, simplemente, no es.


Publicado

en

por

Etiquetas: