No fue posible la paz. Por el General Chicharro

 

Por el General Chicharro

Así tituló José Maria Gil Robles, dirigente de la CEDA, sus memorias. Dicho libro constituye uno de los testimonios más tristes del desencuentro entre los españoles antes de la guerra civil y en él se desprende subliminalmente la vana ilusión de que apoyar a republicanos moderados no era más que una estrategia política para alcanzar los fines que propugnaba su partido, para incluir a todos los españoles en el destino común del bienestar, manifestando que ni la libertad personal, ni la democracia parlamentaria, ni la justicia social eran patrimonio de las izquierdas. La dinámica revolucionaria se llevó por delante su inocencia y no cabe mejor manera que expresarlo con sus propias palabras : «Todavía abrigábamos un resto de esperanza de que quisiérais construir un Estado para todos, una nación en la que todos cupiéramos».

Leí este libro en el verano de 1969. Recuerdo leerlo con avidez y haberlo hecho desde una perspectiva histórica, desde la lejanía que nos daba la de vivir una España en paz y próspera tan diferente a lo que se describe en el libro. Sí, la España de Franco; la España que crecía económicamente a un ritmo del 10% anual ; la España que comenzaba a obtener los resultados del Plan de Estabilización del 59 y los consiguientes planes de desarrollo ; la España unida que miraba al futuro con orgullo de haber superado la guerra y que presentía ya el cambio político tras la inevitable muerte del Caudillo Franco. Reitero que leí aquel libro convencido de que los hechos que en él se describían  no se podrían volver a producir.

 Hoy, ya en las postrimerías del año 2020, releo por encima el libro de Gil Robles y para mi sorpresa confundo la situación de entonces con las del presente ; no obstante, hay un matiz que las hace diferentes : en España, hoy,  la clase obrera y agropecuaria  ya no es la de la alpargata de entonces, sino que constituye un segmento social donde el hambre ha desaparecido. Sí, la inmensa obra social del Franco, mantenida hasta no hace mucho, y por desgracia en descomposición creciente, es el grandísimo colchón que nos ha evitado, y evita, el enfrentamiento social . Entonces, ¿ de dónde viene mi sorpresa al confundir la situación de aquellos años con la actual ? Se preguntará algún lector. Se lo diré : de la partitocracia imperante entonces, equiparable a la de hoy, y de la mediocridad de sus políticos, si bien en este último caso con gravísima desventaja para los actuales. Y no deja esto de ser verdad. Tanto en la derecha como en la izquierda cualquier comparación entre los que encontramos ahora, desde la perspectiva de una formación intelectual y académica, con los de entonces, nos presenta un panorama desolador para los presentes. Ni Casado es Gil Robles ni Sanchez es Azaña. A mí esto me lleva a comprender que es entonces el  segmento social , el que todavía no pasa hambre, el elemento sobre el que hay que incidir para que a través de su empobrecimiento se puedan dar las condiciones para alcanzar esa utópica República seudocomunista en la que pretenden convertir España. La socialización comunista no se puede alcanzar en sociedades prósperas por lo que urge su empobrecimiento como sea; y por cierto, la crisis que nos ha planteado la pandemia del Covid 19 ha propiciado políticas que ni venidas al vuelo. Lo estamos viendo en Madrid en estos momentos.

Y volviendo a las comparaciones : hoy nos encontramos ante un golpe de estado permanente en Cataluña con la sospechosa complicidad nada menos que del propio Gobierno actual, socio declarado de los enemigos de España – ¿acaso Bildu no lo es? – , a diferencia de lo que ocurrió en 1934 cuando el Gobierno de la República reprimió con dureza la declaración de Companys cuando proclamó el “ estat catalá”. Tampoco es la misma la estrategia de los secesionistas catalanes de hoy siquiera sea, entre otros factores, porque son afortunadamente  bastante más cobardes que los de antaño que si no no sé dónde estaríamos.

Nos encontramos igualmente ante un acoso y derribo de la monarquía con ataques y ninguneos continuos de la persona de Felipe VI quien asiste impávido a esta ofensiva. Surgen muchas voces ahora en su defensa. ¡ caramba! ¿ Ahora se dan cuenta ? ¿ Cuantas veces dijimos desde esta FNFF que el siguiente paso  tras la profanación de la tumba del Generalísimo iba a ser el propio Rey? ¿ acaso no es la monarquía obra de Franco ?  ¿qué esperaban? De nuevo me viene a la mente la inocencia o vana ilusión de Gil Robles. En Zarzuela ni se enteran. Que no, Señor, que los “malos” no le quieren. Que si no hubiera sido por Franco no estaría VM en el trono. Y que van a por VM porque es el sostén de la unidad de España al igual que Franco lo fue. 

“No fue posible la paz” tituló Gil Robles sus memorias. Cabría preguntar el por qué de ese titulo y si de su lectura se desprende algo más que una versión subjetiva, exculpatoria e interesada. Seguro que sí pero esto queda para historiadores.


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