Nota informativa sobre el Valle de los Caídos

 
ADVC 
 
 
 
 
   En marzo de 1959 y con ocasión de la inminente inauguración del monumento, la Secretaría General Técnica del Ministerio de Información y Turismo editó  un pequeño libro de reducida tirada (tan sólo 250 ejemplares) que fue repartido a las autoridades del Gobierno, miembros del cuerpo diplomático, dignatarios extranjeros y autoridades eclesiásticas que asistieron al evento. 
 
   En esta obra, se narra cual fue el nacimiento de la idea del monumento, la elección del lugar, financiación, etc. También, y esto es lo más importante, nos traslada cual fue el CARACTER DE RECONCILIACIÓN, del monumento…
 
   La ADVC cuenta entre sus archivo bibliográfico uno de esos ejemplares que uno de sus socios donó para su estudio e interpretación, después de varios años de búsqueda incansable de ese documento en librerías, bibliotecas y anticuarios.
 
   Este documento se llamó: “NOTA INFORMATIVA SOBRE EL VALLE DE LOS CAÍDOS
 
   Ese definitivo y extraordinariamente clarificador documento, en sus páginas 10,11 y siguientes, y utilizando la dialéctica del momento, nos dice…
 
   “El Valle de la Santa Cruz del Valle de los Caídos iba a ser un homenaje permanente a todos los héroes y mártires con los que se ha formado España a lo largo de su historia, culminada en la Cruzada de Liberación Nacional de la que ha surgido la España de hoy. Al homenaje al sacrificio de todos ellos debía sumarse así un homenaje a la Reconciliación, a la unión de todos los españoles, surgida de la nobleza del pueblo español y del dolor común por la pérdida de algo tan precioso como las vidas.”
 
   Con respecto a una hipotética idea del General Franco de ser, en su día, enterrado en el Valle de los Caídos, el libro es igualmente clarificador:
 
   “Nadie puede afirmar sin dar razón de que se le tilde públicamente de calumniador y de embustero, que jamás haya proferido el Jefe del Estado palabras que pudieran justificar tal rumor, aún del modo mas vago e indirecto. Es más, nadie que conozca los planos de la Cripta o la Basílica o el Valle entero puede, sin dar razón para que se le califique de absurdo e insidioso hasta lo criminal, señalar el menor indicio de que se haya previsto, ni lejanamente, un posible emplazamiento donde en el futuro pudieran reposar los restos mortales del hoy Jefe del Estado Español”.
 
   A los enterramientos de los Caídos en el Valle, también dedica el libro unas líneas que consideramos ayer y hoy de vital importancia:
 
   “No se quiso, sin embargo, llevar al Valle de los Caídos, por el deseo de que reposaran en el los restos de personas identificadas, a ninguno cuya familia tuviera alguna razón sentimental para oponerse. No deberían ser enterrados en la Cripta más que aquellos cuyos familiares solicitaran el traslado al Valle de los Caídos de los restos mortales de esos deudos suyos caídos en la guerra, sin más condiciones que las naturalísimas de que aquellos restos pertenecieran a un español y, por ser lugar  consagrado por la Iglesia, a un bautizado en ella.
 
   Que cada uno saque sus conclusiones, y que los defienden tesis contrarias a las que hasta aquí trae la ADVC, lo hagan como ésta: aportando documentación.
 
 
 
 

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