Reflexión en el día de los Inocentes

Mª Pilar Amparo Pérez García

          No hay mejor día que hoy, Día de los Santos Inocentes, para recordar a los seres más pequeños, a los más indefensos, a los que ponen toda su confianza en su familia y ésta se la niega: en los niños no deseados. Pero no solo quiero pedir que todos recemos cada día por ellos y por sus madres, sino también por los padres.

         Nos encontramos en una sociedad materialista, donde el feminismo radical, de ideología marxista, ha conseguido que la mujer pierda todos los derechos adquiridos en los últimos tiempos, la ha empujado a matar a su propio hijo y, entre otras muchas cosas, estas reivindicaciones feministas han logrado que la mujer se crea un ser individual e independiente en lo que respecta a tener o a matar a un hijo, haciendo que excluya al hombre, sin darle la menor opción, rompiendo así los lazos que los unen formando una familia.      

          Detrás de toda mujer que aborta hay un hombre que aborta, sin embargo muy poco se ha dicho sobre las razones y las consecuencias del aborto en el hombre. En ningún país de Occidente en el que el aborto es legal, se da derecho al hombre sobre la resolución de abortar, porque se considera que la mujer no puede ser legalmente obligada a una decisión que involucra su cuerpo.

           La experiencia del aborto crea confusión en los roles tradicionales que tiene nuestra sociedad con respecto al hombre. En ellos se espera que los hombres sean agresivos, dominantes, que tengan éxito y que sean responsables. Por lo general, el hombre no quiere intervenir en la decisión y suele mantenerse distante, aunque en el fondo desea ser partícipe del proceso, por lo que es importante que la mujer comparta con él estos momentos e involucrarle. Comúnmente el abortar es un secreto que no se habla con otros, ni siquiera la pareja habla de él, esta incapacidad del hombre de no poder expresar sus verdaderos sentimientos y de no poder desenvolverse, tras el aborto, como se esperaba de él, puede traer profundos problemas psicológicos.

           Existe una amplia documentación sobre la forma en que el aborto afecta a la madre del niño no nacido, esa literatura habla sólo de los problemas de la mujer, pero al padre de la criatura se le ignora tanto en la medicina, como en la ley, como en la psicología. Es una ironía que en una sociedad en la cual no sólo se acepta el papel activo del padre, sino que se exige más cada día de él, se le deje sin poder alguno para decidir el destino de su hijo por nacer. Para algunos hombres el acto del aborto es el camino a la libertad de la responsabilidad de tener un hijo, pero para otros significa una experiencia que les marca negativamente. El mensaje “es mi cuerpo, es mi decisión” por parte de la mujer y de la sociedad, deja al hombre como si no tuviera derecho a opinar sobre la vida de un hijo que también es suyo.          

           Al igual que las mujeres, los hombres se hacen las mismas preguntas que se hace la mujer cuando decide abortar, sin embargo, sienten que tienen menos derecho que ellas a presionar porque el niño no depende de su propio cuerpo. Las consecuencias del aborto en el hombre son similares a las de la mujer. Los que han tenido posibilidades de procesar la decisión no sienten arrepentimiento, en cambio, cuando la opción de abortar no ha sido tomada en pareja y cuando hay excesivas presiones por tomarla, los sentimientos de culpa les invaden y suelen pensar constantemente en el niño que hubiera podido nacer. El aborto es un tema que siempre se ha enfocado teniendo en cuenta a las mujeres, dejando a un lado al hombre, negándole el derecho a estar implicado en esta decisión tan importante, como es la vida o la muerte de un hijo no nacido, esta impotencia les afecta causándoles conflictos de funciones, frustración, vacío, culpabilidad y depresión. Después de esta experiencia el hombre se vuelve hostil por haber sido excluido de esa determinación, cuando descubre que ha sido engañado y manipulado, algunos interpretan la decisión de la mujer a abortar como un rechazo de ellos mismos, y de la innegable manifestación física de sus relaciones, que es su hijo por nacer. Muchas veces la tensión, la culpa o la ansiedad y el remordimiento son tan dolorosos que la única solución parece ser terminar con la relación.

          Así, todas estas consecuencias trágicas que pueden tener los padres, no las tienen en cuenta ni los investigadores, ni los consejeros, ni muchas mujeres.      
Para saber más:

http://www.aciprensa.com/

http://www.irma.org.mx/despues/spah.html

 http://www.vidahumana.org/

http://www.mujerescontraelaborto.com/                                                                

http://www.nomassilencio.com/

 


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