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Portavoz suplente PP
Diputación Foral de Vizcaya
Madrid 4 de Junio de 2012
Muy Sr. Mío:
Recibida su carta de 16 de Mayo del año en curso y viendo que añade Vd. una serie de consideraciones erróneas basadas en unos hechos falsos, adoptando el victimismo de los separatistas, sean moderados o no, paso a contestarle puntualizando cada uno de los errores, inconcebibles en quien ocupa un cargo de tal responsabilidad en esa parte de España y que explica, al menos a mí, el triunfo sostenido de las fuerzas separatistas, pues parece Vd. ignorar, en la carta, que llevan 37 años de esta democracia, en la que no han cosechado Vds. más que derrotas, contribuyendo con sus planteamientos arribistas, al actual secesionismo. Da la impresión de padecer “el Síndrome de Estocolmo” pues su respuesta, sin el más mínimo rigor histórico, es de un asombroso paralelismo con el que han venido sosteniendo desde el PNV hasta los Abertzales, como justificación de su odio identitario.
Me resulta especialmente grave en Vd. que se adhiera a la tesis, fácilmente refutable, de que Franco castigó a Vizcaya como “provincia traidora”, despojándola de sus Fueros o Concierto Económico con el Estado, pues su apertura a la verdad razonada, lo puede obtener leyendo el libro de un compañero suyo de partido D. Carlos María Olazábal Estecha, publicado en el 2009, exhaustivo y documentado, cuyo título: “Pactos y traiciones. Los archivos secretos de la guerra civil en Euskadi”, Ediciones Atxular Atea, le habría impedido evidenciar los errores cometidos, la demagogia empleada y la inoportunidad de la propuesta.
Por ello, debería usted saber, que fue el general Mola a instancia de nuestro Caudillo el que, en septiembre de 1936, propuso al PNV no sólo devolver los fueros a Vizcaya sino la “reintegración foral plena”, de acuerdo con el programa de máximos de entonces del PNV, a cambio de que se formara un gobierno en Vizcaya integrado por dos carlistas, dos monárquicos y dos nacionalistas. Y que fue la cerrazón del ex alcalde de Getxo, José Antonio Aguirre el que rompió los pactos, firmando un acuerdo con los enemigos de la religión y de España, poniéndose en contra de las fuerzas de salvación de la nación. Fue esta traición de Aguirre y de los nacionalistas lo que llevó a tener que invadir Vizcaya para acabar con el frente Norte. También debería saber que fue Franco el que dio órdenes de no bombardear, ni destruir Bilbao, donde los muertos podrían contarse con los dedos de la mano. Que fue Franco quién, por su amor a Vizcaya, dio órdenes de no destruir los Altos Hornos, Industria Naval, Empresas siderúrgicas, fábricas de armas, etc. Dio órdenes de no destruir la industria fabril de la provincia, lo que permitió a Vizcaya, pocos años después, su desarrollo industrial, mientras el 70 por ciento del país (ferrocarriles, carreteras, etc.) tenían que ser reconstruidas en el resto de España.
Debía usted saber, porque vive ahí, que fue Franco el que ordenó a las seis brigadas de Navarra que no se fusilasen prisioneros nacionalistas, reduciéndose las ejecuciones forzadas a no más de dos docenas. Que se respetó escrupulosamente la vida de combatientes, mujeres y niños (cosa que no hicieron los nacionalistas, socialistas y anarquistas, y prueba de ello son las tres sacas de los presos españolistas efectuadas de los barcos prisión, la última de ellas el 7 de enero de 1937, ordenada por Telesforo Monzón con la connivencia del PNV, que convirtió el cementerio de Derio en el segundo Paracuellos del Jarama de España.
Tampoco debe usted olvidar que en plena batalla en las afueras de Bilbao entre batallones nacionalistas y de requetés para abrir un pasillo con el fin de que las autoridades nacionalistas y socialistas, en medio de una atroz matanza, huyeran plácidamente a Santander, muchos nacionalistas se cambiaron de bando en plena contienda y enfilaron sus fusiles en contra de los que hasta minutos antes eran sus compañeros. Que Jaime del Burgo y otros comandantes de requetés fueron reprendidos, por sus jefes, por permitir estos cambios de bando. Y que después de la toma de Bilbao, se formaron media docena de batallones con “gudaris” que se sentían mejor luchando al lado de Franco que de los anti-Cristo, llegando a ordenar el Caudillo que dos de los batallones no salieran al frente por exceso de tropas de infantería y se utilizaran para cubrir las bajas de otros batallones.
Y no debería usted olvidar jamás que, una vez sitiado Bilbao por los cuatro costados, fueron dirigentes del PNV, siguiendo instrucciones del lehendakari en funciones Jesús María Leizaola, los que se rindieron al jefe de la primera de Navarra, general Rafael García Valiño, protagonizando unos de los hechos más deshonrosos de la guerra. Después de desarmar a los gudaris y entregarle todo el armamento pesado en camiones, volvieron sobre sus pasos y desposeyeron a los batallones de sus fusiles y por ultimo brindaron con champán con las brigadas de Navarra. Por último se comprometieron a que al día siguiente un Batallón nacionalista al completo y sin armas, con su comandante al frente desfilara frente al Hotel Carlton, sede del extinto gobierno vasco, rindiendo honores a los vencedores y que de allí fueron a enrolarse en las Brigadas de Navarra. Solo Aguirre al haber roto los pactos con Mola, para echarse en brazos de la República asesina del clero, saqueadores de iglesias y violadores de monjas, fue el responsable de lo ocurrido.
La prueba de que no hubo tal represión, tras la Guerra Civil, es evidente. No sólo Vizcaya fue la primera provincia en alcanzar el mayor nivel de vida de España tras la contienda, sino que miles de extremeños y andaluces emigraron rápidamente a aquella zona, convirtiendo la provincia en uno de los motores de la economía de España. La retirada del régimen foral fue por tanto algo simbólico para condenar la deslealtad de unos pocos, ya que gran parte de las fuerzas de Vizcaya estuvieron al lado de Franco, nada más reconquistada la provincia y se beneficiaron mucho más del esfuerzo de los españoles que provincia alguna del resto de la nación. Por el contrario, fueron los republicanos quienes condenaron a muerte a los nacionalistas Gorritxo y a Beldarráin, aunque no llegaron a ejecutarles, por estar en el bando nacional, por rendir Vizcaya sin derramar una gota de sangre y por emplazar, con la connivencia del Caudillo, los batallones Martiartu y Gordexola en los Altos Hornos y la Universidad de Deusto para impedir que Malatesta (anarquista) y otros, destruyeran la ciudad y sus principales símbolos.
Francisco Franco, por lo tanto, se hizo acreedor a la Medalla y así lo entendió el pueblo, vea las imágenes de la época antes de que también las destruyan, al haber ganado la batalla de Vizcaya, causando los menores sufrimientos a sus ciudadanos y tratando dentro de los cánones de la guerra a los vencidos, no sometiéndoles a humillaciones innecesarias, ni haciéndoles pagar por los crímenes cometidos entre julio de 1936 y junio de 1937, salvo a aquellos que tuvieron un trato cruel e inhumano en las matanzas de los barcos prisión, 31 de los cuales (casi ninguno nacionalista) fueron sometidos al garrote vil.
La medalla le fue concedida, por tanto, con muchos más merecimientos que los honores que se concedieron en las guerras carlistas a los generales sublevados contra la Corona, a los que se les pagó incluso los derechos pasivos, tanto a ellos como a sus viudas hasta su muerte. Conviene recodar también que restaurada la paz en España, fueron algunos de sus hombres de confianza, como usted reconoce, Javier Ybarra y Bergué y Augusto Unzeta, los primeros en pedir la restauración de los fueros abolidos en 1939. Y si no consiguieron su propósito, no fue por la cerrazón del Caudillo, sino porque no les dio tiempo a debatir sus propuestas. Como usted sabrá fueron asesinados por ETA por ello, y por su odio a España, y para imponer un estado totalitario, socialista y separatista.
No olvide tampoco que fue, un mejor franquista que yo, antes de morir Franco, Adolfo Suárez, quien haciéndose eco de las aspiraciones de Ybarra y Unzeta, restableció los fueros poco después de llegar al poder. Lo cual, por otra parte, constituyó una solemne falacia. Los fueros son textos medievales, no pueden ser actualizados, como ningún otro de las decenas de textos similares que había en toda España, en la época. Y se han convertido en un semillero de discordias al ser utilizados por el nacionalismo para reivindicar unos supuestos derechos históricos que, con los mismos argumentos, podrían pedir los ciudadanos de Salamanca o Cuenca.
De otra parte, conviene decir que no fueron solamente las fuerzas vivas de Bilbao quienes le entregaron la Medalla de Oro a Franco, sino gran parte de los familiares de los nacionalistas que, a partir de finales de junio de 1937, tenían a sus maridos e hijos luchando por la fe y por Dios al lado de las Brigadas de Navarra.
Conviene por último que relea usted el texto donde dice que Franco llamó a Vizcaya y a Guipúzcoa “provincias traidoras” o que se informara mejor oyendo al autor del libro que le cito, experto en estas lides. Se enterará entonces de que es una pura invención del nacionalismo, del que ahora parece estar usted muy cerca. Franco habla de la “traición”, refiriéndose exclusivamente a los nacionalistas, a un sector de los vascos que, a última hora, abandonaron el barco y las negociaciones que mantenían con Emilio Mola para colocarse al lado de Indalecio Prieto, provocando, con su actitud, una cruel guerra que pudo evitarse. Y en el mismo decreto, alaba a los “miles de españoles de acendrado patriotismo que, antes y ahora, sintieron vivamente la causa de España”. ¿O es que cree usted que con ese decreto estaba condenando, por igual, a unos – a los padres y abuelos de los dirigentes de su partido– y, a otros?
De ahí que no me quede más remedio que decirle que con su lectura sesgada y malévola no hace usted otra cosa que crear más nacionalistas y ahuyentar a los militantes de su propio partido. Eso no es “miopía política centralista”, es pura ceguera cobarde.
Tras haber perdido a dos tercios de sus votantes en las últimas elecciones y estar reducidos, ahora, a una fuerza residual sin principio ni testimonio alguno, no deja de ser extraño que el PP de Vizcaya, en un vergonzante acto de camaleonísmo político e indigencia moral, para intentar gobernar con el PNV en las próximas elecciones, cosa que está por ver, haya abdicado de sus convicciones de españoles, vendido sus ideales por un plato de lentejas, y manipulado la historia en favor de los enemigos de la nación española. Lamento adelantarle que su actitud de seguir “siendo traidores” para los “miopes centralistas” como yo, no le eximirá de la persecución, el desprecio de los secesionistas y, tal vez, Dios no lo quiera, pérdida de vidas y hacienda. Tampoco de solicitar y tener que acudir al rescate de esa, por su culpa, indolente y equivocada parte de España, cuya deriva presiento irrecuperable de forma pacífica.
Queda a su disposición.
Jaime Alonso
Vicepresidente-Ejecutivo F.N.F.F