¿Sobrevivirá España al odio de Pedro Sánchez?

Juan Chicharro Ortega
General de División de Infantería de Marina (R) 
 
Sí, vivimos momentos de crispación en España. La llegada al poder del PSOE con el apoyo de toda la izquierda radical y sectaria, amén de la de los partidos que sólo tienen como objetivo la ruptura de nuestra Patria en pedazos, está produciendo estragos en la convivencia social. Lo que ya era realidad en las provincias vascongadas desde la irrupción de la banda criminal de ETA hace ya casi 40 años, hoy es el día a día en Cataluña donde la subversión se ha adueñado del control de la sociedad catalana. Y por si todo esto no fuera suficiente nos encontramos ahora con una situación similar en el conjunto de España. Son muchas las ocasiones en las que he dicho que la relatividad moral que se ha instalado entre la gente normal, entre la gente de la calle, nos lleva al abismo. Relatividad moral que puede traducirse por indiferencia ante todo mientras uno no se sienta afectado directamente. Mientras escribo estas líneas tiene lugar en Madrid la celebración de lo que llaman el “orgullo LGTBI”. Vaya por delante que no seré yo quien niegue a aquellas personas a titulo individual la manifestación discreta de su orientación sexual pero de ahí a hacernos tragar a toda la sociedad su ideología – a su “lobby” – no es más que la muestra de la dejadez de la inmensa mayoría de los españoles ante la imposición por las bravas de la zafiedad más indescriptible. Sí, la manifestación de la pérdida de todo tipo de valores cristianos se ha instalado y ocupado la calle.
 
Y mientras asisto atónito a todo este espectáculo pienso en aquellos que defendemos lo que parece inalcanzable : la defensa de lo que representó para España Francisco Franco y que hoy quieren vejar y humillar con la exhumación de sus restos del Valle de los Caídos para después arremeter contra lo que dicho Valle significa y desde luego contra lo que más les duele: la presencia de la inmensa Cruz que domina el Valle de Cuelgamuros. De nuevo la relatividad moral de nuestra sociedad a la que me refería antes ocasiona que haya incluso momentos en los que me pregunto si no me encuentro en otro planeta por defender la unidad de España, la integridad cristiana de nuestras raíces y la dedicación de los gobernantes a la bonanza social de nuestro pueblo que es lo que defendió Francisco Franco. Cierto, he de reconocer que siento la soledad en la defensa de estos ideales. Sí, aquí en Madrid han surgido algunos valientes movimientos de apoyo a estas ideas pero España es mucho más que Madrid y uno no puede por menos que sentir frustración cuando observa la falta de reacciones en otras zonas de España. Pocas, para qué nos vamos a engañar.
 
Y no digamos la que sería obligada por parte de la Iglesia Católica que de no ser por Francisco Franco simplemente no existiría en España. Observo con pena las iglesias, otrora llenas de fieles, hoy vacías y más que lo van a estar en esta sociedad camino de la paganización creciente si la Jerarquía eclesiástica no deja de mirar para otro lado y no se apresta a la defensa de los ideales por los que algunos luchan en soledad.
 
Con todo, lo que más me preocupa de la situación a la que nos ha abocado la política guerracivilista que emprendió Zapatero, y ahora continúa Sanchez, con el paréntesis vergonzoso de inacción de Rajoy ( la historia pasará factura a este personaje ) es el odio que se ha desatado en muchas personas hasta extremos insospechados hace años. Asisto en muchas ocasiones últimamente a algunos debates o intervenciones en medios en los que siempre sale a colación la figura de Francisco Franco y desde luego la guerra civil. Asombrado me quedo cuando me encuentro con interlocutores cuya única noción de la figura de Franco no es otra que la del producto del adoctrinamiento y quienes además por su edad ni siquiera habían nacido cuando murió. Les aseguro que sus miradas destilan odio y resentimiento hasta extremos que dan espanto. Son absolutamente sectarios y por supuesto no admiten otra verdad que la suya. Yo apunto a que serían felices en países como Afganistán alistados en las huestes del ISIS o retrocediendo en el tiempo como chequistas aventajados. Y aún es más lamentable el observar que quienes les podrían hacer frente no están a otra cosa que a sus intereses personales del momento como consecuencia de la desvirtuación de los valores que sus padres y abuelos defendieron con sangre y muchas veces con su vida.
 
Hasta aquí unas breves reflexiones de quien observa con tristeza, y si quiere Ud. con pesimismo, el futuro de una Patria que se muere desnaturalizada. En cualquier caso no es momento para la desesperanza. España ha resurgido de sus cenizas muchas veces. Valga como recuerdo cuando en 1808, invadida España por el francés y con sus élites – Reyes, Gobernantes, la clase ilustrada, nobles y Generales – instaladas en la traición, el pueblo llano acabó alzándose para salvar a la Patria. O cuando la tiranía marxista se alistaba al asalto del poder en 1936 surgió una España que no se resignó a la hecatombe que se avecinaba.
 
Se hace necesaria una vez más la voz del pueblo y que se manifieste por la vía democrática de la exigencia de elecciones inmediatas para evitar que una minoría que ha ocupado el poder de forma, si bien legitima, ciertamente anómala al contar para ello con el apoyo de los contrapatria. El cinismo del Sr. Sanchez a quien las hemerotecas traicionan decía que convocaría elecciones generales en cuanto asumiera la presidencia del Gobierno. Discípulo aventajado de la mejor teoría marxista está dispuesto ahora a implantar un programa revanchista, sectario y contrario a la mayoría de lo que el pueblo español quiere.
 
¿Acaso cabe mayor anomalía democrática? ¿ o mayor cinismo?
 
¿Sobrevivirá España al odio sectario de Pedro Sánchez?
 
La esperanza es lo último que se pierde y confiemos en que sí pero ahora lo que urge es reclamar con firmeza : ¡ ELECCIONES YA !
 

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