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Jesús Palacios
Es ya una institución para el historicismo en España y una referencia para todos los interesados en el convulso y complejo pasado de nuestro país. A Stanley Payne (Texas, EE UU, 1934), miembro de la Real Academia de la Historia y autor de más de 25 libros sobre nuestro siglo XX, puede definírsele como el gran hispanista.
Mañana se le rinde un homenaje por sus más de 60 años dedicados a la investigación de la Historia de España. ¿Qué balance hace de todo ese tiempo?
El de ser un testigo privilegiado del «medio siglo de oro» de España. He tenido la oportunidad de haber vivido la segunda época más extraordinaria (tras la etapa 1480-1590) de toda la larga y excepcional historia de España; el auge del franquismo, la cultura tradicional, el desarrollo de la sociedad y su última etapa, la transformación y modernización del país, que resolvió desafíos seculares, y después, la reconciliación y democratización política, y un cuarto de siglo de estabilidad y prosperidad, truncado por la vuelta de la radicalización política.
¿De qué asuntos o investigaciones está más satisfecho?
Del estudio «La revolución española» (1970); «Unión Soviética, comunismo y revolución en España» (1931-1939) (2003), y «La Europa revolucionaria: Las guerras civiles que marcaron el siglo XX» (2011). Y también los dos libros sobre el fascismo (1980 y 1995), fundamentales en mi otro campo de investigación, el de la fascistología comparada.
¿Qué le hubiera gustado investigar y ha quedado pendiente?
La historia que más falta hace es la investigación objetiva, pormenorizada y completa de las dos represiones en la Guerra Civil, pero esto excede de la capacidad de un solo historiador.
¿Se siente orgulloso de ser el primer y único de los hispanistas que públicamente se ha declarado defensor de España, y de que su historia es única en el mundo?
Sí, por supuesto. Ser defensor es ser defensor de la verdad, no patrocinar exageraciones o excusas falsas sobre errores o atrocidades
Inicialmente recibió la Transición con emoción y esperanza, pero con el tiempo le ha decepcionado. ¿Está España ante un nuevo fracaso histórico?
España está viviendo otra época de crisis, pero no es una experiencia propia a contracorriente, como ha ocurrido en el pasado. Es la crisis común de Occidente, pero en su versión española. El fracaso es haber perdido el espíritu de la reconciliación, que ya se dio entre los españoles en los años sesenta, y la aceptación de la historia que caracterizó a la Transición.
¿Cree que el régimen del 78 ha fracasado, colapsado?
No hay colapso, porque funciona todavía. No es imposible resolver la crisis y salir del bache, pero será difícil.
Y la sociedad, ¿hasta qué grado es culpable de la situación?
Los dos grandes problemas son la fragmentación política y la mala gestión del Estado en varios sectores clave. Hay algo de verdad en eso de que todos los pueblos tienen la clase de gobierno que se merecen. España tiene políticos destructivos e irresponsables, y eso es porque muchos ciudadanos ordinarios los han votado. Estos últimos son igualmente responsables.
La decadencia de España se aceleró con los Borbones, especialmente durante el siglo XIX. De ese periodo es una famosa frase de Federico El Grande, que equivocadamente se atribuye a Bismarck. El rey afirmó que España era la nación de Europa más difícil de arruinar, porque sus gobiernos lo han intentado durante años sin conseguirlo. ¿Pone un foco de esperanza en algún tipo de partido o movimiento social capaz de frenar la deconstrucción de España?
Tener líderes adecuados y elites gobernantes con talento son siempre cosas muy importantes. Pero en una verdadera democracia hay que superar las divisiones políticas, que es algo difícil actualmente en muchos países occidentales, como en Estados Unidos. Una resolución de los problemas básicos puede venir solamente del centro-derecha (PP) y la derecha (Vox), pero esta tiene difícil conseguir una gran expansión nacional por el persistente bloqueo del PP. En la izquierda, es muy difícil que el PSOE vuelva a ser un partido serio.
España no es ninguna isla y la quiebra de su sistema es similar a lo que está pasando en el mundo que llamamos Occidente. ¿A qué atribuye está decadencia generalizada?
Esa pregunta merece todo un largo ensayo. En síntesis; problemas del racionalismo / materialismo / mecanicismo modernos, la evolución de la «revolución cultural», que empezó durante la década de 1960 y que está llegando a su auge; la profunda división social, que es el resultado de la pérdida de una orientación espiritual y religiosa firme; esto es, de la cristiandad; las consecuencias de una prosperidad prolongada, que tiene el efecto de socavar y corromper a las naciones por sus élites políticas; el estilo de vida atomizado y narcisista, que impide contribuir al bien común, entre otras.
¿Es hoy válido en el mundo el debate izquierda-derecha?
Ciertamente, pero el contenido y las posiciones de ambos ha cambiado. Ahora la derecha sigue siendo el partido de una parte de los cristianos, pero solo una parte. Y en algunos países los grandes capitalistas son de izquierdas dedicados a la globalización, con la convicción de que la revolución cultural puede beneficiar a sus negocios.
Los Estados Unidos están bajo una profunda crisis de sistema acentuada tras las últimas elecciones que entregaron la presidencia a Biden y a los demócratas ¿Corren el riesgo de una confrontación civil?
EEUU se enfrenta a su peor crisis desde la Guerra de Secesión de 1861. Desde la época de Obama, los demócratas han trabajado activamente en fomentar un nuevo tipo de elecciones que ignora la urna clásica y el día de votar, por el «ballot harvesting» («cosechar votos»; esto es, recogerlos en las casas o en mítines a través de agentes pagados, enviándolos por correo), y utilizando «drop boxes» (cajas en varios sitios apartados de las urnas). No es completamente ilegal, porque han conseguido cambiar muchas leyes. Con ello se busca un sistema de partido único y una forma semitotalitaria, llamada «la democracia salvada». El sistema americano ha llegado a ser tan manipulado y falsificado que funciona muy mal, y con un porvenir incierto.
¿Quién le parece peor, Biden o Pedro Sánchez?
Con mucho, Biden. Sánchez hace sufrir a los españoles, pero a nadie más. Los desastres continuados del Biden senil afectan a muchos más.
¿El mundo occidental es o será unipolar o multipolar?
EEUU ya no es tan dominante como antes, pero todavía es «el elefante en la habitación». No hay verdadera multipolaridad, sino varios intentos y mucha confusión. Si los demócratas consiguen imponer su sistema de partido único, el declive de EEUU se acelerará.
Hablemos del Globalismo y la amenaza que supone para las sociedades occidentales.
Esta tendencia ha crecido desde 1980. Representa la creación de una interdependencia de las élites en los países más desarrollados, que parcialmente engloba a los pobres también. Hasta cierto punto, puede beneficiar a los pobres, mientras desequilibra a los países desarrollados. Es un cálculo a corto plazo.
¿Hay un plan siniestro, una conspiración, en las intrigas que está llevando a cabo el Globalismo y su Agenda 2030?
No hay ninguna «conspiración», porque el gobierno chino es totalmente egocéntrico y nunca coopera de verdad, sino que existe una hegemonía generalizada de globalistas en los países desarrollados, que se compagina con la revolución cultural y el wokismo, aunque confusamente. Lo notable es haber conseguido el dominio de una pseudotecnocracia centralizada, con capacidad para un totalitarismo, y una censura a través de la alta tecnología. Así que no es una cuestión meramente de partidos políticos, sino de estructuras impersonales. Un excelente estudio sobre esto es The Psychology of Totalitarianism (2022), del psicólogo flamenco Mattias Desmet. Un aspecto del deterioro de la sociedad americana que están favoreciendo los demócratas es la enorme expansión del sector que no trabaja y que vive a merced del gobierno al precio de sus votos. Si alcanzan su meta, el efecto será desastroso y habrá llegado el totalitarismo.
En España tenemos las mal llamadas leyes de Memoria Histórica Democrática sobre el eje de la culpa única de los vencedores y diversos objetivos.
La tendencia de convertir la historia en arma de lucha ha llegado a ser universal. Antes las izquierdas españolas eran a veces los primeros en la radicalización, pero ya no. Es sencillamente la versión española coetánea de un proceso casi universal. Si esto se convierte en ley, las izquierdas españolas pueden volver a ser las más extremistas de Occidente.
Usted ha criticado abiertamente la Ley de Memoria Histórica, ha inspirado el Manifiesto por la Historia y la Libertad y ha presentado en el parlamento cántabro un memorable discurso contra la misma. ¿En su objetivo final puede llevar a la polarización social, a la confrontación?
Representa una táctica fundamental; controlar el discurso del pasado para dominar el momento actual. El objetivo no tiene nada que ver con el pasado, sino con el presente y el futuro. Pero como nos muestra la historia, las izquierdas en España están muy divididas. No se puede hablar de proyecto único, y de ahí que la situación de España, aun siendo desastrosa, puede ser menos critica que la de EEUU.
¿Qué está sucediendo en Ucrania, donde los USA-OTAN-UE se están enfrentado a la Rusia de Putin?
Putin y la dictadura rusa constituyen el malo de la película, y eso no es ningún artilugio o manipulación, sino que se trata de un Estado mafioso capaz de las mayores maldades. Entendido eso, los ucranianos y el gobierno americano no se han portado de un modo muy inteligente. Si hubiera habido un verdadero deseo de negociar es muy probable que la invasión se hubiera evitado. Hay cierta confusión en la política ucraniana, pero el gobierno de Biden se ha portado con su típica estupidez y consecuencias destructivas.
En Francia hay un gran debate a raíz de una entrevista que la editora de Le Fígaro le hizo al historiador Pío Moa sobre la edición en francés de su libro «Los mitos de la Guerra Civil», en el que responsabiliza al PSOE liderado por Largo Caballero e Indalecio Prieto como causantes de la Guerra Civil.
Sí, se ha conseguido el comienzo de un debate, algo que no existe en el mundo pre-totalitario español. Isabelle Schmitz, la editora de «Le Fígaro», es inteligente y valiente. Pero en el mundo historiográfico francés no hay ningún nuevo François Furet.
Además de sus obras y trabajos, ha entregado su biblioteca personal al gran fondo de la biblioteca Cortada, hoy Cortada-Payne. ¿Qué son esos fondos?
La Colección Cortada es un fondo historiográfico creado a lo largo de medio siglo por el distinguido historiador James Cortada, un ingeniero informático y antiguo ejecutivo de IBM. Hoy es, probablemente, la mayor biblioteca privada de historia española en el mundo fuera de España. En los últimos años hemos intentado encontrar una institución adecuada para entregar los fondos, pero han surgido serios obstáculos; no hay interés en la historia de España en EEUU, y las bibliotecas y la dedicación a leer libros están en declive como consecuencia de internet. En España estuvo a punto de cuajar una solución gracias al impulso de Rafael Gil Casares, siendo embajador en Washington, y de Gonzalo Quintero, diplomático y autor del mejor estudio sobre Bernardo Gálvez. Pero en el último momento todo se vino abajo.