Valle de los Caídos

Valle de los Caídos
Valle de los Caídos
Valle de los Caídos

Sudan odio, por Eduardo García Serrano.

Eduardo García Serrano

 

Sudan odio. Un odio rancio, venenoso, nacido de la derrota que merecían y del rencor que acariciaron en la Victoria que les dio el pan y el porvenir, porque todos ellos recibieron una clemencia que ninguno hubiera estado dispuesto a conceder. Ninguno. Esa es la diferencia esencial entre los derrotados y los vencedores de la Cruzada de Liberación Nacional de 1936: mientras los unos parían canallas, los otros le dieron a España hombres como Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera. Mientras unos predicaban y ejecutaban la masacre y el exterminio, los otros compartieron la Victoria y murieron pidiendo perdón a quienes nada tenían que perdonarles y sí todo que agradecerles.

Ahora, otra vez, los hurones ponzoñosos de la Ley de Memoria Democrática, hurgan en las entrañas del Valle de los Caídos después de haber profanado las tumbas de los dos hombres más grandes de España. Y vuelven a hacerlo como sólo ellos saben hacerlo: dejando un rastro indeleble de escoria y de vergüenza. Son así, está en su naturaleza. Ni el perdón que no merecían ni la prosperidad que con ellos se compartió les han adecentado ni les han dignificado. Al contrario, les han hecho aún más viles. Helos ahí profanando el osario de la necrópolis de los valientes, del Valhalla español en el que reposan juntos, hermanados en la muerte y en la Patria, más de treinta y cuatro mil españoles que cayeron en los campos de batalla.

Inventan la mentira para profanar porque la verdad del Valle de los Caídos solo provoca respeto, honor y gratitud; virtudes que ellos ignoran porque no caben en el sepulcro de sus almas. La verdad del Valle de los Caídos es la expresada en la última voluntad de Francisco Franco, “abrazar a todos los españoles en la hora de la muerte”. La verdad del Valle de los Caídos es la ordenada por el heroico capitán Teodoro Palacios en los campos de la muerte de Stalin: “Aquí no hay ni rojos ni nacionales, aquí somos todos españoles”. Pero ellos no lo entienden. Ni pueden ni quieren.


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