¿Tiene sentido que hoy, exista la Fundación Francisco Franco? Para que resplandezca la verdad, por José Luis Montero

 

 

José Luis Montero Casado de Amezúa

 Boletín Informativo FNFF nº 149

 

El pasado no es modificable. La forma en que se cuenta, es manipulable y, con una u otra intención, se manipula, aunque hay varias formas de manipulación. Puede manipularse ocultando parte de la verdad, desfigurando la información, mintiendo abiertamente o recurriendo a adjetivar a la persona, sin mayor fundamento. Así, en el caso de Franco, basta con calificarle como “dictador” para condenarle, sin considerar una serie de realidades como la creación  del Consejo de Ministros como órgano colegiado; sin tener en cuenta que  la función judicial, incluida la magistratura de trabajo, fue justa e independiente; sin conocer cuántos proyectos de ley devolvieron las Cortes al “dictador”; sin explicar que tras más de cuarenta años durante los cuales se ha producido la integración en la Unión Europea y del desarrollo de las Comunidades Autónomas, se han mantenido vigentes leyes, alguna tan ligada a la libertad como la ley de prensa.

 

Del mismo modo cuando se habla de la persecución del idioma catalán no se menciona el reconocimiento  de las Cátedras creadas, ni la obligatoriedad de incluir entre ellas la de filología catalana, y tampoco se ha referencia a los más de setenta premios literarios en el idioma catalán, ni se destaca el hecho de que todos los que vivimos algunos años durante su jefatura del Estado recordemos a la mayoría de los ministros y la cartera que desempeñaron y tengamos en la memoria su gestión eficaz,  signo indudable de la libertad con la que actuaban.

 

La Fundación Nacional Francisco Franco, especialmente a través de su presidente, el General de División, Juan Chicharro ha ido vertiendo, entrevista a entrevista, argumentos explicativos de diferentes aspectos, pero en casi todos los casos, en un ambiente de acoso ideológico derivado de una especie de condena previa que hacía poco menos que imposible reflejar la verdad de los hechos verdaderamente y menos aún, ponderar las circunstancias a las que estuvo sometido Francisco Franco.

 

La persona de Franco se ha convertido en el enemigo universal y ha sido desfigurado ampliamente, desde su actuación en el ejercicio de su profesión como militar durante las guerras, hasta su labor durante los años en los que ejerció la Jefatura del Estado. Y esta desfiguración, aunque no se ha producido unánimemente en el ámbito de las publicaciones, pues las hay de muy distinto cariz, sí se ha producido en los medios de comunicación en donde tras adjetivarle de dictador, se da a entender que en él se concentra todo lo execrable y por tanto es censurable sin más comentarios, ni justificación.

 

En cualquier ámbito del conocimiento y del saber, cuando se pretende esclarecer la verdad o al menos aproximarse a ella, es necesario que se expongan los diferentes criterios de valoración, objetivamente fundados, para que unas actuaciones u otras queden realmente verificadas por documentos, datos y testimonios personales, orales o escritos, que se aporten. Con esta forma de actuar el juicio que merezca cada actuación del personaje estudiado podrá ser juzgada o valorada teniendo en cuenta las circunstancias que concurrieran en cada momento.

 

La labor que se necesita hacer para valorar debidamente la obra de Franco es de mucha amplitud, pues los años en los que Franco ejerció las jefaturas militar y civil, se desarrollaron en circunstancias muy dificultosas, y además el resultado final fue fruto de la colaboración de muchas personas que ocuparon diferentes responsabilidades. Por ello la Fundación Nacional Francisco Franco teniendo como objetivo el estudio y la divulgación de la obra acometida durante esos cerca de cuarenta años, debería reunir a los historiadores y estudiosos de aquellos años para esclarecer con diferentes puntos de vista, los hechos acaecidos, porque la Fundación puede actuar a pecho descubierto y sin recelos cuando se acometa el análisis en un foro, limpio, abierto y sereno donde documentalmente se prueben los hechos y las circunstancias en las que había que actuar, cómo se actuó y qué resultados se alcanzaron.

 

Las modalidades para dicho encuentro pueden ser variadas, bien tratar tema a tema en un foro semanal donde se permita a los ponentes depositar sus aportaciones sin otra exigencia que la aportación de los fundamentos en los que se basan sus afirmaciones, hasta un simposio de especialistas en cada materia para tratar el tema, pudiendo ser necesaria la celebración de varias mesas simultáneas para abarcar todos los aspectos.

Por tanto propongo que las Jornadas o el Simposio se organice por la Fundación Francisco Franco, ella sola o con la colaboración  de instituciones académicas, como la Real Academia de la Historia o la Real Asociación de Cronistas Oficiales, invitando de forma preferente, a los formadores de opinión, que hoy en día son los representantes de los medios de comunicación social, para que conocieran el juicio de los especialistas y sus fundamentos lo que les permitiría hacer más equitativamente su importantísima labor de dar a conocer todo lo ocurrido y realizado en aquellos años transmitiendo el verdadero relato histórico, testigo de los tiempos, luz de la verdad y memoria de la vida de un tiempo ya pasado.

 


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