Un día en el Valle de Los Caídos, por Juan Chicharro Ortega

Sí, acudí ayer día 5 de octubre a rezar al Valle de los Caídos y lo hice conforme a la consigna que la FNFF había lanzado : por todos los que dieron su vida por España fueran del bando que fueran. Fueron cientos los españoles que acudieron a la llamada. En el aire el recuerdo y agradecimiento a nuestro Caudillo Franco allí enterrado por disposición de S.M el Rey JC I en 1975. Y ese sentimiento flotaba en el ambiente unido a otro de resignación ante lo que muchos observan ya como inevitable : la impune profanación de su tumba que vislumbramos próxima ante la última decisión del Tribunal Supremo. Dejémonos de circunloquios : por mucho tinte legal que se le quiera dar, exhumar un cadáver sin el consentimiento de su familia es simple y llanamente una profanación. El TS podrá decir lo que quiera y darle toda la apariencia legal que haya estimado con una supuesta justicia pero lo que ha hecho es dar vía libre a profanar la tumba de una persona.

A lo largo del último año y medio la familia Franco, la FNFF, la ADVC y la comunidad benedictina hemos hecho lo imposible para impedir tamaña tropelía. Aún seguimos intentándolo gastando nuestros últimos cartuchos. El penúltimo ha sido dirigirnos a la más Alta Jerarquía eclesiástica solicitando su amparo ya que es ella la única que conforme a la propia Ley puede impedirlo y en ella confiamos, más viendo como la Iglesia católica se manifiesta abiertamente en Cataluña, y más en concreto en Monserrat, en apoyo de aquellos que quieren romper nuestra Patria, y contra una inmensa mayoría de sus fieles, grandes dudas nos acechan de la eficacia de nuestro llamamiento. No debería extrañarnos. Aún recordamos las enormes dificultades que se presentaron en el pasado en las provincias vascongadas para dar cristiana sepultura a tantos asesinados por la banda terrorista ETA. Algunos no nos hemos olvidado.

Sí, reconozco que ayer en el Valle de los Caídos reinaba un ambiente de tristeza ante lo que parece inminente.

No debemos caer en esta sensación ni permitírnosla . NO.

Fue Napoleón quien dijo que “en la guerra las tres cuartas partes de las batallas son morales; las fuerzas reales – en este caso los argumentos jurídicos – no entran en la batalla más que con la otra cuarta parte”. Y pese a todo mantenemos la moral de victoria que llegará , ahora o más tarde. Nunca nos rendiremos.

Comprendo ¿cómo no? el desasosiego e incomprensión de tanta gente leal como la que vi ayer . Y desde luego una gran confusión . Y como no sentirse así cuando la propia Guardia Civil con un despliegue inaudito – fuertemente armada – se empeñó con esmero en arrebatar e impedir a gente honrada llevar su bandera española. ¿ Acaso portar la bandera de España es portar simbología política ? Cuán lejos están aquellos tiempos cuando el capitán Cortés en el santuario de Nuestra Señora de la Cabeza destrozado por la metralla enemiga aún tuvo arrestos para arengar a sus guardias : ¡ No arriéis la bandera! ¡ No arriéis la bandera , por Dios !

Puede ser que se pierda una batalla pero pese al materialismo degradante y aniquilador de los tiempos en los que vivimos los cientos de leales que ayer acudimos al Valle somos conscientes de que el camino de España y lo que Franco significó no es otro que el de mantenernos en nuestra fe en la victoria última. Esa es nuestra grandeza y nuestra unidad.

No nos importa la deserción de tantos que ayer no acudieron a nuestra llamada y no nos importa que llegado el caso la Iglesia no sepa estar a la altura de tantos mártires sacrificados por su fe. Sólo nos importa mantenernos leales a nuestros principios. No cabe el desánimo. La lucha es larga y ahí estaremos.


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