Una enfermedad, por Blas de Lezo

 
Blas de Lezo 
 
   El caso “Carrillo”, incrustado como una garrapata en la sociedad española, es ya una enfermedad. Nos ha dado la lata durante años; su muerte ha sido como el reventar de una traca fin de fiesta; y ahora, su legado, nos persigue de forma implacable.  
 
   Sabíamos que había escrito unas memorias, que resultaron póstumas, y hoy nos informamos, mediante una lectura de prensa, de que ya está rodando por las librerías. Leeremos el libro con una pinza en la nariz si es que nos lo prestan, ya que no queremos dar ni un maravedí a sus herederos y editores.  
 
   Lógicamente la breve referencia periodística se centra en el tema de Paracuellos y gracias a ella nos enteramos de que Carrillo estuvo a punto de sufrir un síncope cuando se enteró de las matanzas de Paracuellos, cosa imposible porque para tener un síncope hay que tener corazón. Y es que este miserable, mentiroso compulsivo, miente tanto que ya no sabe ni mentir. Sobre este tema de Paracuellos se podría escribir una antología del disparate. Si leemos el libro Shlayer, al que cita Carrillo, vemos que después de decirle lo que estaba pasando con las sucesivas y criminales sacas (pasamos esta vez por alto lo del síncope porque esto es muy serio y no queremos reír), éstas continuaron.  
 
   Pero es que nos cuenta Carrillo que su “suplente” Cazorla es delirante, porque según ese “suplente” de sus crímenes, tampoco sabía nada de los asesinatos, porque cuando se marcharon los camiones él estaba dormido. Teniendo en cuenta que después del aviso del cónsul de Noruega, siguieron las sacas y los asesinatos programados, mucho sueño debería tener este Cazorla que sería, por cierto, el sucesor de Carrillo a finales de diciembre de 1936. Cuando a principios de diciembre fue nombrado el anarquista Melchor Rodríguez responsable de las prisiones de Madrid, inmediatamente se acabaron las sacas.   
 
   La historieta de quitarse de en medio, enviándolos a Valencia, a aquellos de las cárceles de Madrid (miles…) para evitar que formaran parte del ejército “franquista”, se repite y se repite y se repite…. Llegó a decir Carrillo que con lo que había en las cárceles de Madrid se podrían haber encuadrado tres Cuerpos de Ejército… Pocas nociones tenía este bribón de lo que era un Ejército. Además, nos imaginamos al Padre Poveda, a Ramiro de Maeztu y a Muñoz Seca mandando cada un Cuerpo de Ejército.   
 
   Con Paracuellos está pasando ese fenómeno tan común en la sociedad machacada por los “medios”, que acaba harta de oír hablar de determinado tema, con lo que se oculta o se tapa un crimen en beneficio de los culpables.    Y volveremos a oír esta frase: “efectivamente hubo fusilamientos en Paracuellos, pero no se ha podido probar que el responsable fue Carrillo, y todavía está por averiguar, etc, etc…”.   
 
   ¿Hasta cuándo vamos a estar bajo la sombra siniestra de este personaje?        
 
 
 
 

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