Por Luis E. Togores.
El Debate
El 12 de febrero de 1936 comenzaba una etapa de anomalía democrática, de 157 días de duración, que terminó con un alzamiento cívico militar liderado por los generales Sanjurjo y Mola.
Hace 87 años que el Frente Popular se hizo con el poder en España gracias a unas elecciones amañadas sin mucho cuidado. Un hecho que ya puso de manifiesto en aquel tiempo el depuesto por los frentepopulistas presidente de la Segunda República Niceto Alcalá Zamora y que ha quedado incuestionablemente demostrado por los profesores Álvarez Tardío y Villa en su libro 1936 fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular. El 12 de febrero de 1936 comenzaba una etapa de anomalía democrática, de 157 día de duración, que terminó con un alzamiento cívico militar liderado por los generales Sanjurjo y Mola.
La Segunda República fue la oportunidad perdida para continuar con la modernización de España que empezó en 1923 con la dictadura de Primo de Rivera (aquí sigo a Tamames y Leguina). Pero los republicanos de pura cepa, liderados por Azaña, pensaban que la nueva República era solo de los republicanos auténticos, los firmantes del pacto de San Sebastián Media España, la derecha antes monárquica y ahora posibilitas, quedaba excluida de colaborar en el nacimiento, estructuración y consolidación del nuevo régimen.
La primera etapa republicana, en que gobernó el centro izquierda, que duro algo más de 32 meses, y en la que era presidente de la Republica Niceto Alcala Zamora, un exministro de Fomento y de la Guerra con Alfonso XIII, dio paso a 26 meses de gobierno del centro derecha encabezados por los partidos de Lerroux y Gil Robles. Una etapa, que la historiografía de izquierda ha apodado el Bienio Negro, en la que el PSOE de Largo Caballero e Indalecio Prieto organizó una rebelión armada que causo cerca de dos mil muertos y casi treinta mil detenidos. En Cataluña Luis Companys presidente de la Generalidad, proclamó la independencia teniendo que ser sometido a cañonazos, pocos, por el general Batet.
Durante los 157 día que duró el gobierno del Frente Popular, Alcala Zamora fue removido de la presidencia de la República para ser sustituido por Azaña. Los detenidos por la insurrección armada de Asturias, de octubre de 1934, salieron de prisión. La ocupación de fincas y la violencia en las calles se convirtió en algo habitual. El objetivo del PSOE era utilizar al nuevo gobierno para provocar un nuevo proceso revolucionario cuya meta final era lograr en España lo que había ocurrido en Rusia en octubre de 1917.
El objetivo del PSOE era utilizar al nuevo gobierno para provocar un nuevo proceso revolucionario.
Gil Robles denunció esta situación en las Cortes aportados los siguientes datos: iglesias totalmente destruida, 160; ataques a Iglesias, 251; muertos por atentado, 269; heridos, 1.287; agresiones, 215; atracos, 312; centros clausurados por orden gubernativa, siete; centros de derechas asaltados y destruidos, 69; centro de derechas asaltados, 312; huelgas generales, 113; huelgas parciales, 228; periódicos destruidos, diez; asaltos a periódicos, 33; bombas estalladas, 146 y 78 sin explotar. El Estado había perdido, al menos a su criterio, el control de la situación, yendo la nación a la deriva.
Ante este estado de cosas una parte del Ejército comenzó a conspirar con la idea de dar un golpe de Estado que recondujese la República apartando del poder a la extrema izquierda. Este grupo de militares estaba lideraba por el exilado en Portugal general Sanjurjo (que había intentado ya dar un golpe de estado en 1932) siendo su jefe de operaciones el general Mola. Los generales unidos a la conspiración eran pocos. De los cien generales que tenía el Ejército español solo treinta se unirían a la sublevación militar.
De los cien generales que tenía el Ejército español solo treinta se unirían a la sublevación militar.
Para estos generales rebeldes, en el momento álgido de su carrera militar, tomar la decisión que escogieron suponía tirar por la borda, jugarse a una carta, todo su pasado y su futuro. ¡Si fracasaban les costaría la vida! Algunos, como Franco, dudaron en dar este paso tan importante en sus vidas, y para la suerte de España, hasta el último instante. El intento fallido de asesinar a Gil Robles y el asesinato de Calvo Sotelo terminó por decidirles.
La espiral de violencia, radicalismo y destrucción del estado iniciado con el triunfo del Frente Popular fue la motivación que llevó a una parte importante de las fuerzas armadas españolas a seguir un camino sin retorno.
El golpe fue un fracaso estrepitoso. El Frente Popular vio la oportunidad de acelerar el proceso revolucionario que había comenzado el 12 de febrero de 1936. Largo Caballero, el Lenin español, veía que sus sueños revolucionaros de 1934 ahora se iban a convertir en realidad gracias a la iniciativa de un grupo de militares conservadores. La izquierda estaba en el poder y el pronunciamiento militar fallido era la justificación perfecta para llevar adelante la gran reforma revolucionaria de España con las que soñaban la izquierda. Iba a empezar una guerra que nadie esperaba y que nadie era capaz de medir, ni las consecuencias que iba a tener. Franco, un actor secundario en el golpe de Sanjurjo y Mola, se había de convertir en el jefe de los rebeldes, iba a ganar la guerra y gobernar España durante casi cuatro décadas.
En la actualidad los escasos seis años de funcionamiento de la Segunda República son presentados como los únicos años en que España fue una nación verdaderamente democrática en detrimento de la Transición. Al tiempo que el Frente Popular es blanqueado por los sueños de una extrema izquierda nostálgica, ahora en el poder, que sigue sin querer conocer y reconocer que aquellos 157 días fueron una de las etapas más tristes de la historia de España.