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Juan Chicharro
En el año 2001 los talibanes, pese a una fuerte presión internacional, dinamitaron los milenarios Budas de Bamiyán (Afganistán central). Un acto barbárico sin igual. ¿Sin igual? Mucho me temo que cuanto estamos viendo en torno al Valle de los Caídos guarda similitudes innegables. Sí, con otra motivación, pero con una misma finalidad: la destrucción de todo lo que es y significa el Valle de los Caídos con el objetivo final de demoler la Cruz. Nada más y nada menos.
Entre 1934 y 1939 España vivió una inmensa tragedia que dividió a los españoles y cuyas consecuencias siguen vigentes pese a que hasta no hace mucho eran heridas cerradas, al menos para la grandísima mayoría de la población. Fueron los socialistas con Zapatero quienes reabrieron las cicatrices con la aprobación de la Ley de Memoria Histórica en 2007 y que ahora pretenden ahondar con el proyecto de Ley de Memoria Democrática que está en proceso legislativo en las Cortes.
Esta actitud del gobierno socialista nos obliga a recordar que entre esos años –1934/39– los cristianos padecimos en España una de las mayores y más cruentas persecuciones de la historia a manos de una tenebrosa coalición de socialistas, comunistas y anarquistas que se llamó el Frente Popular, con más de 8.000 religiosos y varios miles de seglares brutalmente asesinados, muertos sólo y exclusivamente por su fe. A pesar de todo, los españoles, ochenta años después, habíamos llegado a un grado de reconciliación ejemplar tal y como se demostró durante la conocida etapa de la Transición.
Como emblema de esa reconciliación, y como homenaje a todas las víctimas, de cualquier bando, que sufrieron las consecuencias –en muchos casos entregando la vida– de esos dramáticos sucesos, en 1958 se terminó de construir en las cercanías de Madrid un impresionante conjunto monumental, el Valle de los Caídos, “símbolo de la unidad y hermandad entre todos los españoles”, donde se dio cristiana sepultura a más de 30.000 fallecidos en la Guerra Civil, vencedores y vencidos, y que incluye una basílica pontificia, una ejemplar abadía benedictina, un importante centro de estudios de la doctrina social de la Iglesia y la Cruz más grande toda la Cristiandad.
El Valle de los Caídos es un monumento a la reconciliación entre españoles.
Esta es la verdad histórica y no la que nos quiere imponer por Ley el actual gobierno socialista/comunista/secesionista de España al presentar ante el Parlamento un proyecto de ley que pretende resignificar el conjunto del Valle de los Caídos, desnaturalizar la razón de su existencia, la expulsión de la comunidad benedictina, y en su caso, en última instancia, bien por acción o por omisión (abandono y falta de sostenimiento) la demolición de la Cruz, tal y como los socios comunistas de Sánchez le llevan exigiendo desde hace tiempo; de hecho el gobierno no ha negado que esta medida sería objeto de “reflexión” (Bolaños “dixit”).
O sea, paso a paso y con buena estrategia marxista nos dicen que se procederá a la resignificación de todo el complejo, eliminando toda expresión y connotación franquista y religiosa o en caso de apreciar su “escaso valor arquitectónico”, después de una calificación artística y arquitectónica por una comisión de “expertos” creada ad hoc, se procederá a la demolición del mismo previa exhumación de todos los restos y entrega a sus familiares.
En román paladino: demolición de la basílica y la Cruz.
No cabe duda de que son sibilinos en la aplicación de su siniestra estrategia estos talibanes aficionados en versión socialista-comunista.
Sí, es cierto que el proyecto de Ley de Memoria Democrática se encuentra –por poco tiempo– paralizado en su trámite parlamentario pero no parece que las acciones relacionadas con lo que dicho proyecto de norma establece respecto al Valle de los Caídos esté en la misma situación, al menos eso se deduce de las continuas visitas y reuniones que llevan a cabo, incluso, comisiones internacionales, de oscuros personajes imbuidos de un odio ancestral hacia todo lo que significa la Basílica y, por supuesto, la gran cruz.
Así, de un tiempo a esta parte se están intensificando las visitas de «asesores» de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática «liderados» por Francisco Ferrándiz, investigador del CSIC, con intenciones que no tardarán en conocerse, presencia de TVE incluida.
Al mismo tiempo se han producido también, hasta en cinco ocasiones, visitas de diferentes “comisiones” de altos funcionarios del Ministerio de la Presidencia siendo quizás la más destacada la que tuvo lugar el día 11 de febrero de 2022, cuando acudió al Valle una comisión encabezada por David Lucas Parrón, quien fuera alcalde socialista de Móstoles y que hoy ocupa el puesto de Secretario General de Agenda Urbana y Vivienda, acompañado del director general de Memoria Democrática, Diego Blázquez Martín y otros, “pastoreados” siempre por el citado Ferrándiz. En esta visita, el mencionado Parrón fue especialmente beligerante contra el Valle llegando a reconocer en voz alta la necesidad de “volar la Cruz del Valle”. Hay que recordar que el propio secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez López, ya había reconocido en una ponencia en los cursos de verano de la Complutense en San Lorenzo de El Escorial (julio de 2021), que el objetivo era exactamente ese: la voladura de la Cruz.
Destacada es asimismo la visita que tuvo lugar la semana pasada, el día 14 de junio de un grupo de “investigadores” de una entidad denominada Contested Histories (https://contestedhistories.org/onsite/), entidad “oscura” cuando menos y de la que resulta complicado averiguar sus intenciones y/o objetivos, incluso examinando su propia página web, aunque en definitiva ya sabemos que se trata de convertir el Valle de los Caídos en algo para lo que no fue concebido.
Huelga decir que detrás de todas estas extrañas actividades nos encontramos, evidentemente, con el Bolaños, maquiavélico y tétrico personaje cuyo sectarismo y odio recalcitrante le convierten en un elemento decisivo en todo este entramado.
Hora es de que los españoles despierten ante lo que está sucediendo en el Valle de los Caídos donde unos sectarios socialistas-comunistas pretenden convertirse –lo son ya– en unos talibanes dignos herederos de sus correligionarios de la revolución de la sangre y la muerte y, desde luego, de sus colegas afganos.
Y, a todo esto: ¿qué opina la jerarquía de la Iglesia Católica? O es que quien calla otorga. ¡Por Dios!