Roberto Centeno
El próximo domingo los españoles estamos llamados a unas elecciones particularmente trascendentes, ya que CCAA y Ayuntamientos son los responsables de los dos tercios del gasto público total, algo que no sucede en ningún otro país del planeta –en los Estados federales solo un tercio del gasto es descentralizado–, y del 90% del despilfarro y de la corrupción tanto institucional como personal. Precisamente el jueves, la Comisión Europea denunció la escandalosa falta de control –responsabilidad de Sáenz de Santamaría– de los contratos públicos en CCAA y ayuntamientos, y destacó cómo en los últimos meses “ha aumentado considerablemente el número de irregularidades en la contratación pública”. Este es con diferencia el primer y más grave problema de España: una clase política de incompetentes y ladrones.
¿Cómo una persona en su sano juicio puede sostener con su voto a unos partidos y a unos gestores públicos tan absolutamente venales, que pagan anualmente con nuestro dinero 48.000 millones de euros de más por los bienes y servicios que contratan? Hay que estar locos para votar PP o PSOE, cuyo modelo territorial es un mar de corrupción y nepotismo, donde Bruselas no cesa de denunciar las inauditas duplicidades a todos los niveles que multiplican extraordinariamente el gasto y la ineficiencia. Y, mientras, nos siguen robando y nos venden una recuperación irrisoria: menores salarios, más deuda y más impuestos son las únicas certezas. Por primera vez en siglos, los hijos vivirán peor que los padres, y los culpables de ello pretenden que los sigamos votando.
– ¿Quiénes impusieron el actual régimen político y territorial?
A la muerte de Franco, España había completado el mayor proceso de modernización y desarrollo de toda su historia. Era la octava potencia industrial del mundo y su renta per cápita en relación con la media de los 9 Estados que entonces constituían la CEE –los países centrales hoy–, había pasado del 56% en 1959 al 81,4% en 1975, cifra que 40 años después es de un 74,6%. La oportunidad que se abría ante los españoles de producir una ruptura democrática pacífica, haciéndolos dueños de su propio destino, era un hecho histórico irrepetible. En lugar de ello, la miseria de las ambiciones de unos pocos impidió que los españoles tomaran conciencia del momento clave que la historia de la libertad les ofrecía.
En contra de la gigantesca patraña de los “padrinos” de la Transición de “haber traído la democracia”, la realidad es que era la única opción posible. Todos los países de Europa del Este con regímenes dictatoriales, se convirtieron en democracias a la caída de los regímenes comunistas, porque en el mundo actual no podía ser de otra forma. En España se robó esa democracia al pueblo, robo pensado y diseñado por solo seis personas, como viene demostrando desde aquel momento hasta hoy el promotor de la ruptura democrática del régimen anterior, el constitucionalista y pensador político D. Antonio García Trevijano.
Adolfo Suárez, un ignorante total sin el menor sentido del Estado; Manuel Fraga, que renunciaría al sistema mayoritario tipo inglés que defendía a cambio de que el PSOE aceptara la Monarquía; Felipe González, que defendía el sistema oligárquico; Gutiérrez Mellado, Abril Martorell y Alfonso Guerra. Ni el nacionalista Tarradellas ni el genocida Carrillo tuvieron voz ni voto, y se limitaron a aceptar lo decidido. Todo se orquestó a espaldas del pueblo. Vetaron la separación de poderes –“Montesquieu ha muerto”, dijo muy ufano Alfonso Guerra– y un modelo territorial único en el mundo, el “café para todos” de Suárez, el corazón de la ruina política y económica de España. Impusieron un sistema político perverso que concentró el poder en las cúpulas de los partidos, que, lejos de alzarse sobre sus conciudadanos por sus méritos o por elección democrática, se situó en la cúspide del Estado mediante el juego sucio, el saqueo del presupuesto y la mentira sistemática.
– ¿Por qué el Estado autonómico será la ruina a España?
Desde el inicio la motivación única de la clase política, cuya única patria era el dinero, fue su enriquecimiento personal: “Querían vivir como los ricos de verdad, no como los ministros de Franco” (1). El gran apóstol de esta cultura del pelotazo sería Carlos Solchaga, para quien lo importante era el enriquecerse con rapidez, la superioridad de la especulación y el favor político sobre la cultura del esfuerzo y del trabajo bien hecho. Sería el aval para el saqueo de España iniciado por altos cargos socialistas, que después crecería exponencialmente con políticos del PP y el nacionalismo catalán, aliados con la élites monopolistas y financieras, lo que conduciría a la mayor concentración de la renta y la riqueza en varios siglos.
Fue la perversión moral absoluta, que, unida a un país dividido en 17 pedazos contrarios todos a la realidad histórica, daría lugar un modelo territorial absolutamente ineficaz y corrupto hasta la médula: el Estado autonómico, que supone un despilfarro anual del 10% del PIB respecto a un Estado descentralizado. En empleo, los dos millones de enchufados con sueldos que doblan los del sector privado, algo también inédito en el mundo, han supuesto la pérdida de 4,5 millones de empleos en el sector privado, porque cada puesto en el sector público destruye 2,5 puestos en el sector privado.
La perversión del sistema pasó desapercibida al principio, porque el despilfarro y la contratación de las legiones de inútiles se produjeron gradualmente y luego la burbuja inmobiliaria ocultó la dimensión del problema. Hoy, con una deuda total de 1,53 billones y computable de 1,04 billones, con la mayor deuda exterior del mundo en términos de PIB, y unas cuentas públicas imposibles de cuadrar con un déficit del 7% (sumando el agujero de la Seguridad Social) después de haber subido los impuestos al máximo de todos los tiempos y al máximo de la OCDE, es un sistema insostenible que nos llevará a la ruina. Es imposible que esta espiral diabólica de corrupción-despilfarro-déficit-deuda dure otros cuatro años.
– ¿Por qué Rajoy rechaza un rescate que nos habría salvado y nos endeuda en 570.000 millones?
En 2012, con una deuda total de más de un billón de euros y una prima de riesgo por encima de 450, la posibilidad de pedir un rescate y conseguir una quita de más de la mitad de la deuda, como había ocurrido con Grecia, era la opción lógica que habría salvado a España. The Guardian criticaría duramente a Rajoy afirmando que “se está haciendo famoso por tergiversar las cosas, y quiere aplazar un rescate de 400.000 millones de euros por las elecciones gallegas”. Y nos habría salvado porque, de un lado, nuestra deuda se habría reducido a la mitad, pero sobre todo el cáncer responsable de nuestra situación, el gasto público incontrolado habría tenido que ser extirpado de raíz. Porque el rescate no obligaba a recortar pensiones ni nada parecido, como miente ahora sin rebozo, pero sí el gasto sin control y de las CCAA.
Y fue precisamente por esta razón por la que Rajoy, que no estaba dispuesto a recortar ni un euro del despilfarro clientelar –“eso ni se toca”, dijo–, rechazó de pleno el rescate; antes al contrario, puso en marcha un plan auténticamente disparatado de financiación del despilfarro autonómico y local sin control alguno y a interés cero, el FLA, que nos lleva costados más de 100.000 millones de euros, que jamás serán devueltos. Rajoy optó por aceptar la oferta de Draghi cuando este decidió lanzar una compra ilimitada de deuda pública, “whatever it takes” (lo que sea necesario), para salvar la Eurozona del colapso. Rajoy nos endeudaría en 570.000 millones de euros, arruinando el futuro de varias generaciones, solo para mantener sus redes clientelares y pagar las deudas a los oligarcas del IBEX.
– ¿Por qué Rajoy miente como un bellaco al afirmar que nos estamos recuperando cuando nos está llevando al colapso?
Lo he explicado por activa y por pasiva en semanas anteriores, y lo entiende hasta un niño: por cada euro de incremento de la riqueza, este irresponsable nos ha endeudado en 7 si contamos solo la “deuda según protocolo de déficit excesivo (PDE)”, o en 18 euros si consideramos la deuda total. ¿Cómo puede un presidente del Gobierno vanagloriarse de que la riqueza nacional ha crecido en 9.300 millones de euros en 2014 a costa de incrementar nuestro endeudamiento en 67.000 millones PDE o en 167.000 millones la deuda total? Eso no es crecer, eso es llevarnos al desastre despilfarrando el río de dinero del QE.
Rajoy no tiene derecho a presumir de recuperación cuando el número de familias con dificultades para llegar a fin de mes ha pasado del 56,3% al 65%, cuando la tasa de pobreza infantil se ha disparado del 28,3% al 36,3%. No tiene derecho a decir que baja impuestos por reducir marginalmente el IRPF, cuando ha enviado a Bruselas un plan en el que la presión fiscal sube en 2015, 2016 y 2017, y cuando los asalariados pagan el 90% de los impuestos, mientras es un paraíso fiscal para las grandes fortunas y las grandes empresas. Rajoy es líder europeo en impuestos y en desigualdad. España no se merece a un presidente mentiroso y que carece de empatía para el sufrimiento de los demás, o tal vez sí, lo sabremos el domingo.Rajoy no tiene derecho a seguir reduciendo salarios –la mitad de los ocupados tiene sueldos de miseria entre los 600 y los 1.000 euros– para “incrementar la competitividad”, mientras permite a los monopolistas del IBEX cobrarnos por los input productivos esenciales, energía, telecomunicaciones e intereses y comisiones bancarias los mayores precios de Europa. Rajoy no tenía derecho a llevar a España al mayor nivel de pobreza y desigualdad de toda la OCDE, un tema tan escandaloso que Bruselas publicó en marzo pasado un durísimo informe, que es una enmienda a la totalidad de la política de Rajoy, “más de 12,5 millones de personas se encuentran en riesgo de pobreza y exclusión social, donde la brecha de pobreza ha aumentado considerablemente”, el número de personas que sufre privaciones materiales graves ha venido aumentando al ritmo del 6% anual (unas 160.000 personas año) desde que gobierna Rajoy. “El número de hogares que carecen de ingresos alcanzó la cifra de 740.500 en 2014, el doble que en 2008”.
Y finalmente los pensionistas: Rajoy no tiene derecho a engañar miserablemente a 8,4 millones de pensionistas, diciendo que va a mantener sus pensiones cuando ni las ha mantenido ni puede hacerlo. Y no puede hacerlo porque el déficit de la Seguridad Social está creciendo vertiginosamente, y solo se mantiene a costa de liquidar la hucha de las pensiones, 7.003 millones en 2012, 11.648 en 2013, 15.300 en 2014, y una previsión de 20.000 millones para 2015. A este ritmo la caja de las pensiones habrá desaparecido en 2017, ¿y después qué? Pues que tendrá que reducir las pensiones en un 40% como demuestran todos los estudios actuariales para garantizar sus sostenibilidad. El que la aportación de los nuevos empleados nivelará la situación es otra gigantesca patraña. En 2014 el número de nuevos cotizantes a la Seguridad Social se incrementó en 417.514 o el +2,55%. ¿Y saben en cuánto se incrementaron las cotizaciones? En un 0,8%.
Si a todo esto añadimos la cobardía inaudita de Rajoy permitiendo la consulta independentista del traidor Mas, a quien ha financiado desde 2012 con más de 40.000 millones de euros, convirtiéndose en colaborador necesario del separatismo catalán, y el tsunami de corrupción donde el mismo está inmerso, mientras utiliza sin rubor su control del poder judicial y de la Fiscalía para que los corruptos vayan quedando generalmente impunes pese a la aparatosidad de su desvelamiento público. El resumen es claro: todos los que voten PP o PSOE el domingo estarán votando su ruina, pero sobre todo la de sus hijos y la de los hijos de sus hijos, que heredarán el país con más desigualdad de Europa y una deuda monstruosa que lastrará sus vidas.
(1) Antonio García Trevijano.