Carta de D.Jaime Alonso, en nombre de la FNFF, al diario El Norte de Castilla

 Por su interés, reproducimos la carta dirigida por D.Jaime Alonso, en nombre de la Fundación Nacional Francisco Franco, al periódico El Norte de Castilla, al hilo de la posible retirada del medallón de Francisco Franco sito en la Plaza Mayor de la localidad salmantina.  Además se adjunta el link con la noticia aparecida en la web de dicho periódico. 
 
http://www.elnortedecastilla.es/salamanca/201701/16/fundacion-francisco-franco-batallara-20170116091305.html
 

Estimado Sr. Rábade:

  Dando por hecho los presupuestos que Vd. me señala y cuyo desconocimiento me impide actuar con mayor rigor, le contesto como preámbulo a las preguntas que me formula, que la Ley de Memoria Histórica, mas allá del falso buenísmo de su impulsor y promulgador,  tiene un evidente propósito de arbitrar la destrucción, derrota y deslegitimación del “Reinado de Franco”, con la que conseguir, por derivación, revisar, deslegitimando, a su vez, el resultado de ésa época: La transición, la Monarquía y la propia derecha, en este contexto democrático. Esos son los verdaderos propósitos de esa “ingeniería social” querida, ya aceptada, y en obscena practica, con la Ley 52/2007, aunque en los propósitos figure como coartada de sus motivos: “… se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura. Incluye el reconocimiento de todas las víctimas de la guerra civil (1936-1939), estableciendo el 18 de Julio como límite temporal de la persecución. Sin entrar en mayores consideraciones legales y constitucionales de la referida Ley, mal llamada de “Memoria Histórica”, por no ser el foro adecuado para ello, paso a contestar las cuatro preguntas por Vd. formuladas, siguiendo el mismo orden cronológico:

 

P:1-Creen que el medallón debe continuar en los arcos de la Plaza Mayor de Salamanca?

 

R.- Sin duda alguna. Por tres consistentes razones, que la propia Ley en su articulo 15.2, considera como exenciones. A) Razones artísticas, protegidas por la Ley. B) Razones arquitectónicas protegidas por la Ley. C) Razones artístico religiosas, protegidas por la Ley. En mi opinión la Comisión Territorial de Patrimonio de la Junta de Castilla León, cuya cualificación profesional será superior a la mía, debe proteger todos los bienes de interés  cultural, catalogados como tales, por la pertenencia formal y material de los símbolos y monumentos públicos al patrimonio cultural, con independencia de su categoría, clasificación y normativa reguladora. Por la naturaleza inmobiliaria de los símbolos y monumentos públicos. Y porque ese escudo o medallón está afectado y, por tanto, protegido por las disposiciones contenidas en la Ley 33/81, de 5 de Octubre; en el Real Decreto 2964/1981, de 18 de Diciembre y en el Decreto 571/1963, de 4 de Marzo. Si este asunto se judicializara, solicitamos ser parte la Fundación Nacional Francisco Franco, al considerarnos una asociación cuyo interés legitimo colectivo es el respeto y reconocimiento de la obra y memoria de Francisco Franco, y según las previsiones contenidas en el Art. 31 de la Ley 30/1992.

 

P:2-Consideran que esta posible retirada obedece a razones de justicia histórica o se debe a posturas revanchistas?

 

R.-  La historia son los hechos, las circunstancias, los testimonios y el resultado de todo ello. Su relato no se compadece con los términos temporales y físicos de justicia. Lo justo es no manipular la historia con fines partidistas, en una suerte de buenos y malos, en la que los buenos siempre son los que lo promueven, izquierda y separatistas, entonces y ahora. El análisis riguroso de la historia, cuya manipulación ahora pretenden imponernos por Ley, acredita que ganaron los que defendían una civilización europea y cristiana, frente a un proceso revolucionario que pretendía implantar el totalitarismo estalinista; que pese a contar con menos medios materiales y apoyos, media España se rebeló, por no resignarse a morir y triunfó; que no admite comparación alguna con ninguna otra nación europea o mundial, en como estaba España en 1939 y las posteriores vicisitudes que hubo de pasar, y como la entregó al final de su “mandato comisorio” el 20 de Noviembre de 1975. Ello, entiendo, puede ser una permanente ofensa a los perpetuos derrotados, que siguen defendiendo regímenes como el de Cuba, Venezuela, Corea del Norte o cualquier otro paraíso socialista, pero ello, en modo alguno justifica que en España llevemos cuarenta años de permanente ingratitud hacia nuestros padres, bajo el falso pretexto, impuesto por la izquierda, de que para ser demócrata hay que confesarse antifranquista. Tal falta de convicciones y cipayismo es uno de los déficit que perturba la actual democracia.

 

P:3-Creen que esta acción generaría tensión en la sociedad?

 

R.- No hay más que recorrer el mapa de España, y no hemos hecho mas que empezar, para darse cuenta de la tensión ya existente. Se está volviendo a encanallar la convivencia. A nadie se le puede escapar que volver a revivir, como si fuera real, una guerra civil, ocurrida hace ochenta años, es levantar muros de incomprensión, de enemistad cainita y de odios ancestrales, inherentes a toda naturaleza humana poco cultivada. Y si esto se hace desde los poderes públicos, con fines partidistas, y se jalea en los medios de comunicación afines, la siembra del enfrentamiento irracional está servido.

 

P:4-Si finalmente es retirado… Qué emplazamiento proponen ustedes? Estarían dispuestos a solicitar quedarse con este medallón como patrimonio de la Fundación Franco?

 

R.- Ningún emplazamiento puede sustituir a su original, y ninguno sería merecedor de la historia y la cultura como patrimonio de los españoles, que tiene la ciudad de Salamanca y su Plaza Porticada. Los vientos de la historia no siempre soplan en la misma dirección, pero la historia como proyecto vital de quienes la construyeron, en su tiempo vital, merecen el debido respeto, si queremos permanecer como civilización de valores. Ortega en su “historia como sistema” ya sostenía: “El hombre enajenado de sí mismo se encuentra consigo mismo como realidad, como historia y por vez primera se ve obligado a ocuparse de su pasado, porque no le queda otra cosa. Hasta ahora la historia era lo contrario de la razón, y es que nadie se había ocupado de buscar en la historia su sustancia racional. Hasta ahora lo que había de razón no era histórico, y lo que había de histórico no era racional. La razón histórica es más racional que la física, más rigurosa y más exigente que ésta. La física renuncia a entender todo aquello de que ella habla. Entendemos de la física la operación de análisis que ejecuta al reducir los hechos complejos a un repertorio de hecho más simples; pero estos hechos elementales y básicos de la física son ininteligibles. El historicismo tiene un significado claro: El hombre no tiene naturaleza, no tiene esencia; tiene historia. El hombre no es nada conceptual, nada estático, sino dinámico, en constante movimiento real. La sociedad tampoco tiene esencia, sólo tiene historia. La sociedad lo mismo que el hombre, es un “quehacer”, pero un quehacer en comunidad, en relación con el mundo, con los hombres. La vida personal y comunitaria social no es un participio, no es un factum, sino un gerundio, un faciendum”.

Cualquier término histórico, para ser preciso necesita ser fijado en función de toda la Historia, ni más ni menos que en la Lógica de Hegel cada concepto vale sólo por el hueco que le dejan los demás. La Historia es ciencia sistemática de la realidad radial que es mi vida. Es, pues, ciencia del más riguroso y actual presente, ¿donde íbamos a encontrar ese pasado que se le suele atribuir como tema?. Lo opuesto, que es lo acostumbrado, equivale a hacer del pasado una cosa abstracta e irreal que quedó inerte allá en su fecha, cuando el pasado es la fuerza viva y actuante que sostiene nuestro hoy. No hay actio in distans. El pasado no está allí, en su fecha, sino aquí, en mí. El pasado soy yo, y así se entiende, mi vida.

 Dado que la memoria histórica constituye una nueva versión de las “Damnatio Memoriae” que los emperadores Romanos dictaban para borrar toda señal o recuerdo de sus predecesores, a los que identificaban como enemigos del Estado, les prevengo sobre la posibilidad de que la propia plaza de Salamanca o de cualquier localidad, pueda configurarse al capricho de cualquier sátrapa venidero.

 

 Jaime Alonso

FNFF