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Una vez presentado y admitido a trámite recurso contencioso-administrativo, la FUNDACIÓN NACIONAL FRANCISCO FRANCO presentó escrito formulando demanda contra el acuerdo del Pleno de la Ciudad Autónoma de Melilla de fecha 22 de febrero de 2021 que acordó la retirada de la estatua del Comandante Franco de la vía pública ejecutando esa retirada de manera cobarde, al día siguiente, antes de la publicación de dicho acuerdo y antes de ser conocido por la ciudadanía.
En este escrito de demanda se pretende del juzgado Contencioso-administrativo número 2 de Melilla que declare nulo de pleno derecho por no ser conforme a Derecho, el acuerdo de 22 de febrero de 2021 antes mencionado, así como que se acuerde reponer la estatua del Comandante Franco en idéntico lugar e idénticas condiciones en las que se encontraba antes de su ilegal retirada.
De igual manera en ese mismo escrito se ha planteado CUESTIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD con relación al artículo 15 de la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, conocida como Ley de la Memoria Histórica, por considerar vulnerados los artículos 1.1, 9.3, 10.1, 14, 16 y 18.1 de la Constitución Española.
Una vez más, esta Fundación permanece sin fisura fiel a sus fines y objetivos estatutarios y persiste en su labor de demandar y exigir la justicia que merecen los méritos del Comandante Franco aún más cuando se pretende privar a su figura de un reconocimiento en virtud de una ley que no da cobertura al rango temporal que en la misma se regula -se reconoce un hecho heroico de 1921 y en cuyo honor se erige una estatua en 1978 y la ley de memoria histórica cubre el período de 18 de julio de 1936 a 20 de noviembre de 1975- demostrando de esta manera que se retira esta imagen por revanchismo político, por razones de odio y por sectarismo ideológico, sin querer admitir que las razones de su creación y levantamiento obedecieron a la eterna gratitud que la Ciudad de Melilla quiso dispensar al Comandante Franco por su épico comportamiento y heroica actuación llevada a cabo en auxilio de esta ciudad y sus habitantes en condiciones muy adversas, contra un enemigo superior y con una palpable moral baja, donde imperaba el pánico, la alarma y el recelo, tanto de las pocas tropas que se hallaban en Melilla, como de la población.
Como así pronunció otro soldado de España llamado Miguel de Cervantes, “La ingratitud es hija de la soberbia”.