Comunicado de la FNFF: Felipe VI y la España anterior a 1977

Con
motivo del XL aniversario de la celebración de las elecciones a Cortes
Generales celebradas el 15 de junio de 1977, el Rey Felipe VI pronunció un
discurso verdaderamente sorprendente, en el que divide la historia de España
desde las Cortes de Cádiz hasta la actualidad en dos periodos: Antes y después
de las elecciones de 1977. Así definió el actual Jefe del Estado la España
entre 1812 y 1977: “Desde entonces (se refiere a la Constitución de Cádiz),
España vivió bajo la vigencia de sucesivas Constituciones —o leyes con rango
constitucional— que no fueron capaces de proporcionar y garantizar la
estabilidad política, el progreso social y económico ni la convivencia en paz y
libertad que los españoles anhelaban. Fue una época convulsa e incierta, en la
que se sucedían los pronunciamientos y los golpes de estado, las guerras y la
violencia. Se derribaba una y otra vez todo lo que antes se había construido”.
Un poco más adelante el monarca añade: “Es duro mirar hacia todo ese largo
pasado y es doloroso pronunciar estas palabras”. Y remacha un minuto
después: “Debemos reconocer que la
intolerancia, la discordia, y la falta de entendimiento entre los españoles
constituyen una realidad innegable de ese periodo político de nuestra historia:
una España impotente, resignada y pesimista que vio reducir su presencia y peso
en el mundo; una España dividida, y a veces desgarrada, que no fue capaz de
encontrarse a sí misma.”

Esta
descripción de 165 años de la historia de España (los que transcurren desde
1812 hasta 1977) es posiblemente la más negativa de cuantas hayamos escuchado
nunca. Y sorprende que este lúgubre relato proceda precisamente del
descendiente directo de los reyes que ocuparon la Jefatura del Estado durante
la mayor parte de este extenso periodo, ya que la misma supone una condena
inapelable de sus antepasados, cuya obra despacha con palabras tan duras como
impotencia, discordia, desgarro, resignación y pesimismo.

Si
miramos hacia ese más de siglo y medio de historia de España, es difícil, por
no decir imposible, estar de acuerdo con el actual Jefe del Estado. Si
analizamos la frase “se sucedían los
pronunciamientos y los golpes de estado, las guerras y la violencia
“,
es una obviedad que la mayor parte de ese extenso periodo fue pacífica,
incluyendo la Primera Restauración (1875-1931) y muy en particular la España de
Franco (1939-1975), aunque hubo momentos
ciertamente convulsos, como la I República, las guerras carlistas, el Frente
Popular o la guerra del 36-39. Recordemos que la Primera Restauración Borbónica
fue más longeva que la Segunda (es decir, la actual), y que la España de Franco
apenas le va a la zaga. Cuando el actual Jefe del Estado afirma que las
Constituciones de ese periodo no pudieron proporcionar progreso económico,
finge ignorar que la España de Franco alcanzó los crecimientos más altos del
mundo, sólo comparables a los de Japón. Y
parece desconocer que ese largo periodo enmarca largos decenios de democracia, más
duraderos que en la mayor parte de los países de nuestro entorno. Y aunque hubo
periodos de decadencia, los hubo también de enorme progreso, y muy en
particular en la España de Franco. Juzgar con tal desdén y falta de
discernimiento un periodo tan extenso y tan variado de la historia de España no
es precisamente un rasgo, ni de cultura ni de ponderación.

Por
contra, la descripción de la España posterior a las elecciones de 1977 es tan
apologética que avergüenza. Veamos sus palabras: “el 15 de Junio también impulsó España hacia el progreso. Durante los
años siguientes, nuestro país llevó a cabo las transformaciones económicas,
culturales y sociales más profundas de su historia, que definitivamente lo
modernizaron
“. Otras frases fueron las siguientes: “España multiplicó su nivel de renta“;
“Una sociedad con altos índices de analfabetismo dio paso a otra en la que
se universalizó la educación”; y entre las virtudes de la Constitución de
1978 señala la siguiente: “la
afirmación de nuestra unidad nacional
“.

Todas
estas afirmaciones son claramente falsas, como cualquier persona medianamente
culta sabe. Basta comparar el crecimiento de la renta per capita a precios
constantes
[1] durante los
últimos 15 años de la España de Franco (1960 – 1975), que fue del 5.7% anual, y
los primeros 15 años tras la Constitución del 78 (1978 – 1993), que fue del
1.8%, es decir, un crecimiento económico tres veces inferior. Si extendemos ese
cálculo a la totalidad del periodo 1977-2016, el crecimiento promedio se reduce
todavía más, para quedarse en la ridícula cifra del 1.6% anual, una de las más
bajas del mundo en los últimos 40 años, y en clara contradicción con la
afirmación del monarca: “España multiplicó
su nivel de renta”.
¿Cómo puede afirmar nadie que la Segunda
Restauración ha transformado económicamente España, excepto en sentido
negativo? Cuando alguien, fuera de España, hace comentarios sobre nuestra
economía, el único tema que aparece de forma reiterada es nuestra tasa de paro
(la mayor del mundo tras Grecia), y desde luego no lo hace en sentido positivo.
Si analizamos la frase “Una sociedad
con altos índices de analfabetismo dio paso a otra en la que se universalizó la
educación
” y vamos a los datos, por ejemplo
[2] González
Fonseca calcula una tasa del 7.5% de analfabetos en la España de 1975, lo que
difícilmente encaja con la expresión “altos índices de analfabetismo”,
en tanto que la España de hoy
[3]
cuenta con casi 700.000 analfabetos de acuerdo con el INE, lo que equivale al
1.5% de la población. No parece algo de lo que enorgullecerse cuando median
casi 40 años entre ambas cifras, cuando la España de Franco pasó del 23% de
analfabetos en el año 1940 a la citada cifra del 7.5% en 1975 (datos de
González Fonseca citados). En cuanto a la universalización de la educación, no
estará de más recordar que España contaba en 1975 con 6.387.000 alumnos entre
enseñanza primaria y secundaria
[4],
en tanto que en 2014 (últimos datos oficiales del INE), esta cifra se había
reducido a 5.949.000
[5]. Es probable
que el actual rey no sepa que la cifra de estudiantes en la España de la
Segunda Restauración Borbónica se ha reducido respecto a la de la España de
Franco, debido a los efectos combinados del abandono escolar y la baja
natalidad.

En
cuanto a la “unidad nacional”, citada por el joven monarca como rasgo
definitorio de la España actual, no sabemos si esta expresión tiene por objeto
engañar a los españoles o autoconvencerse,
porque la realidad obvia es que Cataluña está en un proceso terminal de
secesión, mucho más avanzado que el que ha tenido durante la mayor parte del
periodo histórico 1812-1977 tan criticado por el actual Jefe del Estado.

Y terminamos
con la que posiblemente sea la frase más gloriosa del discurso: “Se derribaba una y otra vez todo lo que
antes se había construido
“. Constatamos que este vicio, lejos de
eliminarse, se ha incrementado significativamente en la Segunda Restauración, y
las propias palabras del monarca lo confirman, al condenar duramente más de
siglo y medio, no solo de la historia de España, sino de la historia de su
propia familia.



[4] INE Anuario Estadístico de
España 1976, páginas 347-350


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